La niña de mis ojos.
Tan llena de complejos que sólo ve ella,
de miedos por los que no debería preocuparse,
de inseguridades que no la dejan brillar.
Demasiado preciosa para ser tan infeliz
pero demasiado inteligente para ser lo contrario.
Es un demasiado en todo.
Demasiado guapa.
Demasiado lista.
Demasiado agradable.
Demasiado ella.
Tan suya
que no puede ser de nadie más.
Introvertida.
Pide ayuda a gritos,
gritos que no se escuchan.
Gritos que piden ser escuchados.
La niña de mis ojos.
Esa que quiere que la miren
y que la vean.
Que la vean de verdad.
Que quiere que la escuchen
y la oigan.
Que la oigan de verdad.
La niña de mis ojos no sueña
con sapos que se convierten en príncipes.
Sueña con guerras,
sangre y desastre.
Sueña con que alguien la dé un pellizco
y la despierte de esta asfixiante realidad
a la que se ve sometida.
La niña de mis ojos.