Acabo de llegar a casa, nadie me pregunto porque tengo los ojos rojos y bueno, ¿que me quejo? Si es costumbre tener una vida así.
Supongo que tengo que vivirla para mi, sin complacer a otros.
Hoy todo el camino de regreso a casa se mantuvo con mis lágrimas, y es que la única persona en la cual confiaba, me fallo; y si algo he aprendido de ello es que nada es real, me doy cuenta que sólo me tengo a mi misma. De todas formas cada persona tiene su lado oscuro, que no es visible por nada ni nadie del mundo.