Capítulo 2: La Pesadilla Acaba de Comenzar

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Anaís buscó y buscó entre sus cosas — no está, Lulú estás segura de que no la cogiste.

—Claro que no.

—Se me está haciendo tarde — dijo mientras miraba el reloj sobre la mesa —, ni modos creo que... — Anaís abrió los ojos de par en par al ver la esfera que tenía en sus manos. Sin pensarlo la lanzó con todas sus fuerzas al suelo esperando con eso... aliviar todo ese dolor.

Automáticamente sus ojos se llenaron de lágrimas, como cada vez que ese nombre y esa persona llegaba a su pensamiento — ay no, ahora no, no en este momento — dijo intentando calmarse pero era demasiado tarde, por más que trataba sus mente se llenó de recuerdos — Paris... mi querido Paris... desearía tanto saber algo de ti... lo que sea — señaló limpiándose las lágrimas.

*****

—Por favor es mejor que se alejen de aquí — dijo un joven muchacho —, este lugar no es seguro, por favor diríjanse junto con el resto de los habitantes de las aldeas cercanas al castillo. Comandante, por favor dígame como está la situación, ¿han tenido noticias de Guru Clef, de Latis o del Príncipe Paris? — preguntó mientras se acercaba a Ráfaga.

—No Kiyoshi, todavía no se sabe nada de ellos — dijo serio.

—Es increíble, Céfiro en guerrera por culpa de las "grandes traidoras", de verdad que supieron actuar muy bien.

—Será mejor que... — una gran explosión no lo dejo terminar de hablar.

Las personas asustadas corrieron a buscar rápidamente un refugio.

—Otra explosión, soldados por favor dirigiese a ese lugar — indicó mientras les hacía señas.

—¡Comandante! — un par de soldados llegaron corriendo —, el castillo ha sido destruido.

—¡Que! — exclamó abriendo los ojos sorprendido.

—Esa explosión comandante, fue en el castillo.

Kiyoshi volteó a mirar a Ráfaga, sorprendido sabía perfectamente que ese lugar se encontraba su esposa.

Ráfaga salió corriendo no podida creer eso, necesitaba saber si era cierto lo que le había dicho, comprobarlo si era necesario con sus ojos. Si es castillo había sido destruido, eso significaba que Caldina... no, no quería creer eso.

—Kiyoshi te dejo encargado de todo — le dijo antes de irse.

—Como usted diga — dijo mientras miraba a su alrededor —. Malditas guerreras mágicas si no hubiera sido por ustedes nada de esto estaría pasando — señaló apretando sus puños —. No saben cómo las odio.

*****

Marina llegó a la casa cansada después de haber hecho compras, estaba decidida a disfrutar las últimas horas en Londres hasta más no poder ; en la noche saldría con unas amigas por eso se había comprado un hermoso vestido y un zapatos, definitivamente nada la preocupaba, su vida era perfecta.

—Soy tan feliz — afirmó mientras se recostaba en la cama —, amo mi vida, tengo todo lo que quiero, hago lo que quiero, no me interesa nadie, por fin, no tengo que hacer lo que la gente diga — dijo cerrando sus ojos.

—¡Marina! — la llamaron mientras golpeaban — contesta el teléfono es una llamada para ti.

—¿No dijo quién era? — preguntó sin moverse de su lugar.

—Dijo que se llamaba Clef que necesitaba hablar contigo urgente.

—¡Que! — Marina brincó de la cama y abrió la puerta — ¿quién dijiste que me llamaba?

La pelea de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora