Habibi luz de mi corazon

El Jardín de las rosas azules Cap 1

En ese extraño lugar en los confines del hoy y el mañana, donde todo es y no es, en ese extraño lugar; Se pasea por los jardines de cristal una bella y extraña dama, de cabellos platinados, ella que añora y se imagina, cualidad que estaba prohibida para todos en aquel extraño lugar, ella que ansia y siente, lo que los humanos, esas voces que resuenan en su corazón, la llaman y la invitan y la hacen compartir esa extraña sensación que solo los habitantes de la tierra sienten.

se pasea cuando el radiante astro brilla a través del transparente techo de aquel lugar, en el que se erige una ciudad majestuosa, llena de encantos maravillas y misterios sin fin, Eternia le llamaban, eternia la majestuosa, la ciudad que solo existe entre el hoy, el ayer y el mañana; Sus calles brillantes cual plata, sus casas y palacios como el oro tan puro y resplandeciente, eternia la ciudad que es y no es... En el centro de aquel lugar existe aun más increíble un jardín lleno de rosas; Rosas azules, de cristal y entre ella se pasea ella, la dulce doncella, ella la dama de los cabellos de plata, ¡ella! la pequeña que habla con sus amigas mientras les canta, aun sabiendo que en ese lugar es un tabú, una prohibición, ¡Un pecado!, cubiertas de polvo cósmico traídos por los vientos y las corrientes del universo reciben su baño de estrellas las hermosas rosas de cristal.

Habibi es su nombre, puesto por Galatea y Egeon sus padres desterrados al olvido, confinados a la nada de un suspiro caminantes entre las inexistencias, enviados a ese martirio por haber roto las reglas de eternia, la pequeña y hermosa doncella, hermana de tres hermosas estrellas, Deimos la mayor, la imponente la arrogante y fría; Fobos la temerosa, la indecisa, la intranquila y Kaiem, la curiosa, la incrédula, la osada. Ella la más pequeña la valiente y dulce, también curiosa, custodiada por dos ángeles, Ephilos el guardián de la sabiduría y Dolmos el justo y protector, seres llenos de luz, casi intangibles cuyas espaldas están cubiertas por cuatro halos de luz, son los que vigilan y acompañan a la pequeña