Absorbe un poco más de su sopa fría, miro hacia todos los lados intentando buscar una salida... Algo con lo que me pueda escapar de aquí.
- ¿Cuanto tiempo llevas haciendo citas a ciegas? - pregunta secándose su barba manchada de sopa, siento como todo se revuelve dentro de mi -.
- Hace un año - miento, llevo tres años con citas a ciegas intentando buscar a un hombre en condiciones... Todos han sido un fracaso y esta no iba a ser menos -.
- Vaya tenemos mucho en común - me giña un ojo y me remuevo sobre la silla -.
No contesto. Se que está esperando a que lo haga, pero no quiero darle mas pie a seguir hablando, aún queda demasiada noche. Los minutos pasan lentos, me conozco toda su vida ya... Vive con mamá y trabaja arreglando ordenadores, tiene un perro que se llama Santa...
- Voy al baño - le digo y asiente, me levanto rápidamente y cojo mi bolso. Ando lo más rápido que puedo hacia el -.
Llegó y suelto una gran bocanada de aire ¿Siempre me tienen que tocar los raritos? Pregunta mi subconsciente, parece ser que si... Intento hacer el mayor tiempo posible para que acabe con su postre y enseguida nos vayamos a casa.
Tras diez minutos dando vueltas por el baño salgo y hay está con una sonrisa mirándome, me acerco a el y veo que aún está en la mesa el postre que hace más de diez minutos que ha pedido ¿De verdad vamos a tardar más tiempo aquí?
- Tengo que irme - le digo, agito sobre mi mano mi móvil -.
- ¿Qué? ¿Por qué? - pregunta rápidamente -.
Piensa... Piensa... Me indica mi subconsciente.
- La niñera tiene que irse pronto a casa - le digo, abre los ojos como platos - si... Tengo una niña - sonrío de oreja a oreja, espero que se lo trague y me deje marcharme -.
- No, no me has dicho nada... - se levanta, se acerca a mi, siento como sus labios están más cerca de los míos y lo esquivo -.
- Si y además me está esperando - le indico la hora, me despido educadamente con la mano y salgo pitando de hay -.
Llego a la calle y por fin puedo respirar, no se cuanto tiempo hubiera podido aguantar más, creo que ya es hora de dejar las citas a ciegas... Todos los supuestos príncipes me salen ranas.
Monto en el coche, son las dos de la madrugada, hace un frío que congela... Caen copos de nieve y espero que no me pille antes de llegar a casa.
- ¡Miniiii! - llamo a mi pequeña Yorkshire terrier -.
Ella tan contenta corre hacia mi para darme la bienvenida, creo que es el único amor de mi vida...
Me despierto sobresaltada ante los gritos de la niña del primero, es una niña de tan solo dos años, se tira todo el día llorando y sus padres ya están desesperados de que llore tanto.
Me levanto dando traspiés a todo lo que se pone por mi camino, me quedé durmiendo con el mando en la mano. Voy hacia la cocina dónde me preparo un café para renovar energías.
Miro la hora, dentro de dos horas comienzo a trabajar, soy profesora de educación infantil en el colegio público de aquí de los Ángeles, dónde llevo trabajando hace cuatro años.
- Señorita Susan, Marc no me deja pintar con los lápices de colores - dice Stuart, un niño de cuatro años -.
Voy hacia donde está Marc, no me gusta que en mis clases se estén peleando.
- Ya no eres mi amigo - le saca Marc la lengua a Stuart mientras le grita -.
- Eh... Chicos tranquilos - les digo sonriendo, ambos me miran - no tenéis que pelear, podéis jugar los dos juntos - voy hacia el cajón de mi mesita y saco otro estuche con lápices de colores diferentes a los que lleva Marc, y este se lo doy a Stuart, ambos ven que no tienen los mismo y comienzan a compartir, ahora están riéndose y pintando juntos -.
Paso una mañana bastante ajetreada, trabajar con niños pequeños es no parar en todo el día, creo que es mejor que ir al gimnasio.
- ¿Si? - pregunto al descolgar el teléfono que sonaba en mi bolso -.
- ¡Cuenta... Cuenta...! - grita Norah al otra lado del teléfono -.
Pego un resoplido, ella es quién me mete en todos estos jaleos, con lo tranquila que estoy yo en casa...
- Creo que se han acabado las citas a ciegas - pega un bufido al otro lado del teléfono -.
- ¿Qué? ¿Por qué? ¿Este tampoco? - inquiere saber -.
- Norah... Era no sé, demasiado... Rarito - digo finalmente, se que va a mosquearse, a ella le pareció el chico perfecto -.
- ¡No! - pega un grito ahogado - ¡ Era perfecto!
- Y... ¿Por qué no sales tú con él, en vez de organizarme las a mí? - inquiero saber -.
- Martina... Sabes que no puedo si no lo haría...
Tras unos diez minutos hablando tengo que colgarle uno de mis pequeños alumnos se ha enfadado con otro... Volvamos a la realidad.
Llegó traspuesta a casa. Estoy agotada tanto físicamente como mentalmente, mi trabajo es agotador es bonito pero terriblemente agotador.
Pasan los días y, ya estamos a jueves y Norah me ofrece hacer mas citas a ciegas para el fin de semana, no se da por vencida después de decirle tantas veces que no...
- Tenemos que encontrar uno ya - dice el director del colegio cuando paso por el despacho - ¡No tenemos profesor de educación física! - grita a la persona que está al otro lado del teléfono, no querría ser yo esa persona -.
Hemos comenzado mal el curso, la profesora que había se ha marchado... Según ella no podía trabajar más por que acababa de tener una niña y ahora no tenemos profesor.
Paso al despacho, tengo que entregar el horario de todo el año, me mira de arriba a abajo, siempre ha sido un gesto que no me ha parecido nada bonito...
Antes de que me diga nada salgo por la puerta. No quiero que empiece con quedar mas veces, no quiero que piense que porque trabajo en su colegio tengo que bailarle el agua siempre.
Hemos salido un par de veces, vale que es un chico de unos treinta y seis años, guapo y alto, pero es solo eso un físico. Tiene carácter fuerte y demasiado exigente. Y por lo que tengo entendido nueva que entra nueva que le tira los trastos... Aún que parece ser que a mí por más que pase los años no se da por vencido.
- Martina - me llama justo cuando salgo por la puerta - necesito que me hagas un favor - pide que cierre la puerta, paso y me quedo de pie esperando a que acabe con el teléfono y me diga que es lo que quiere. Tras dos minutos largos de espera por fin cuelga - como bien sabes no tenemos profesor de educación física.. - asiento - y hay demasiadas horas libres.
- ¿No pretenderás que me quedé yo a hacer las horas libres? - esto ya es pasarse, también hago las horas de tutoría y cursos después de clase -.
- Te lo agradecería la vida entera - dice finalmente, ¡tendrá morro el tío! -.
Salgo enfoscada de la sala. No me puedo creer que tenga tanta cara de haberme dicho que hiciera más horas, el también es profesor aparte de un director toca pelotas... Ando lo más rápido que puedo mirando mis pies, se que si alguien me pregunta por qué mi cara de cabreo puede ser que acabe explotando...
- ¡Joder! - grito al toparme con una persona y caer de culo contra el suelo frío del pasillo, miro sus pies y parece ser un chico -.
- Perdona ¿Estás bien? - extiende su mano para ayudar a levantarme, la agarro, es áspera -.
Alzó la vista y me llevo una grata sorpresa, sonríe de oreja a oreja, sus labios carnosos y unos ojos completamente celestes, su cabello moreno, es mucho mas alto que yo y cuerpo atleta.
- Perdona... Ha... Ha sido mi culpa - tartamudeo, no puedo apartar la vista de su sonrisa -.
- He sido yo quién ha tropezado contigo... - sonríe y hace que yo lo haga también - estaba intentando localizar el despacho - me indica, veo que en su mano hay un plano -.
- Vaya... Ahora mismo yo salía de hay... ¿Quién eres? - inquiero saber -.
- Soy Mike... Nuevo profesor de educación física...
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¡Y ahora Tú!
RomansComplicaciones de la vida es lo que me ha llevado a huir de todo... Mi familia... Mi vida en España... Alejándome de todo y de todos. Intento hacer una nueva vida... Nuevas amistades, nuevo trabajo... Y él... Su mirada me vuelve loca y su sonrisa...