Capítulo 1: Techo de chapa.

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Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Jin. Tampoco la imagen que es propiedad del usuario まとめ de pixiv.

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Ene... Aquello no podía ser idea de nadie más que ella...

"¡Usemos el programa de fotografía satelital para ver la base!", sugirió con emoción que sólo pudo contagiar a Momo y Mary.

–Voy por una soda...– comentó Shintaro dejando el celular en manos de su hermana y caminando perezosamente hacia la cocina, él lo sabía bien, aquello iba a extenderse por mucho tiempo.

Y en efecto eso sucedió, después de ver el techo de la base, y recorrer las calles aledañas por si alguno de ellos había pasado por ahí justo en el momento en que se tomó aquella fotografía, Momo buscó su casa.

–¡Si no tuviéramos techo el mundo podría ver el porno del amo!– aseguró Ene siendo secundada por Kano que no podía perder la oportunidad de decir su chiste fácil del día.

–¡Los techos son un gran invento! ¡Mira si nos encontrábamos con una imagen de él haciendo llorar al niño dios!– guiñó el ojo con sorna para segundos después partirse de risa ante el rostro desencajado de Shintaro.

–¡Déjenme en paz ustedes dos!– no tardó en reaccionar el aludido –¡Kido pon orden!– casi le suplicó, y lo entendía, para Shintaro lidiar con Ene era difícil, pero si Kano comenzaba a atacarlo impunemente no tendría otra opción más que huir llorando.

–Ya estás grande, puedes defenderte solo– respondió desinteresada viendo hacia arriba.

Tal vez se debiera a que aquella emotiva charla sobre techos le había llegado al alma, o quizás y más probable, al hecho de que podía prever el rumbo que aquella actividad tomaría en breve... Pero fuera por lo que fuera, en esos momentos no se sentía de ánimos para gritar o golpear a alguien.

Después de que Shintaro superara su traición, continuaron por ver la casa de Hibiya, un enorme campo con un par de humildes casitas en él. Según lo que se veía en las imágenes y lo que Hibiya les contó, sus abuelos con la ayuda de algunos peones trabajaban la tierra, y la agricultura era su medio de subsistencia.

Lo siguiente fue intentar encontrar en aquel bosque poblado de árboles la pequeña casita de Mary, una tarea que sólo Seto, que conocía el camino a la perfección pudo conseguir, pero aún así, apenas se veía un trozo pequeño del techo entre tanto follaje.

–¡Quiero ver la casa de Seto!– exclamó Mary, mientras el resto asentía con interés.

–¿La casa de los Tateyama?– preguntó él comenzando a deslizar su dedo en la pantalla sin esperar respuesta.

–¡No, la casa de cuando Seto era un niño!

Los tres hermanos habían sido muy reservados con el resto de los integrantes respecto a sus pasados, lo que todos sabían era que Seto se había ahogado junto con su perrito, Kano perdió a su madre en un asalto y Kido a su hermana en un incendio. Y hasta ahí, no era como si ocultaran aquellas partes oscuras de sus infancias, o al resto no le importara conocerlos mejor... Simplemente nunca nadie preguntó y difícilmente alguno de ellos tomaría la iniciativa en contar aquello.

–Claro– asintió él sin perder su sonrisa, pero sintiéndose algo incómodo, desde lejos se veía que no quería arruinar el buen momento de diversión que todos estaban disfrutando, pero al mismo tiempo no era capaz de mentirles –. Aquí vivía– dijo finalmente cuando encontró aquella calle en la que solía dormir.

Por fortuna el resto interpretó que una de las casas que se veían en la foto era la de él, y se quedaron contentos con su respuesta.

–¡Kano, tu turno!– exclamó Momo pasándole el celular.

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