El misterio de Jacqueline Travert

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¡Hola! Soy Edith T. Stone y espero que les guste esta historia corta. La escribí para el Reto Tahisiano de agosto. El reto Tahisiano es un reto de escritura creado por mí y puedes leer más acerca de él aquí: http://lashistoriasdetahis.blogspot.com.es/2016/08/reto-tahisiano-2-agosto.html

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El misterio de Jacqueline Travert:

Agosto de 2016, París, Danielle Reyer:

Después de tantos años de lucha por salir de la enfermedad, mi padre finalmente se había dado por vencido. Nos miraba a mi madre y a mí y nos daba las gracias por todo, se despedía y nos recordaba lo mucho que nos quería a cada oportunidad que tenía, pero yo solo podía abrazarlo y llorar. Era mi padre, mi todo, y no podía ver cómo se desvanecía poco a poco.

Un día estaba con él en su habitación, pues le habían dado el alta en el hospital y habían decidido mandarlo a casa porque ya no podían hacer nada más por él y mi padre había pedido morir en casa, y me contó una historia muy triste acerca de uno de nuestros antepasados. Le escuché atentamente porque sentía que podía ser la última vez que escuchara esa historia y quería retener todos los detalles posibles que durante mi adolescencia, cuando me contó esta historia por primera vez, y mi vida adulta, pasé por alto porque no me interesó todo eso que había ocurrido hacía más de dos siglos y medio. Pero era algo que a mi padre siempre le había apasionado y cuando le detectaron el cáncer de próstata pensó que podía ser la última vez que pudiera investigar acerca de ese misterio, nunca lo consiguió y ahora que está en cama sin poder moverse, siento que debo ser yo quien investigue para que pueda descansar tranquilo sabiendo qué fue de Jacqueline Travert.

Aquel día le pedí ayuda a mi madre, Renée, para que me dijera donde guardaba mi padre todos sus documentos acerca de esta investigación. Me llevó a su pequeña biblioteca y me abrió un cajón que estaba cerrado con llave y sacó una carpeta de plástico verde donde estaban los pocos papeles que mi padre había conseguido acerca de certificados de nacimiento de sus padres, sus abuelos, sus bisabuelos y así poco a poco hasta hacer un perfecto árbol genealógico que llegaba hasta Jacqueline. Todos tenían dos fechas al lado de su nombre y apellido, ,la de nacimiento y la de defunción, todos salvo Jacqueline que solo tenía la de nacimiento, un 1 de agosto de 1728 al lado de su nombre. Solo constaba una hija, Michèle Travert que había nacido el 13 de octubre de 1753, se había casado con Maël Dupont en 1785 y había tenido una hija en 1788 para luego fallecer en un accidente en 1814 sin poder llegar a conocer a su nieto.

La historia de Michèle es muy importante porque ella fue la que comenzó el rumor acerca de su madre, de hecho, sabiendo que era una historia muy extraña escribió un diario que le regaló a su hija Zénaïde donde contaba todo lo que había conocido sobre su madre, aunque Jacqueline desapareció el 14 de febrero de 1760 cuando Michèle tenía 7 años. Pero se crió con su tía Olivie que le pudo ayudar a redactar la historia de Jacqueline Travert.

Febrero de 1760,París, Jacqueline Travert:

Me gusta cuando las calles están llenas de personas felices, hoy es uno de esos días en los que todo el mundo parece haberse embobecido por su pareja. Van tomados de la mano, comparten dulces y salen de paseo por el Sena mientras, en cada esquina, hay un músico tocando el acordeón o cualquier otro instrumento. Me gustaría más si pudiera compartir este día con algún hombre que estuviera locamente enamorado de mí y del cual pueda yo enamorarme locamente. Pasearíamos con Michèle y cenaríamos en algún lugar que normalmente no nos podamos permitir y llevando los vestidos que tenemos reservados para los domingos.

Pero la realidad es otra. Hoy, precisamente por ser el día del amor, hay mucha más clientela de la habitual en la taberna. Al llegar me quito el abrigo que traía puesto para que me aislara del duro frío de París y subo al escenario, como tantas noches, todos me reclaman y gritan mi nombre. Yo me acerco al micrófono y comienzo a cantar, la gente aplaude y llora de la emoción y yo continúo cantando hasta que me duele la garganta y hago una pausa.

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