CAPÍTULO 8: Amelia

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-¿Qué desea?.- sostiene una libreta de apuntes.

-Quisiera un café.- menciona el anciano.

-¿Algo más?.- enarca una ceja.

-No.-

-¿En serio?. Viene a un lujoso restaurante de comida rápida y lo único que pide ¿Es un café?.-

-Yo...-

-Si va a pedir algo pida un Omelette. No me haga perder mi tiempo por un simple café.-

-Es que...-

-Aquí en frente hay una cafetería, puede ir allí si gusta.-

-Es que yo...-

-Sin embargo abren hasta las seis y media de la mañana, falta media hora, tendrá que esperar pero ese no es mi problema.-

-Oiga...-

-¿¡Qué quiere!?.-

El anciano apunta detrás de ella y en seguida la mujer se da vuelta.

-¿Qué pas...? Jefe, que gusto verle.- prolonga el jefe.

-¿Amelia?.-

-S. ¿Si señor Lopez?.-

-¿Qué estás haciendo?.-

-¿Yo?.- toca su pecho con las yemas de sus dedos -Solamente atendía a este hamable ancianito.- acaricia la calva del señor mientras ríe falsamente.

-¡MENTIRA!, ella me estaba gritando.-
Aparta a la dulce mujer.

-Callate anciano.- susurra en su oído.

-Amaelia, es la quinta vez en esta semana que haces eso.-

-¿Q. Qué? Yo no hice eso.-

-Claro que si.-

-Dije que se callara vejete.- vuelve a susurrar.

-Amelia, basta.-

-Pero yo...-

-¿Amelia?.-

-¿Qué?.-

-Estas despedida.-

-¡No! Yo necesito el...-

-No me interesa.-

-Pero...-

-¡Fuera!.- La joven se quita el delantal y lo lanza al suelo.

-Bie. Me voy.- sale del restaurante. -Pero se arrepentirá.-

Minutos después de caminar y
caminar sin rumbo alguno, decide hacer una parada con su mejor amigo.

-Lo siento, no puede entrar.-

-¿Perdón?.-

-Solo pude ingresar personal del palacio.-

-Pero yo. ¡Lenny es mi amigo!.-

-¿Y?.-

-¡Ahh!.- baja las manos con fuerza y se va corriendo.

5 minutos después

-Muj benas taaajdes.- imita el acento francés.

-¿Quien es usted?.-

¿Que quén so sho?! So nadie mos ni naide menos qui il gran shef ¡Dujini!.-

-Jamás escuché de usted.-

-Pejo clagro qui nooo, solo luz di claise alta mi conocen.-

-Bien. ¿Qué desea?.-

-E traigdo ista diliciosa entregua de panqueques pagra la besha reina.- Se hace a un lado dejando en descubierto um gran cubo de madera.

El atemorizante guardia se acerca a la caja dispuesto a destaparla -Lo tengo que revis...-

-¡¡NUO!!.- Aparta la mano del guardia.  -¿¡Quiacaso ista locuo, quiegre morir!?.-

-¡Oiga, ¿Que le sucede señor?!.-

-¿¡Qui cree qui dirá la Reina cuando si intire di que sus diliciosos panqueques se enfriaron!?.-

-Yo...-

-¡Niet! No si distapa.-

-Lo. Lo siento señor.-

-Como sia, dijime pasarg.-

-Si...- El uniformado se hace a un lado y abre la puerta.

-Graciags.- Se queda parado en la puerta. -¡¿Y que egspegras?! ¡Metelo!.-

-Cla. Claro señor.- Empuja la caja dentro del palacio. -Oiga.-

-¿Se?.-

-Esto está muy liviano.-

-Pe. Peho clagro, son panquiquis laig.-

-Oh, jajajajaja, tiene sentido.- deja la caja dentro y se retira. -Hasta luego Dujini.-

-Se, se, se, adiós.-

Segundos después

-Bien, se fue.- se dirige a la caja y la destapa. -Puedes salir

-¡Agh! ¿Que te sucede?.-

-¿Que?.-

-Ugh si, ulala, soy Rujini.-

-Es Dujini.-

-Me vale, solo tenias que meterme y ya. ¿Por qué armaste todo ese espectáculo?.- sale de la caja de madera.

-Lo siento, además, lo que tu querías era entrar, e hice que lo logres, un gracias basta.-

-Agh. Gracias Marco.-

-De nada. Jajajajaja,  Ahoja si mi desculpas mi tengo qui ir.-  se da la media vuelta y empieza a caminar hacia la salida.

-¡Adiós!... Bien; A buscar a Lenny.- Empieza a caminar.

5 minutos después.

-Maldito palacio, ¿Por qué tienes que ser tan grande? Solo espero encon... ¡Ahí está!.- camina por el largo pasillo en dirrecion a la puerta de la habitación del príncipe. -Debería estar ahí.-

De pronto, del lado derecho del pasillo, de una de las puertas sale la Reina.

-Renatta, ve a poner la mesa por favor, iré a buscar a mi hijo a su habitación, debería de estarse probando su ropa.-

-Si señora.-

En un movimiento rápido, Amelia se meta a una habitación la derecha para que no la vean.

-Maldita sea, estuve tan cerca, un poco más y...- se da la media vuelta y ve a un anciano durmiendo en su cama. -El rey...-

La perilla de la puerta se empieza a abrir.
-No puede ser.- En un movimiento rápido se mete debajo de la cama.
-¿Quien es?.- Susurra ella para si misma.

Unas botas negras se ven acercarse al anciano lentamente.
-Ahora, maldito viejo, te iras directo al infierno.- un pequeño recipiente cae al suelo. -¡Agh!.-

No puede ser... ¿Es veneno?. Piensa Amelia al ver el frasco caer junto a ella.

-Aquí esta.- menciona la misteriosa persona al recoger el frasco. -Ahora...-

-¿Que estará haciendo?.- Susurra la mujer.

-Ahora. Solo habrá que esperar, jajajajaja.- sale de la habitación....

The Prince (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora