El amor de la luna

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El cielo era azul, adornado por nubes esponjosas y en lo alto, alzándose con todo su esplendor se encontraba el sol, cuyo color resaltaba con el del hermoso cielo.

Podía sentir sus rayos sobre mi cuerpo, no era partidaria de los días calurosos, sin embargo, disfrutaba del paisaje que siempre creaba con su luz. Acabo de salir del colegio por lo que ahora me dirijo a casa para ver a mi madre quien sufre de cáncer, siempre es la misma rutina, no me gusta dejarla por tanto tiempo sola, somos tan unidas que cuando estamos separadas nos sentimos solas, es lo más comprensible, sólo somos las dos en la ciudad, los demás familiares viven en otras ciudades y en otros países. Antes éramos mi padre, mi madre y yo contra el mundo, pero hace seis meses mi padre falleció en un accidente automovilístico, él no había infringido ninguna ley, al contrario, había sido el otro conductor que iba ebrio cuando chocó con el auto de mi padre. Después de aquella tan espantosa pérdida el corazón de mi madre y el mío comenzaron a marchitarse de a poco, el dolor era muy grande pero más para mi madre quien lloraba todas las noches sin cesar. Ellos se amaban de una forma que no podría explicar, el amor de ellos simplemente era único y especial, la forma en que se miraban cada mañana daba la sensación de que con tan solo mirarse podían decirse todo, no necesitaban de palabras decorativas para expresar su amor, ellos se lo demostraban cuando las manos de mi padre rodeaban la cintura de mi madre cada vez que ella planchaba, cuando la mirada de mi madre brillaba al escuchar a mi padre hablar y un sin fin de cosas.

Ahora está saliendo adelante, como la mujer fuerte que es, lo está haciendo por las dos porque sabe que la necesito a mi lado, ella sabe que sólo somos las dos sobreviviendo en el presente sin saber lo que nos depara el futuro, contra su enfermedad, contra el adiós de mi padre, contra el dolor, contra nuestras almas rotas y sangrantes. Yo soy su pilar y ella el mío.

Mis pies se movían por cuenta propia como si ya tuvieran memorizado el recorrido, estos eran los encargados de guiarme porque mi cerebro no respondía, mis terminaciones nerviosas se habían desconectado del mundo real, ahora me encontraba sumergida en mis memorias, tanto de alegría como de tristeza, una mezcla bastante especial.

A mi madre le detectaron el cáncer cuando yo tenía catorce años, ese año fue bastante difícil para nosotros, muchas veces le pedí a Dios que librara a mi madre de aquella horrenda enfermedad, sin embargo, después me di cuenta que mi mamá había sido destinada a ello porque era la más apta para soportarlo. No era la primera vez que mi madre se anteponía al sufrimiento. Su infancia fue difícil, siempre se sintió fuera de lugar, era diferente a sus padres y a su hermano en muchos ámbitos. El escaso amor de mi abuela hacia mi madre también contribuyó al dolor de esta, junto a los malos tratos, a las palabras insultantes y humillantes, al rechazo que mi abuela sentía hacia su propia hija. Pero esa falta de cariño hizo que mi madre tomara la fiera decisión de nunca ser como su madre. Como consecuencia de aquella decisión ella le entregó todo el amor que ella nunca obtuvo de la suya, ni en su niñez, ni en su adolescencia ni en su adultez.

Todos los días le agradezco a Dios por tener a una madre como la mía, bondadosa, sabia, buena, comprensiva, cariñosa, valiente, decidida, fuerte...

Ella es mi modelo a seguir, mi heroína, mi hermana, amiga y confidente. Ella es la mejor madre del mundo. De seguro se deben estar preguntando cuál es mi nombre –me llamo Ayla y ahora tengo dieciséis años y no les he contado lo más relevante...bueno, para mí y para mi madre también, tengo novio, su nombre es Joseph, tiene dieciséis años al igual que yo. Nuestra relación comenzó cuando teníamos catorce, justo cuando a mi mamá le detectaron el cáncer, la verdad es que fue casi como una bendición, él supo comprenderme como nadie lo había hecho. Todos me acosaban con sus palabras impregnadas en lástima y en sus miradas reflejaban de una manera casi burlesca e impertinente que mi madre en cualquier momento moriría dejándome sola en el mundo, acompañada de la típica frase "Debes ser fuerte, tienes que estar preparada para cuando ella muera" cada vez que oía eso les decía "Por favor, hágame el favor de no meterse en lo que no le incumbe" los más respetuosa posible. La familia por parte de mi padre siempre sueltan a boca jarro que mi madre está enferma y que se va a morir, siempre nos miran con lástima, con ojos que nos ven como si fuéramos inútiles y tan débiles como para no ser capaces de sobrellevar su enfermedad, es por eso que nos mudamos y por otros problemas que tuvimos con la familia.

El amor de la luna #PremiosDivas2017 #PremiosIHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora