Volvía estar en el campo de batalla.
Una vez más.
Ya hacía ocho meses que este era mi lugar donde refugiarme. Donde podía liberar endorfinas, y disparar a gente que no tenía culpa de mi desafortunada vida.
Cada vez que daba a alguien, que se derramaba una gota de pintura en su chaleco antibalas, liberaba adrenalina. Me hacía sentir fuerte. Que yo podía superar al mundo, y que no era una más.
Pero esto también llevaba su parte mala...
Cuando me daban a mí. Me hacía sentir inferior. Me venían los recuerdos de noche tras noche encerrada en la misma habitación oscura y esa voz... la voz que siempre me decía lo mismo, que no lo había hecho bien, otra vez. Y por eso me merecía un castigo.
Cada balazo de los oponentes, de recordaba cada golpe que me daba el. Solo que aquí era diferente. No me rendía, contratacaba con más fuerza hasta salir la más favorecida de todos. Y, creo, que eso era una excusa mía, para hacer ver que estaba preparada para el resto de mis días. Hasta que un día moriría de ello.
Todo esto a la vez, disimulaba las marcas de mis otros golpes. Así lo prefería él. Así era des de hace casi un año. Desde que creí haber encontrado a mi hombre ideal.
Ahora se. Que todo era mentira.
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Microrrelatos
Short StoryAquí encontrareis una variedad de microrelatos para todos los gustos! Espero que os gusten!