Una pequeña niña se encontraba viendo la lluvia por su ventana, sabía que en cualquier momento pararía de llover y llegaría su mamá con una sorpresa. Había esperado todo el día, y moría de ganas por ver lo que su madre le traería.Melanie tenía tan solo seis años, pero sabía hacer muchas cosas a esa corta edad, como : limpiar, ir a la escuela sola y cocinar cosas muy simples. Su madre trabajaba en un bar muy cerca de casa, lo cual le permitía vigilar a la pequeña por momentos, ya que su turno acaba muy tarde y su hija se quedaba sola la mayoría del tiempo. No vivían mal, pero aquél trabajo les permitía mantenerse solo con lo necesario, y a pesar de todo ambas eran muy felices.
La pequeña era una niña muy responsable, y adoraba a su madre con todo el corazón, dado que ella era todo lo que tenía. Nunca conoció a su padre, y nunca preguntó por él. Tenía a su madre y eso era todo lo que aquella niña necesitaba.
El sonido de la puerta llamó su atención .
-Llegué mi amor-se escuchó una voz.
La pequeña Melanie no espero más y salió corriendo de su habitación para recibir a su madre en la puerta del apartamento. Una figura que ella no conocía se encontraba tomando a su madre de la mano.
-¿Mami quién es él?-preguntó inocentemente la niña.
Un hombre alto y algo grueso la miró. Tenía el cabello oscuro al igual que sus ojos.
"Es muy grande"-pensó
-Cariño te presento a Raymond, es mi novio y nos mudaremos con él-dijo su mamá.
La niña sintió confusión pero, le restó importancia al asunto ya que al fin tendría un papá. Melanie siempre había envidiado a sus amigas por esa razón, y el hecho de saber que al fin tendría uno la emocionaba más que cualquier sorpresa que su madre le hubiera podido comprar, pero los monstruos se ocultan bajo la piel de inocentes, y aquél hombre que ella pensó que sería el que le traería más alegría a su vida, fue el encargado de terminar con cualquier luz que pudiera aparecer en ella.
*Dos años después*
Dicen que las cosas malas les suceden a personas malas, pero Melanie no podía entender por qué le sucedían a ella, siempre había tratado de ser una niña buena, siempre había ayudado a su madre sin quejarse ni una sola vez, pero al final nada había
evitado que la perdiera.-Mami, por favor no te mueras-gritó la niña.
-Lo siento mi amor, lamento dejarte sola con él , pero no hay nadie más que pueda cuidar de ti-respondió su madre. Aquella mujer se encontraba conectada a muchos cables y apenas podía formular palabras. Melanie sujetaba con mucho cuidado las manos de su madre, y trataba de alejar la idea de la persona en esa cama no era más que la sombra de la maravillosa mujer que Elizabeth Nicholson fue. Aún pálida y con semblante cansado, su madre seguía siendo una mujer muy hermosa, tan hermosa que podría haber conseguido al hombre que quisiese, lastimosamente eligió al equivocado.
-Mamá..por favor quédate-gritó una vez más. La pequeña se encontraba aferrada al borde de aquella cama, y esta vez no se atrevía a tocar a su madre por miedo hacerle daño con solo esa acción.
-Perdón mi amor. El cáncer ganó la batalla, ya no hay nada más que pueda hacer-La voz de aquella mujer se fue desvaneciendo poco a poco mientras ella hacía un último esfuerzo al tratar de secar las lágrimas de su hija.
"Nunca olvides que te amo"
Esas fueron las últimas palabras que se escucharon en la habitación antes de que un pitido invadiera la sala.
En ese mismo instante Melanie supo que su madre se había ido, y que nunca la iba volver a ver.
***
-Ya levántate y deja de llorar-le gritó Raymond. Aquél hombre ni siquiera se había presentado en el hospital mientras su madre se encontraba allí.
Melanie había tenido que caminar una hora cada día saliendo de la escuela para poder ir a ver a su madre, y correr otra hora para poder regresar a casa antes que Ray, y así poder servirle la cena.
Acababan de enterrar a su madre y ella no quería apartarse de la tumba. Al no haber nadie Raymond dejó su faceta de hombre de familia responsable y la apartó de una bofetada haciendo que el llanto de la pequeña aumentara.
-Entiende que tu mamá no va a volver-gritó- Ahora escuchame bien mocosa , de ahora en adelante seguirás todas mis reglas sin quejarte, porque sabes que si no te va a ir peor. La estúpida de tu madre solo te dejó como estorbo, así que ahora servirás para algo útil.
La pequeña solo asintió y se limpió las lágrimas. Por más que estuviera triste iba a ser fuerte por su mamá, ahora era su turno de hacerla sentir orgullosa.
Te amo mamá
Fue lo último que pensó antes de subirse al auto. Antes de que su vida estuviera a punto de cambiar.
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La chica del cuaderno amarillo
Teen FictionMelanie es una chica de 16 años que perdió a su madre cuando solo era una niña, desde entonces ha quedado bajo el cuidado de una "bestia". Vive hundida en su propia miseria, día tras día, hasta que en su cumpleaños número 16 abre el obsequio que su...