Me encontraba a pocas horas de aquel peculiar encuentro, la verdad no soy una chica acostumbrada a las citas y menos con un total desconocido, pero que se le puede hacer a tal insistencia por parte de mi mejor amiga, además sería la segunda vez que se dejaría conocer el bolsillo, pagando la parte de la reservación para que apartaran un cupo de aquella mesa para dos en aquel lugar, llamado primavera de amor, ¡Pff barato nombre y caro lugar! Solo asistiría porque le había hecho una promesa y no solía romper mis promesas, además de que no me dejaría ver como una cobarde.
—Anda Sara la pasaras bien, y si no te gusta te marchas, ¿al caso te da miedo? ¿Cuál es tu miedo oculto? — pregunto entusiasmada, mi querida amiga.
—Que todo salga mal, no como yo lo esperaba, miedo a que se decepcionen de mi —susurre sin emoción.
La consideraba como mi mejor amiga porque conocía todo de mí, sabía que no era una chica insegura y menos con una baja autoestima, pero no quería enfrentarme a otro rechazo en estos momentos, tome mi mejor atuendo y me maquille lo más profesional que pude, solté mi cabello y deje que cayeran algunas pequeñas ondas de el sobre mis hombros, ya estaba lista, salí de mi apartamento un poco apresurada y con dirección en mano tome un taxi.
Ya estaba en aquel lugar, solo debía decir el número de mi cupón y aquel hombre vestido muy elegante me llevaría a mi mesa, y por supuesto a mi cita.
— Numero por favor.
— 1, 60 — casualmente es el número de mi altura, aunque mis tacones lo disimulan.
— ¿Cuánto mides?
— ¿es un requisito responder? — Mido 1,60 — respondí desganada.
No me pregunto más solo hizo una pequeña risita burlona al mirarme de pies a cabeza, en ese momento yo entendí su pregunta, quizás había leído mi pensamiento, o él era un ser bastante detallador. Tomo mi mano y me dirigió a mi mesa, aunque no niego que en el camino me di unos cuantos tropezones, era una cita realmente ciega, no había ninguna luz en aquel lugar, no veía nada aunque mis ojos ya se habían acostumbrado a tal oscuridad.
— Esta es su mesa señorita 1,60, sé que no lo puede ver, pero su cita está sentada justo al frente, suyo —decía mientras me acomodaba en aquel cómodo asiento.
—Gracias —conteste.
—Que pasen una agradable noche, más tarde vendrá un mesero el cual les traerá sus platillos favoritos, porque aquí en primavera de amor estamos para complacerlos.
Cuando aquel hombre se retiró quede en silencio y me dispuse a poner mis brazos sobre la mesa.
— Hola soy. —me veo interrumpida por aquella voz varonil.
—Aun no reveles tu identidad, primero tratemos de conocernos, tengamos una conversación inusual, ¿No te parece?
—Claro que me parece, pero comiénzala tu — dije sonriente y entusiasmada, no sé porque.
— sentí que su mano subía por mi brazo hasta posarse en mi rostro, aquella palma era sube, de todo un hombre bien cuidado y joven por supuesto. — Dime ¿Qué color traes en tus labios?
— El color es rosa.
— ¿Es tu color favorito?
— ¿El rosa? No, claro que no.
— Entonces dime tu color favorito.
— ¿Color favorito? — repetí inconsciente. —Mi color favorito es el vino tinto, me hace sentir poderosa y toda una dama cuando lo llevo puesto, el rosa me hace sentir niña he inocente, por eso no es mi color favorito.
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Primera y única cita
Short StoryEl amor nos envuelve de tal manera que logra atraparnos, haciéndonos uno para siempre.