La verdad sobre mi secuestro - Mishell Wagner

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De pronto se hizo el silencio y más de doscientas personas se quedaron estupefactas a la vez, entendía perfectamente por qué estaban tan sorprendidas, yo quería continuar hablando sobre mi experiencia, pero les dejé unos segundos para comentar entre ellos antes de seguir.

—¡Mishell! ¡Mishell! —me asusté al escuchar mi nombre porque no había nadie a mi lado, entonces caí en la cuenta del pinganillo que llevaba en el oído —¿Qué haces por qué no hablas? ¡Habla!

No esperé más y continúe con la conferencia, agarré con fuerza el micrófono, me lo acerqué y tomé aire antes de pasar a la siguiente diapositiva.

Hasta ahora todas esas personas y el país entero, porque la noticia corrió por todos los medios de comunicación como la pólvora, pensaban que aquella mañana en la que mi madre me sacó a dar una vuelta al parque yo había sido secuestrada. Bueno, en teoría sí, pero la versión que mi madre le dio a la policía es que ella no había visto nada, que se había despistado y que cuando había vuelto a mirar al columpio yo no estaba. La policía preguntó a las otras personas que estaban en el parque en ese momento si habían visto algo y mucha gente coincidió en que habían visto salir corriendo a una niña hacia un perrito y luego se había ido con el hombre que paseaba al perrito. Así que la policía buscó a ese hombre por todos lados, repartieron imágenes de mi cara por toda la ciudad y los medios de comunicación, pero nunca me encontraron.

Lo que nadie sabía hasta ese preciso instante era que mi madre me había dicho que tenía que salir corriendo hacia el perrito en cuanto lo viera. Yo solo tenía cinco años, no entendí por qué mi madre quería que hiciese eso, pero lo hice porque confiaba en mi madre y lo imaginé todo como parte de un juego super divertido que consistía en dar una vuelta con un hombre muy simpático y su adorable perrito. Jamás se me hubiese ocurrido dudar de ella y menos a esa edad.

En la siguiente diapositiva se mostraba la imagen de la cámara de seguridad del parque donde se me veía corriendo hacia ellos. Luego el hombre me subió a una furgoneta que estaba cerca del parque y me dijo que vería a mi madre muy pronto, pero que ahora se había tenido que ir a trabajar. Durante el trayecto a la que sería mi nueva casa cambiamos varias veces de coche, yo llegué a dormirme y al final desperté cuando ya estaba dentro de mi habitación. Aunque no era exactamente la habitación que había tenido hasta ahora en mi casa con mi padre, esta habitación tenía algunos de mis juguetes favoritos, libros y varias cosas más, pero le faltaba la gran ventana con vistas al lago. De hecho, no tenía ninguna ventana.

En la siguiente diapositiva mostré la imagen de esa habitación tal y como la habían encontrado los policías cuando me encontraron hace un año y medio. No era exactamente igual a como era cuando entré por primera vez porque cuando me hice grande sustituyeron el rosa por el morado y los peluches por más libros y un pequeño ordenador sin acceso a Internet. Aunque yo no sabía qué era Internet hasta hace un año y medio.

No sé cuanto tiempo pasé en esa casa sin ver a mi madre, cada día lloraba porque quería verla, le pedía a ese hombre que me mantenía encerrada en esa casa que la llamara porque necesitaba hablar con ella. Pero él se ponía muy nervioso, me daba un vaso de leche y luego yo despertaba de nuevo en mi habitación. Finalmente una noche, sé que era de noche porque pude ver un poco de la calle cuando se abrió la puerta principal, llegó mi madre con una gran maleta: se iba a mudar conmigo y mi nuevo "papá". Mostré una diapositiva con el rostro del secuestrador que resultó ser el amante de mi madre.

Mi madre me obligó a llamarle papá y si alguna vez no lo hacía para referirme a él, me daba una bofetada. Así que acabé haciéndolo y al poco tiempo olvidé por completo el rostro de mi verdadero padre y su voz. Todo lo anterior se volvió difuso y a pesar de no poder salir de esa casa, empecé a ser una niña feliz. Tenía dibujos animados y juguetes, comida, y estaba mi madre conmigo con mi nuevo "padre". Aunque yo sabía que no lo era y sabía que yo tenía un padre de verdad, a pesar de no recordarlo, mi madre me dijo que él nos estaba buscando para hacernos daño porque era un mal hombre y que por eso habíamos huido y teníamos que permanecer encerradas. La historia sonó tan real y tenía tantos detalles que me la creí y a partir de ahí empecé a aceptar que esa era mi nueva vida y que era lo mejor que me podía haber pasado porque ahora estaba con una familia que me quería de verdad y donde nadie podía hacerme daño de nuevo.

La verdad sobre mi secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora