¿Te amo?

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Arturo miraba fijamente al pizarrón, las clases eran eternas, anotaba en su cuaderno las tareas que les estaba dejando el maestro de ética, su maestro no era muy estricto pero cuando se molestaba le gustaba dejar muchos deberes, y ese día estaba molesto.

Arturo era un joven alto, de pelo castaño ojos cafés y lentes rectangulares, a su lado estaba sentado un chico de mediana altura y cabello café claro llamado Omar, anotaba algunas cosas mientras se quejaba.

–Maldito, no es mi culpa que esas dos estén hablando todo el tiempo, que las castigue solo a ellas, esto es injusto– dijo Omar escribiendo en su cuaderno

–Sí, esas dos se la pasan hablando– contestó Arturo terminando de escribir, entonces un recuerdo pasó por su cabeza, el campamento que organizaba la escuela anualmente, había sido apenas hace una semana, recordó un momento muy raro.

Estaba él y Omar en la cabaña de los hombres, estaban completamente solos, ambos habían ido por algo a sus mochilas, de pronto Omar se quitó la playera, iba a cambiarla porque la que llevaba estaba sucia, Arturo se sonrojo cuando miro tan de cerca el hermoso cuerpo desnudo de su amigo.

El simple hecho de recordar ese momento le provocó escalofríos y un ligero sonrojo, sacudió la cabeza e intento olvidar aquello, ¿Qué le pasaba?, no debía pensar en esas cosas.

–¿Hola, por qué te quedaste estático mirándome?– dijo Omar mirándolo extrañado, al fondo se escucharon unas risillas de sus compañeras ruidosas.

–Oh, perdona estaba pensando– Contestó Arturo avergonzado

–Quiero todas estas tareas para este viernes, sin excepción alguna, les estoy dando tres días– dijo el maestro mientras guardaba sus cosas en su mochila para salir, Omar cerró su cuaderno y acomodo sus plumas.

–Ven, acompáñame por algo de comer– dijo levantando de su silla para salir del salón, Arturo dejó todo como estaba y salió tras él. La escuela secundaria a la que asistían era muy pequeña, solo tenia un grupo de máximo 20 alumnos por cada grado, y tres pisos, en el tercero estaba una pequeña cafetería y un patio.

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Al termino de las clases los dos chicos fueron a un parque cerca de la escuela ahí salían muy seguido junto con otros amigos pero ese día nadie había podido. Omar prendió un cigarrillo.

–No deberías fumar– dijo Arturo mirando a su compañero

–No me digas que te preocupo– exclamo el bajito exalando humo

–Me impregnarás el olor– dijo rápidamente Arturo para justificarse,

–Tsk, está bien– Omar apagó el cigarro y se sentó a su lado para platicar.

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Arturo estaba recostado en su cama, miles de imágenes sobre Omar invadían su mente, era muy extraño, nunca le había pasado antes con nadie más, intentaba pensar en otra cosa, pero solo podía recordar el momento del campamento.

Durante la semana Arturo se perdía mirando a Omar, observaba cada detalle de él, imaginando el cuerpo que había debajo de esa ropa, incluso disfrutaba de su olor, cada día se sentía más nervioso a su lado.

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El viernes había llegado junto con el maestro de ética que estaba de bastante buen humor.

–Hola chicos, dejen la tarea en el escritorio y tomen asiento por favor–

Uno a uno fueron dejando la tarea, Omar no la había terminado pero aún así la iba a entregar.

Compañeros de clase (R-18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora