Segunda Parte

4 1 0
                                    




Estos días habían sido puro dolor para Elizabeth. Le estaban administrando medicamentos fuertes que la hacían sangrar, le inyectaban para poder dormir, ella no sentía sueño pero aun así se sentía muy cansada.
El doctor estaba preparando todo para la operación del riñón. Durante días todo la miraban con lástima, aunque le molestaba trataba de ocultarlo. Había observado la ventana de la habitación por horas, vio como el sol se oculto detrás de los edificios ¿cuándo volvería a salir a la calle? ¿Cuánto tiempo le quedara de vida? Se sentía como una mierda, como si fuera a morir mañana.

-¿Cómo te sientes hoy? -Preguntó Dean al entrar a la habitación,  acababa de entrar junto con el doctor. Y Elizabeth simplemente no separaba la vista de la ventana.

-Como mierda. -Respondió al fin, Dean se sentó a un lado. -Se fuerte, hermana, tu puedes.

-¿Te sientes cansada? ¿Quieres que te inyecte? -Soltó un gemido de dolor, estaba saliendo liquido de sangre por su nariz. El doctor la miro y rápidamente se levanto a limpiarlo.

-Recuéstate y pon la cabeza hacia arriba -Le indico el Doctor.

-¿Eso siempre te había pasado? -Pregunto Dean sintiéndose triste.

-A veces, pero ahora es mas seguido.

-Es por los medicamentos. -Aseguro el doctor.

-Me siento tan cansada que cada uno de los moretones que me están saliendo me duelen. -Les dijo  y cerró suavemente sus ojos.

-Eso es normal, Elizabeth.

-Quiero dormir pero, ¡maldición! Esas inyecciones me dan pavor. ¡Quiero poder dormir por mi misma! -La mano de Dean tocó su hombro. -Todo saldrá bien. -Le dice él.

-No lo creo -abrió sus ojos-, ¿Doctor?

-Dime. -Contesto rápidamente.

-¿También es normal que desee morirme? -El doctor y Dean se miraron mutuamente.

-¿Que quieres decir con eso? -Le pregunta su hermano.

-No quiero someterme a esa cirugía.

Elizabeth llevaba semanas aguantando dolor, ¿con que sentido seguir si de igual forma iba a morir? ¿Cuantos meses iba a sobrevivir? ¿Cinco más? ¿Quizás ocho? Al fin y al cabo morirá.

-¡No! -exclamó su hermano-, No te mates a ti misma. Piensa en lo que estas diciendo. Es una ridiculez.

-¡Yo no me estoy matando Dean! Esta enfermedad lo esta haciendo, no yo. -Le dijo ya frustrada. -¿Es que no entiendes? Me cansé. Me canse de todo. No quiero una cirugía. No quiero estar en esta cama, no quiero... -Y entonces ellos la vieron con los ojos brillosos-, quiero que acabe. No quiero que me miren mas con lástima. ¡No quiero la operación! ¡No la quiero!

Horas después entraron todos, y la miran con atención, ella les cuenta lo que  había dicho hace unos minutos.

-Es mi decisión, ¡ya dejen de intentar vivir por mi! -Le habló ella con firmeza, su madre, hermano y esposo la miraban con tristeza-, Lo siento. -Se disculpó.

Ben se dejó caer rendido en el piso del baño, ¿y ahora que se supone que haría? La mujer que ama tiene cáncer y morirá en cualquier momento. ¿Cuánto tiempo iba a aguantar? ¿Meses? ¿Días? ¿Horas? Un año seria un milagro.

-Tu sabes que no durara mucho tiempo, Elizabeth necesita drogas hasta para dormir -Le dice la madre de Elizabeth a Ben.

-Lo sé.


-¡Papá! ¡Papá! -Chilló Sam, cuando vio a su papá entrar al Hospital donde trabaja su tío Dean.

-Hola campeón. -Lo saludo,- Gracias por tenerlo estos minutos Dean, tuve inconvenientes en el trabajo.

-No hay de que, además, el campeón se ha portado de maravilla, ¿verdad Sam? -El niño asistió.

-No vemos Dean, pasare por el parque un rato con Sam, nos vemos. -Se despide Ben.

-Hay una cena en la casa de mis padres, te tienen una sorpresa, te veo luego. -Le responde él y se marcha.

Ya habían pasado 3 meses de la muerte de Elizabeth, Sam no dejaba de preguntar por ella. Casi todas las noches Ben lloraba en su habitación preguntándose por qué su esposa no había sido mas cuidadosa con su salud. Ben y Sam tomaron camino hacia el parque a comprar un helado. Su hijo le pregunta si puede ir a los columpios este le da permiso advirtiéndole que no se aleje. Pero ya luego de unos minutos Sam se le había perdido de vista.

-Hola, mi ángel. -Le dijo aquella mujer que se acercó al niño.

-¡Mamá!, pensé que no volverías -dijo Sam demostrando mucha emoción.

-¡Sam! ¿Cuántas veces te debo decir que no te alejes? Tendré que amarrarte a mi. -Le dijo Ben al verlo, se sorprendió cuando vio aquella mujer con su hijo hablando.
Elizabeth estaba ahí, conversando con su hijo.

-¡Papá! Mira a mamá, ¿Verdad que la extrañamos mucho? -Le pregunto su hijo abrazando a su madre.

-Elizabeth, mi amor. -fue lo único que pudo pronunciar Ben, sonrió al verla. -No puedo creerlo. -Se acercó más.

-Te dije que nos volveríamos a ver. -Le respondió ella sonriendo mientras le limpiaba una pequeña lágrima que resbalaba por la mejilla de su esposo. -Te dije que nos volveríamos a ver.





Este es el final de la historia, espero que les haya gustado.

ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora