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Lunes, 9 de la mañana. Cayetano se encontraba postrado en el sofá, esperando la entrada del que suponía iba a saber interpretar sus más espantosos sueños. Levantó su mirada hacia las blancas y gruesas paredes, ornamentadas con diversos cuadros importados, fotos familiares, dibujos y formas. Cada una de ellas presumía de una extensa cantidad de diplomas universitarios y terciarios, así dando paso a una atmósfera de pulcritud y profesionalismo.

Se escuchó el abrir de una puerta y junto a ella Cayetano divisó a un hombre canoso y de estatura media, pensó que no debía de tener más de 40 años. El hombre vestía una bata completamente blanca y unos pantalones negros, a juego con sus zapatos de vestir. Daba la impresión que no tenía ni un pelo fuera de lugar. En su dedo anular izquierdo una alianza de oro y en su pecho una insignia que decía "Dr. Román Estevez, Psicólogo".

Cayetano sintió sus pasos acercarse y luego el correr de la silla de roble que anteriormente había visto, el psicólogo de hundió en esta y clavó su verde mirada aguileña en él.

- Tu nombre. - pronunció con una voz grave y parsimoniosa.

- Cayetano Berkowitz.

- Ah, sí. Acá estás. - dijo observando la ficha verde que sostenía en sus manos. - ¿Por qué crees que estás acá?

- Mi mujer, me recomendó que venga antes de irse de viaje. Estuve teniendo unos sueños extraños.

- Ajá. Hablame de tu familia, Cayetano. ¿Hijos, cuándo conociste a tu esposa?

- Tengo 3 hijos. Dos nenas y un nene. La conocí en el verano del 2002, en una fiesta de fin de año, yo fui porque un amigo me invitó para que lo ayude con una que le gustaba. Terminó ganando como el mejor así que me quedé solo, hasta que vino una morocha hermosa, preciosa enserio. Me dijo que se llamaba Isidora, que me veía muy solo y qué se yo. Bailamos toda la noche, me pasó su número y quedamos en vernos. Pasó el tiempo y formamos una relación - hizo una pausa - bastante rara. Ella se escondía de sus padres y yo con los míos ni hablaba. Así dos años hasta que quedó embarazada, qué papelón. Nos obligaron a casarnos. Nunca nos quisimos mucho, pero la llevamos bastante bien.

- ¿Por qué consideras tu matrimonio inestable?

- Porque sí. Ella es muy controladora y yo muy posesivo. Yo soy muy reservado y ella quiere saber todo, siempre. Yo sostengo que cada uno tiene su privacidad, pero ella quiere hacer de mi mundo el suyo. No es como si fuéramos un matrimonio de verdad. Fue un error, ojo, no es que no la quiera eh, pero no la considero la mujer de mi vida. Nunca fui muy capaz de querer a alguien.

- ¿Considerás haberte casado con ella un error?

- Sí. No sé. Me hubiera gustado hacer algo más de mi vida, estoy estancado en una vida rutinaria y siento que no voy a salir nunca. Quiero encontrar un propósito en mi vida, ¿entiende?

- ¿Usted no cree que su familia puede formar parte de ese propósito? - se acomodó en el sillón, cruzando una pierna por encima de la otra. Cayetano sintió su mirada inspeccionándolo.

- No sé, en parte sí. Pero es complicado.

- ¿Qué parte podría formar?

- No mucho más que mis responsabilidades, una carga más.

- Bien. Hábleme un poco de sus hijos, dijo que tiene 3, ¿no?

- Sí. Antonella es la más grande. Es la más callada, la que menos atención me presta. Tiene 12 años. No nos llevamos muy bien, siempre está discutiendo diciendo que tengo que hacer esto o lo otro. Como si supiera algo de la vida.
» La del medio es Nina. Tiene 5. A ella sí la quiero un poco más. Es bastante divertida y pesada, pero igual nos llevamos bien.
» El menor se llama Damián. 6 meses tiene. No sé de dónde salió, a mi mujer hace rato que no la miro siquiera. Pero no sé, yo soy muy olvidadizo.

- ¿Usted cree que puede olvidarse de algo así?

- ¡Sí! Yo me olvido de todo. Bah, de todo no.

- ¿Cómo te sentiste con respecto a la llegada de Damián?

- No sé. Yo no quería más problemas. No me gusta andar encerrado mientras mi mujer se parte el lomo trabajando.

- Osea que la que trabaja es su mujer.

- No. Bah, sí. Yo trabajo en casa. Pinto, escribo. No tengo profesión, lo mío es el arte improvisado.

- En lo que se refiere a ingresos... - comenzó el psicólogo.

- Todo Isadora. A mi, nada me pagan. No sé qué voy a hacer si se va.

- ¿Nunca pensaste en conseguir un trabajo?

- No puedo. Mucha ansiedad. Depresión. Igual estoy medicado.

- ¿Cuándo crees que empezó todo esto? La depresión, la ansiedad. ¿Por qué, en tu opinión, te sentís así?

Un ruido inundó toda la habitación en el momento justo que Cayetano iba a contestar esa pregunta. Con un deje de frustración se levantó de su asiento al mismo tiempo que su psicólogo hacía lo mismo.

- Bueno, Cayetano, parece que se terminó el tiempo. Quiero que reflexiones sobre tu familia y todo lo que hacen por vos. Nos vemos la semana que viene.

Cayetano salió de ahí lo más rápido posible, más allá de todos los problemas sin resolver sintió más ganas que nunca de volver a ver a aquel hombre.

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