Mi (mala) suerte.

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Hoy en la mañana tenía el último examen antes de finalizar mi primer año universitario. Aunque tenía la certeza de que no me iba a ir tan bien, cosa que necesitaba demasiado e imploraba a los seres celestiales para que me ayudaran ya que necesitaba salvar esa materia para poder mantener mi beca que me permitía estudiar en una universidad privada. 

Todos los días me tocaba tomar el transporte público para ir a la universidad. Tenía el examen a las 9 de la mañana y no había dormido en toda la noche tratando de estudiar un poco del último tema que apenas había podido tocar. Me di una ducha fría, me tomé otro café, me vestí lo más decente posible ignorando mis enormes y espantosas ojeras, y salí hacia la parada. Y como no, corrí las últimas cuatro cuadras o perdería el autobús que me dejaba a tiempo. Y como la mayoría de los días, fue en vano porque siguió de largo en frente a mi nariz; no llegué a pararlo. 

Tratando de no entrar en pánico esperé lo más tranquila que pude a que pasara el siguiente, no llegaría muy tarde si pasaban cada 15 minutos... el problema es que eran 8:30, es decir que tenía el examen en media hora y tenía muy claro que no iba a llegar a tiempo siendo que normalmente tardaba una hora y veinte minutos aproximadamente en llegar. Así que decidí ir al minimercado de la gasolinera más cercana a pedir si podían llamar un taxi por mi porque no tenía saldo en mi celular para hacerlo yo misma. Como siempre, Leiana perdiendo la dignidad desde tiempos inmemorables. Aunque para ser sincera ya estaba más acostumbrada a que me pasaran este tipo de cosas. Mientras esperaba a que el bendito taxi llegara me senté en una mesa que había en la entrada del lugar y no pude evitar llorar de la bronca. Lloraba porque llegaría tarde, porque me iba a ir mal, y porque siempre tenía la maldita costumbre de salir con el tiempo justo sabiendo que siempre me ocurrían inconvenientes. Diez minutos después el taxi se dignó a llegar, le expliqué rápidamente a donde debía ir y se puso a ello. 

Durante todo el camino estuve en silencio pensando en que debía gastarme mis pobres ahorros del mes que llevaba conmigo por si acaso y que había guardado para comprar los regalos de navidad a mi madre y mi hermano en ese maldito taxi que debía pagar por ser tan jodidamente suertuda siempre. Está claro que no debí tenerlos conmigo y no hubiese tenido otra opción que volver a mi casa.

Decidí que no me iba a afectar eso por el momento o el examen me saldría aún peor.

Cinco horas más tardes llegué al apartamento más hambrienta de lo normal. Mi madre estaba preparando torta o algo parecido porque se sentía un aroma super dulce como a vainilla y coco, y mi madre amaba hacer torta de vainilla y coco porque a mi hermano y a mí nos encantaba.
Me quité los zapatos, tiré el bolso sobre el sillón, y fui lo más rápido posible a la cocina.

-Leiana, ¿Cómo te fue con el examen de Química?

-No sé los resultados hasta la noche, aunque creo que no fue bien.

-Pero estudiaste mucho -Me miro con el ceño fruncido- ¿por qué dices eso?

-Porque es lo que creo. Sé que no estas feliz por eso, pero quiero que sepas que puse mi mejor esfuerzo durante todo el año estudiando algo que no me gusta. –Me miraba las manos, algo común en mí cuando me ponía nerviosa-

Si bien tenía un buen relacionamiento con mi madre nunca tuve la suficiente confianza para contarle mis cosas, como algunas chicas que conocía. Yo siempre fui más de llevarme bien con mi padre.

-Lo sé, no te preocupes si pierdes la beca, podrás seguir estudiando, y en la Universidad pública, como tu tanto querías. Sé que tú nunca quisiste ir a esta Universidad, pero yo quería que lo intentases al menos un año cariño, porque no todos pueden ganarse ese tipo de becas, y debías aprovecharla.

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⏰ Last updated: Aug 30, 2016 ⏰

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