Camino por el pasillo del único instituto de la pequeña ciudad de Salt Lake City. Son las doce menos cuarto de la noche de un domingo así que no hay nadie más que yo en todo el edificio. Con una fachada tan vieja cualquiera diría que allí estudian personas. Pero realmente es bastante grande y completo, tiene dos plantas con aulas repletas de mesas y sillas desgastadas por los estudiantes y en la tercera se encuentra el labororio, la biblioteca, la sala de música con ese majestuoso piano vintage entre otros. Luego esta el edificio más antiguo donde esta secretaria, la conserjería, los despachos del director y del jefe de estudios junto a la sala donde los profesores se reúnen para hablar de sus alumnos.
Estoy aquí por simple hecho de valentía, mis amigos creen que soy un cobarde y quiero demostrar que se equivocan. El lugar esta un tanto oscuro así que saco mi linterna, " tomada prestada" de papá y alumbro el interior de las aulas. La verdad, esto no es lo mismo que de dia, ver estudiantes corriendo por aquí y por allá intentando no llegar tarde a sus clases y en cambio ahora apenas se escucha mi propia respiración. Las taquillas se pueden ver solo por la leve luz del aparato y el silencio que se respira en el aire es inminente. De pronto mi linterna empieza a parpadear. La batería de las pilas se ha agotado y ahora solo la luz de emergencia ilumina la zona. Escucho un ruido que hace que me alarme, es parecido al ruido que hace una persona al llamar a la puerta. "Son imaginaciones tuyas, solo fue un golpe , nada más" me digo a mi mismo. Decido caminar unos cuantos metros más. Es entonces cuando oigo otra vez ese sonido. Me giro y entre la oscuridad distinguo un par de grandes y brillantes ojos que me observan atentamente. Intento ver algún detalle de su cuerpo, si es que se le puede llamar así. Empiezo a temblar levemente. Aquella criatura empieza a acercarse lentamente cuando un tenue rayo de la luna la ilumina. No se como describir lo que veo, un monstruo sin rostro, si se le puede llamar cara a un monton de carne putrefacta. Me fijo en el resto de su "cuerpo", parece que no hay carne ya que puedo distinguir las costillas, la clavícula entre otros. Esta curvado, erguido, como quieras llamarlo, también tiene unos pies enormes. Al momento deduzco que esa cosa no es humana. Me quedo en shock ya que no todos los días se ven cosas así. Al ver que sigue acercándose a mi empiezo a correr, no miro atrás, solo corro sin parar. Se que si me detengo esa cosa me atrapará. Llego al final del pasillo donde están las escaleras. Las subo torpemente mientras escucho sus pasos, no esta muy lejos y eso hace que me apresure más a buscar un lugar donde esconderme. Entro en la biblioteca y me escabullo entre unos armarios vacíos que usaban para guardar libros viejos. Intento sacar el móvil, las manos me tiemblan y se me resbala cayendo al suelo del mueble provocando un pequeño golpe. Una sudor fría recorre mi frente y aunque me altero aún más de lo que ya estoy decido guardar silencio y esperar que no me encuentre. Pasan unos cinco minutos, nada se oye en todo el edificio, salvo mi respiración. De pronto las puertas de la sala se abren haciendo un leve chirrío, es esa cosa, yo lo se y ella sabe que estoy aquí. Sus pisadas resuenan por el aula hasta detenerse. Escucho el latido de mi corazón más fuerte que nunca. Y es en ese instante cuando me percato de que esta forzando la parte trasera del armario. Poco a poco se va rasgando dicha zona. Desesperado empujo la puerta del mueble fallando en el intento ya que esa cosa había bloqueado la puerta. Finalmente logra penetrar en la madera antigua, rompiéndola en pedazos y acorralándome. Es la primera vez que miro directamente a los ojos del monstruo, su mirada sin vida, tétrica, me helaba la sangre al observala. Noto como sus enormes garras me destripan lentamente sin yo poder evitarlo, aunque grite no hay nadie en todo el edificio, nadie que pueda salvarme. En mis últimas bocanadas de aire miro el techo y maldigo con todo mi ser haber venido aquí esta noche. Entonces empiezo a sentirme cansado y cierro los ojos esperando a que la inminente muerte me acoja en sus brazos...