Memoria

39 4 0
                                    

Desperté viendo el techo blanco de mi habitación mientras intentaba recordar el sueño de la noche anterior, extraño, nuestra especie no sueña, no estamos diseñados para ello. Como siempre, me senté en la cama e inmediatamente comencé con la rutina que nos fue asignada para cada mañana; despertar, vestir, desayunar, salir. Y así al día siguiente; despertar, vestir, desayunar, salir.
Me calzé las botas color vinotinto que pertenecían al uniforme de nuestro escuadrón, así mismo, me vestí con la camiseta, los pantalones y la chaqueta a juego; mi desayuno ya estaba en el lugar de siempre, en la ventanilla junto a la puerta con una etiqueta que tenía escrito mi número C-41, este me fue asignado en el momento en que salí del cubículo estrecho al cual pertenece mi primer recuerdo.
Mi memoria empieza desde que abrí los ojos y sólo podía observar blanco, estreché mis brazos pero no puede, estaba encerrada en una especie de caja que no tenía salida, cuando de repente una parte de ella, el lado que estaba frente a mi, salió expulsado hacia fuera lentamente y puede divisar a otras personas, o eso parecían, uniformadas con batas y trajes militares. Alguien se paró frente a mí, una mujer joven, con tan sólo algunas arrugas en la frente y una carpeta llena de apuntes, me ofreció la mano que le quedaba libre para poder salir, la acepté y apenas quedé estable en el suelo me puso una etiqueta en el pecho y dijo:
-Bienvenida, eres C-41, puedes ir tras la puerta azul de allí para que te den una habitación y tus rutinas.
Me dolía la espalda y seguía algo inestable allí de pie, confundida miré a la joven y pregunté:
-¿Eres doctora?
-Si, soy la Doctora Parson.
-Me duele la espalda, ¿podrías darme una pastilla o algo para calmarlo?
-Tranquila- me dijo mirándome con el ceño fruncido y digitando algo con urgencia en el ordenador- en unos momentos no volverás a sentir nada.

ESCUADRÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora