soundtrack ; larry

capítulo uno

Londres, Inglaterra. Jueves.

La mañana extrañamente mostraba un radiante sol. No cielo gris, no ráfagas de viento, no lluvia como si no hubiera mañana, solo calor. Un calor pesado. Le pesaba a las personas trabajadoras en los hombros, que sentían que los grandes rayos de la gran estrella perforarían su traje muy costoso comprado exclusivamente para ejercer su oficio. Le pesaba a los niños, que habían sido obligados esta mañana por sus padres a salir con doble calceta, bufanda, guantes, gorro y la chaqueta más caliente que tuvieran. Y por último, le pesaba a Louis, que había sido despertado odiosamente por su tonta novia que no había asimilado la diferencia de horarios entre su ciudad  -la cuál el chico ojiazúl siempre olvidaba el nombre- y la monumental ciudad de Londres. Así se encontraba, con sólo un bóxer cubriendo algo de su cuerpo, dándole caladas a un desgastado cigarrillo en la terraza de su costoso apartamento. Maldijo cuando este estaba llegando a la etapa final, y simplemente lo tiró por el balcón sin apagarlo primero, ensuciando aun más la metrópoli y deseando con todo su corazón que este cayera sobre la cabeza de un tonto adolescente defensor de la anarquía. Eran escasamente las ocho de la mañana, la jornada laboral recién comenzaba y para la suerte del castaño, este era el día en el que podía llegar un poco más tarde a la oficina.

Y no, no es que Louis tenga un cargo importante en su empresa, o que tenga buena relación con su jefe como para que pueda darse el tiempo de fumar un par de cigarrillos antes de entrar al labor. Sino que, es el día en el que su jefe simplemente decide no visitar el despacho.

Giró sobre sus talones con una notable sonrisa, cuando la puerta del baño se abrió y reveló la perfecta figura de la chica rubia con la que él había pasado la noche. La mujer traía el cabello mojado, y un calzón con algunos diseños de encaje. Más el brassier que el chico deseó en algún momento arrancar solo con la mirada, cuando los gritos de los vecinos se escuchaban desde cualquier parte del edificio reclamando por los altos gemidos de la chica a las tres de la madrugada.

"Nena, es hora de que te vayas" habló el hombre destacando de alguna forma la voz aguda, mientras que entraba a la habitación sentándose sobre la cama.

"¿Ni siquiera tendremos otra sesión?" seductora, su voz era muy seductora. Comenzó a acercarse al ojiazúl, terminando sentada sobre sus piernas.

"Podríamos, sí" le volvió a sonreír el joven, tomando de su mentón para posteriormente besarla.

***

Holmes Chapel, Inglaterra.

Otra mañana más donde el chico no quiere asistir a la escuela. Otra mañana más usando las mismas prendas por no tener el suficiente dinero para comprar vestuario a la moda, como esos pantalones con agujeros o una camiseta de su banda preferida. Otra mañana más despertándose con odio para el tonto de Steve que dedicaba cada puño a sus rosadas mejillas.

Miró sus ojos de color verde frente al reflejo, y simplemente se sonrió, tapando cualquier muestra morada de golpe con algo de maquillaje. La voz de su madre gritaba y gritaba recordándole lo tarde que iba a clases. Solo se dedicaba a responder con palabras cortas como ''sí'' y ''ya''. Y en solo un cerrar de ojos, estaba en la parada del autobús, imaginando que quizás podría pasar la camioneta de la escuela; pero, para qué mentir, partió hace casi cuarenta minutos atrás. Murmuró maldiciones intentando peinar su desordenado cabello, aunque él sabía que se estaba engañando a si mismo intentando peinarlo siendo que ni un corte de cabellos ordena a esa mata de rulos.

"Hagamos un repaso: Harry Styles, va tarde, no logra peinarse, y sufre de bullying en la escuela", pensaba en su cabeza. De tantos libros cliché que había leído sobre cómo la nerd o la chica más molestada del instituto, terminaba saliendo con el más guapo y popular de la escuela, pero él ya perdió la esperanza. Esta era la realidad.