Desde el principio los seres humanos han estado en guerra contra enormes bestias que amenazaban la seguridad de sus familias. Criaturas capaces de volar, respirar y escupir fuego. Bestias despiadas que atacaban sus aldeas y mataban a cientos de personas inocentes.
Los seres humanos, ya cansados de esta injusticia decidieron atacar. Formando enormes ejercitos para acabar con tales bestias y sus crías. Rompían sus huevos antes de que estos pudiesen nacer. Los humanos atacaron por años, hasta que los dragones estuvieron casi extintos...casi.
Días tristes pasaron hasta convertirse en algo cotidiano. Karen aún esperaba el regreso de su amado, quién se había marchado hace 7 largos meses, dejándola completamente sola en el bosque, embarazada y sin saber si algún día volvería a verlo.
Cada mañana Karen salía de su humilde hogar en el bosque para buscar agua en las profundidades de este. Ese día no fue la excepción. Tomó dos jarras vacías y las colocó en los cestos que ella misma había creado para el caballo. Con mucho cuidado se subió al lomo de su caballo y partió hacia el bosque.
El bosque estaba completamente florecido y desprendía un aroma fresco que hacía que su cuerpo se relajara. Karen recordó todas las veces que su madre le advirtió sobre vivir en el bosque; pero ahora sólo pensaba en lo infelíz que hubiera sido si hubiera escuchado a su madre. Se imaginaba lo infelíz que hubiese sido si se hubiera casado con el hijo del panadero, en vez de casarse con el hijo del granjero.
La hermosa mujero sonrió al recordar sus años de juventud; cuando aún vivía en el pueblo con sus padres y los jovenes solían coquetearle y pedirle matrimomio. Más ella los rechazó a todos sin importarle cuán ricos eran. A ella no le interesaban los obsequios ni vestidos caros; a ella sólo le interesaba charlar con alguien sin sentirse aburrida. No quería sentirse comprada, sino amada. Y sólo hubo un hombre, entre tantos, que la hacia sentir de tal manera, y ese fue el chico granjero.
Una vez llegó a la hermosa cascada que yacía en las profundidades del bosque, Karen bajó cuidadosamente de su caballo y lo acercó al agua para que bebiese. Aprovechó y tomó las vasijas para llenarlas, arrodillandose cuidadosamente frente a la rivera del río. Una vez estaban llenas volvió a levantarse y acomodó ambas vasojas en las canastas que cargaba su compañero equino, Jaro.
A lo lejos, la hermosa mujer pudo divisar una de las trampas que su esposo había diseñado para que ella pudiese alimentarse con algo más que sólo pan. Pacientemente y montada en su caballo se acerca a la trampa; parecía como si hubiese sido activada, pero la presa no estaba. Decidió hacer un perímetro de busqueda para hallar la presa, ya que muy lejos esta no pudo haber llegado.
Su cabalgata se vuelve cada vez mas misteriosa; viendo árboles destruidos y campañas de soldados completamente quemadas. Aún el humo en las campañas era negro,señal que no pasaba demasiado tiempo desde que se habían quemado. Llegando a las profundidades del bosque se veían por todas partes las espadas, escudos, lanzas, e inclusive restos humanos de lo que parecían ser soldados del reino.
Petrificada por la imagen comenzaron a atacar los nervios y la desesperación. Karen ordenó a su caballo apresurarse para llegar a su casa. Intentando salir del bosque lo más rápido que pudiese, una sombra enorme comenzó a volar sobre ella, tapando la luz del sol. Imágenes de enormes criaturas voladoras que escupían fuego comenzaron a crearse en su cabeza. Esos relatos que su abuelo le había contado una vez, sobre la guerra entre el reino y estas criaturas horroríficas, eran la única pista que tenía a lo que le estaba pasando en ese momento. De pronto Karen obligó a su caballo correr por todo el bosque hasta llegar a casa. El bosque se acaba a su paso, y las costas de la pradera donde vivían se acercaban cada vez más, Karen ya podía ver sus cultivos. Hizo frenar a su caballo y bajó de él lo más rápido que pudo y comenzó a correr agarrando las riendas de su caballo para dejarlo a salvo en el establo. Pero la sombra descendió delante de ella, como una muralla entre ella y su cabaña, evitando que llegara más lejos.
Su caballo comenzó a relinchar y a luchar contra la mujer que agarraba sus riendas, tratando de escapar. Intentó varias veces hasta que logró tirar al suelo a la mujer, y comenzó a correr bosque a dentro nuevamente. El dragón era enorme, sus ojos eran morados, sus escamas eran tan negras como las rocas volcánicas, estaba parado sobre sus cuatro patas y sus enormes alas aún estaban extendidas hacia el cielo. Pero no como si fuese a alzarse el vuelo, más bien como si estuviese preparándose para saltar sobre su presa y devorarla sin compasión.
-¡Por favor déjame ir!- Kareen le grita a punto de llorar desde el suelo. La bestia con su enorme cuello acercó su rostro y la miró fijamente a los ojos. - No quiero hacerte daño. Por favor no me lo hagas a mi- Karen nuevamente le ruega, mientras se arrastraba con una mano, alejándose de la enorme criatura. Mientras con la otra tomaba su vientre, como si pudiese proteger a su bebé de tal peligro con tan sólo una mano.
El momento tenso se va disipando con los segundos, y el miedo se empezó a volver en la curiosidad. Lentamente acercó su mano a la criatura, aún con miedo de que esta le hiciese daño, pero él se quedó quieto. Decidida a cambiar la perspectiva del ser humano, acarició su cabeza llena de escamas negras.
- Que hermoso color negro- Karen alaga para calmar al animal. Aún estaba nerviosa, su corazón palpitaba tan fuerte que parecía que se saldría de su pecho y huiría tal y como lo hizo su caballo. Karen notó las marcas de batalla que habían por todo su cuerpo, al parecer sus escamas no eran tan duras como parecían. - Estás herido- por primera vez Karen miró fijamente los ojos del dragón y sintió compasión por él. -Yo te puedo ayudar, ven conmigo- le ofreció sin apartar su mirada de la del dragón, era como si ella y la criatura tuviesen una conexión.
Increíblemente el dragón le entendió y la siguió hasta su hogar. Karen preparó bendajes con plantas medicinales y se lo aplicó al dragón en cada una de sus heridas. La mujer dejó de sentir miedo ante su penetrante mirada morada, como las primeras estrellas que aparecían en el cielo morado del atardecer. Más bien sentía agradecimiento en su mirada, y eso le hacía sentir muy bien en el interior.
Días pasaron, y cada tarde Karen limpiaba las heridas del dragón y aplicaba de nuevo los bendajes. Iba al bosque para verificar las trampas que su marido había diseñado y traía la comida para ella y para el dragón. Una mañana Karen se levantó con los rugidos del dragón, asustada corrió lo más rápido que pudo hasta el exterior de su cabaña para verificar que sucedía con su nuevo amigo. Temía que los soldados del reino la hubiesen atrapado y atacado, pero gracias a Dios, no era eso. Pero aún así estaba preocupada, se acercó sólo un poco, y estando a metros de distancia, el dragón había alzado vuelo, y se había alejado de Karen. Cuando se dio la vuelta con el corazón triste por la partida de su amigo, se dio cuenta de las enormes rocas que estaban en el lugar donde estaba la criatura anteriormente. Se acercó y se arrodilló delante de las rocas, pero no eran simplemente rocas, eran huevos de dragón.
-Nada más hermoso que un amanecer de vida- murmura tomando uno de los huevos, la criatura a la que ella le había dado una segunda oportunidad, era una madre. -No puedo creer que me he permitido salvar a un Dragón, cuando mi abuelo me contaba lo tenebrosos que eran y que deberían ser desterrados de la tierra- dijo mirando a la dirección a la cual la madre dragón había partido para nunca volver.
Karen decidió adoptar los cuatro huevos, encendió una hoguera y puso los huevos en el fuego para que se calentasen y nacieran del fuego. Tal y como su abuelo una vez le contó sobre el nido de dragones. Adoptó a los futuros dragones como si fuesen sus propios hijos, pensando en que algún día su madre volvería por ellos. Pensando en que ella había sido probablemente la primera persona sobre la faz de la tierra, en brindarle su ayuda a estas criaturas. En tener a su disposición a cuatro huevos de dragón, y darles la oportunidad de nacer.
YOU ARE READING
Una oportunidad antes de la extincion.
FantasyDesde el principio del mundo, la raza humana ha estado luchando contra enormes criaturas pueden volar y respirar el fuego. El hombre, usando su inteligencia, estudió estos horribles monstruos y encontrar una manera de destruir a los seres hasta la e...