Narra Nina.
Me desperté sobresaltada. Eran las siete menos cuarto. En quince minutos debía estar en el colegio. Me quedé dormida con la ropa puesta. Recuerdo que ayer me quedé hasta tarde leyendo mi libro favorito: La otra cara de Saturno; me dormí con el libro en la mano. Me levanté lo más rápido posible, busqué mis lentes, me arreglé un poco y bajé para buscar mi mochila e irme al Blake. Pero, para mi sorpresa, mi papá se quedó dormido en el sillón del living.
—¡Papá se nos hizo tarde!—Exclamé mientras buscaba mi mochila rápidamente.
—¿Qué? ¿Cómo tarde?—Se despertó mi papá sin entender nada.
—Sí, estoy llegando tarde al colegio.
—Bueno, me voy a cepillar los dientes... Al desayuno lo tomamos en el camino.— Dijo yéndose al baño.
¡Apurate papá, es tardísimo!—Mientras me puse a revisar mi celular: cuatro llamadas perdidas y dos mensajes de Luna preguntándome dónde estaba. Luego me fijé la hora: Siete y cinco.—¡Es tardísimo!—Pensé. Al rato ví a papá volver.
—Vamos Nina, subí al auto—. Dijo apurado.
Luego de unos diez minutos llegué al Blake South College. Obviamente, al entrar, recibí la tardanza correspondiente. Mi primera tardanza en el año. Mamá va a matarme cuando se entere.
Entré al salón y ví a Luna con cara de preocupación esperándome.
—Llega tarde Simonetti—. Me recordó la profesora.
—Lo sé, disculpe, no sonó el despertador—. Dije avergonzada.
—Vaya a sentarse—. Me indicó.
Me senté al lado de Luna en silencio. Saqué los libros de mi mochila y Luna me indicó la página en la que estábamos, así podía continuar con la clase.
Al terminar la hora, la profesora nos dejó tarea para mañana y se retiró. Sonó el timbre del recreo y salimos del salón.
—Oye Nina, ¿que te páso? Tú nunca llegas tarde—. Preguntó Luna extrañada.
—Lo sé. Me quedé leyendo hasta tarde y me quedé dormida. Luego me enteré que mi despertador no sonó. Y bueno, ya sabés como continúa la historia.
—Ay Nina. Neta, no me lo esperaba de vos—. Dijo entre risas—. Sé que te gusta leer mucho, pero no me esperaba que llegaras tarde por eso.
—Sí, ya sé. Bueno, igual cambiemos de tema mejor. No quiero recordar esto toda la mañana.
—Okay, está bien. Hablemos de otra cosa—. Dijo pensando en un tema diferente al anterior.— Entonces... ¿te vas a anotar en el próximo Open?—. Preguntó esperanzada a que le dijera que sí.
—No, Luna. Ya lo hablamos. El canto y yo no somos mejores amigos.
—Ándale Nina, neta que cantas hermoso. No dejaré de decírtelo.
—Sí, bueno, gracias. Pero vos lo decís porque sos mi amiga nada más.
—No digas eso. Sabes que no es así. Vamos, anímate.
—No, Luna, por favor no insistas. Es una decisión tomada. Y no se habla más del tema.
—Uff, okay
—¿Y vos? Alguna novedad?
—No... bueno sí. Tuve otro sueño. Lo mismo de siempre, creo que ya sabés...—Dijo apartando la mirada.
—Mmm... ¿Matteo?
—Sí. De nuevo el chico fresa se mete en mis sueños.
—Y...¿Qué paso exactamente en tu sueño?