Capítulo 1: "Haz algo, estúpida."

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¿Qué pasaría si, en Roma, conociese al amor de su vida? Pero, ¿y si no se volvieran a ver porque viven demasiado lejos el uno del otro? ¿Y si se termina casando con un imbécil con traje de papel de aluminio en vez de con su príncipe de armadura de plata? ¿Y si sus hijos son feos porque el tío está súper operado pero sus genes son de feo? Como lo que pasó con el chino que denunció a su mujer por darle hijos feos...
Definitivamente pasaba demasiado tiempo en internet.

El sonido de su pantalón favorito quemándose bajo la plancha sacó a Kiara Ruiz de sus pensamientos de golpe.

- ¡Joder! ¡JODER!

Apretó la mandíbula y respiró a través de los huecos que dejaban sus dientes.

- Mierda...

No se puede ser más estúpida, ¿verdad, Kiara? No lo eres más porque no te entrenas, que si no... Mira, te vamos a dar un premio los del comité de la estupidez. Pero como eres de verdad muy estúpida, mejor te hacemos un dibujo primero para explicártelo.

Apartó los pantalones lo más rápido que pudo y, al ver la mancha marrón con forma de triángulo que acababa de crear, le sopló al pantalón.
Obviamente, así no consiguió nada.

Imitó el sonido de una trompeta tocando una triste melodía de funeral y tiró los pantalones a la basura, con lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

Vamos, tía, perecerás más estúpida que antes si lloras por unos estúpidos pantalones.

Suspiró y cogió una por una todas las prendas que se iba a llevar para irse a Roma con su familia.
¡A planchar!

¡Qué emoción! ¡Se iba a Roma! ¿Sabéis qué es lo mejor de ir a Italia? Que está lleno de italianos.
Sí, un país entero lleno de italianos guapos. El sueño de cualquier chica quinceañera.

Cuando terminó de planchar metió la ropa en la maleta como pudo y metió en su neceser... Pues eso, sus necesidades.

En serio, eres la persona mas estúpida que conozco.

Todo listo. Repasó mentalmente todas las cosas que se tenía que llevar e hizo un gesto de aprobación cuando confirmó que no le faltaba nada.

- ¡TATAAA! ¿Ya estás lista? -María gritó desde su cuarto.

Su hermana María tenía trece años y era morena de ojos marrones, como Kiara. Tenía una voz demasiado aguda para ser una adolescente o pre-adolescente.

- Sí, petarda. Ya lo tengo todo. ¿Y tú?

- ¡OYEEE! ¡No me llames petarda! -arrugó la nariz y juntó las cejas- Te lo he dicho tropecientos trillones de veces. -era un poco exagerada- Y sí, yo también lo tengo todo listo. Papá y mamá también están preparados.

- Pues vámonos. -Kiara sonrió como nunca antes porque no paraba de pensar en italianos guapos.

Con una sonrisa blanca y perfecta, con hoyuelos. Quizás pecas en sus pómulos y nariz. Con cejas gruesas pero no entrecejos. Con el pelo corto y alborotado, pero no demasiado.
Italianos morenos de ojos azules, rubios de ojos verdes o incluso pelirrojos... Espera, ¿hay italianos pelirrojos? Da igual.
Con una espalda ancha y musculosa, y brazos fibrosos. Y altos. Muy altos. Por lo menos una cabeza más altos que ella. Y si alguno tuviese tableta tampoco estaría nada mal...

- Kiaaaaraaaa... -Su madre, Lucía, agitó lentamente su mano delante de la cara de atontada de su hija.

- Perdón, ¿qué? -la cara de estúpida que tenía era épica.

- Que en qué estás pensando.

- ¡Ah!, en nada... En como será el sitio y eso... -mintió.

- Pues se te estaba cayendo la baba.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2016 ⏰

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Roma, La Cuidad De Las Mentiras [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora