Capítulo 8

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CASTIEL POV'S

Después de confesar mis sentimientos, Maryere me miró con una mezcla rara de confusión y sorpresa por algunos segundos. Yo sentí que el tiempo se detuvo, pues incluso su rostro se quedó fijo en esa mueca y sus lágrimas dejaron de correr.

—Tú no me amas —declaró. 

Pero ella estaba loca, yo le amaba con toda mi vida. Por eso estaba sufriendo como un maldito condenado a no tener lo más importante en su vida consigo.

—¿Ah, no? —pregunté burlón. 

No quería creerme que ella dedujera mis sentimientos sin tener en cuenta lo que yo, la persona que lo sentía, decía.

—No —dijo—, sí tú me amaras como dices no pondrías primero a otra persona, por muy mejor amigo tuyo que fuera.

—No puedes creerte eso en serio —reclamé. 

Pero ella tenía las cosas bien claras, lo supe cuando volvió a hablar.

—El amor es un sentimiento que está por sobre todo, incluso sobre la amistad —aseguró—. Sí tu amigo es más importante que yo entonces no me amas como dices.

Sus palabras parecían tener lógica, por eso es que me quedé sin palabras. Pero, después de pensarlo un poco, me di cuenta que no era que no le amaba, era que tenía tanto miedo de amarla, de tenerla y perderla, que me escudaba en la amistad de Lysandro. Pues si yo tomaba a esa chica y luego ella me dejaba, me quedaría sin ella y también sin mi mejor amigo.

—Tienes razón —dije pensando en que no me enfrascaría en esta pelea donde tantos perderíamos—. Puedes irte muy tranquila, segura de que nadie aquí te ama —solté rindiéndome en serio a no tenerla. 

Perder el amor dolía, y yo no quería pasar por eso de nuevo, no perdería a nadie.

—Eres un idiota —dijo Maryere mientras su mandíbula y labios temblaban, y sus lágrimas volvían a recorrer sus rosadas mejillas. 

Entonces caminó de regreso al instituto. Yo me quedé recargado al muro trasero del gimnasio, no tenía ganas de volver a encontrarla. Ni de ver a nadie más.

—¿Por qué, si no era mía, siento que la estoy perdiendo? —pregunté en voz alta. 

Y escuché la respuesta de alguien a quien definitivamente no le hubiera dirigido esa pregunta.

—Porque la estás perdiendo —dijo Lysandro—, ella se va.

Yo le miré realmente contrariado. Esa conversación solo tendría sentido si él supiera de mis sentimientos hacia Maryere. Pero eso era imposible, él no debería saber nada.

—Lo sé todo —anunció el albino como si hubiera leído mis pensamientos.

—¿Qué? —pregunté bastante asustado. 

Si Lysandro sabía todo, él debía saber que yo estaba enamorado de su novia, de la mujer más importante de su vida. 

«¿También sabría que Maryere se estaba enamorando de mí?» Deseaba que no.

—¿Qué rayos dices? —pregunté intentando disimular mi claro nerviosismo. 

—Mary me lo dijo —respondió Lysandro y, poniendo su rostro duro como una roca, informó—: quiero romperte la cara.

—Diablos —musité. viendo al peliblanco acercándose furioso hasta mí. 

—Dije que ella era la mujer más importante de mi vida, ¿no? —habló casi escupiendo la ira que sentía y, tan asustado como me encontraba, solo pude asentir—. Eso implica que la defenderé de todo el mundo, incluso si es mi mejor amigo... lo entiendes, ¿no? 

Tragué saliva y volví a asentir. Lysandro soltó el cuello de mi camisa, que no sé cuándo tomó, y suspiró.

»Por eso no quería que nadie se le acercara —dijo.

—Lysandro yo, lo lamento —dije pero él no me quiso perdonar.

—No puedo perdonar a nadie que haga llorar a mi hermanita —dijo el albino negando con la cabeza.

—Oye compadre... —comencé a hablar intentando convencerle de que jamás me metería en su relación con ella, pero sus palabras cayeron en peso a mi consciencia y me confundieron demasiado—. ¿Tu hermanita?... —pregunté—. Dijiste que solo eran Leigh y tú —le recordé su respuesta a mi pregunta de si ella era su hermana.

—Mentí —confesó sin un ápice de arrepentimiento en el rostro—. Creía que no sería difícil que ella se enamorara de ti, así que dejé que pensaras que era mi novia para que te mantuvieras alejado.

—Puta madre, Lysandro —bufé en serio furioso. 

En todo el tiempo yo solo pensé en no hacerle daño a mi mejor amigo y él se burlaba de mí. Porque sí sabía todo, significaba que sabía cuánto la quería y cómo me dolía no tenerla conmigo.

—Dije que haría todo por protegerla —aseguró—, mucho más si era mi mujeriego mejor amigo quien ponía sus ojos en ella. Debí arrancarle el corazón como sugeriste, de esa forma no habría tenido que verla llorar como lo hace ni verla irse como lo hará.

—Ella no va a irse —solté un poco emocionado. 

Aunque me enfurecía que Lysandro hubiera mentido, comenzaba a sentir que esa barrera que siempre vi entre nosotros comenzaba a dispersarse como una horrible pesadilla al despertar a un día soleado y cálido.

—Lo hará —dijo Lysandro—, de hecho debe de estar ya en la estación de autobuses. 

Sus palabras me dejaron helado, no esperaba que ella se fuera tan pronto.

—¿Por qué no fuiste a despedirla? —cuestioné intentando inútilmente trazar la siguiente línea de acción. Pero no podía pensar en más que ella se iba sin mí.

—Mary dijo que me odiaba por mentiroso y que no me quería ver más —confesó cabizbajo el albino.

—Puta madre —repetí. 

Me sentía el idiota más idiota del mundo. Acababa de entender que perdí a la chica que amaba por miedo a perderla.

—¿De verdad la amas? —preguntó Lysandro.

—Sí —confesé—, pero tenía tanto miedo perderla que no quise pelear por tenerla. Ella dice que no la amo, pero sí la amo, solo que estoy muy asustado de amarla como la amo. Es demasiado.

—Eso le dije, ¿verdad? —preguntó, pero no para mí, sino para la chica castaña que sollozó a mis espaldas y, en cuanto me vio, se tiró a mis brazos para besarme.


Continúa...

CASTIEL Y... ¿LA NOVIA DE LYSANDRO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora