Capítulo Cuatro

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NOTA: ESTE CAPITULO CONTIENE UNA ALTA CARGA DE CURSILERIAS, COSAS TIERNAS Y DEMÁS. SI NO QUIERES MORIR DE DIABETES, SE LE RECOMIENDA NO LEERLO POR SU PROPIO BIEN. SI USTED TOLERA ESTO, QUE DISFRUTEN.

GRACIAS POR SU ATENCION.

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4. Dímelo con total sinceridad.

—Liah—:

Era miércoles 31 de Agosto, cada día las clases estaban a la vuelta de la esquina, y tenía miedo, pues los días pasaban de una manera [extrañamente] lentamente rápida, ¿se entiende, verdad? Bueno, mi punto era que no quería comenzar un nuevo año escolar, ¿por qué digo esto? Por dos sencillas razones:

1-.) Comenzar clases significaba más exigencias, más estudios, más dificultad, más malas notas, y lo peor, menos tiempo para disfrutar mi tiempo en Chicago.

2-.) Verles las caras a las ratas inserviblemente inútiles llamados "compañeros de clase¡no quería eso! no tenia ganas de verle la cara a los responsables de mis amargas mañanas.

—Sé que estoy intenso con esto pero... ya quiero que comiencen las clases —se quejó Tyler a través de él teléfono.

—Ugh, yo no. No quiero verles las caras a esas ratas inútiles —volteé los ojos. Sé que estaba siendo un poco cruel, pero era la verdad, siempre era ese... bendito grupito quien arruinaba nuestra oportunidad de ser unos buenos estudiantes, ¡siempre traían problemas!

—Ah, bueno, discúlpame —dijo con un tono falso de ofendido.

—Es que hay que admitirlo, todas las chicas de la escuela son unas Drama Queens —me quejé recordando todos los problemas que hemos tenido gracias a las divas del salón.

—Uhm, si, tienes razón —soltó una sonora carcajada, y yo sonreí por mera inercia.

—Y bueno... lo admito, yo también formo parte de las Drama Queens —admití con resignación.

—Si, bueno, no. ¿Cómo se dice 'Emperatriz' en inglés? —bromeó. Lo admito, yo era muy dramática y preocupona.

—¡Hey! —lo reprendí a juego— Y no recuerdo como se dice.

—De verdad, que a veces eres tonta —él susurró de una manera audible para mi, y yo reí como una boba.

[...]

Luego de 32 minutos hablando, mi Tía empezó a llamarme.

—Árbol, espera un momento —pedí, y salí de mi habitación.

—Liah, ¿quién está llamando? —me pregunto, y capté al instante la indirecta.

Bendita sea la mierda.

—Yo —respondí jugando con mis manos.

—¿Y por qué no te llama él? No debes estar detrás de él, tu no debes perseguirlo —me regañó—. El debe estar detrás de ti, él es el chico en "esto" —hizo comillas con sus dedos—, él debe perseguirte —hizo énfasis en cada "él". Bufé, y no respondí.

No siempre debe de ser así, Tía.

Sólo me miró antes de decir: —Cuelga, llevas más de media hora pegada hablando con.. ¿que es tuyo? —dijo sin terminar.

—Un pretendiente —empezó mi abuelo.

—Un enamorado —siguió mi abuela.

Guardé silencio.

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