El hipotálamo es la región responsable del control de la expresión fisiológica de la emoción. Para ejercer este control, regula la actividad del sistema nervioso autónomo a través de su influencia sobre el tronco del encéfalo. Esta comunicación se realiza mediante el haz prosencefálico medial, que une bidireccionalmente el hipotálamo con el tronco así como, en dirección rostral, el hipotálamo con la región septal y zonas de la corteza prefrontal. En la glándula del hipotálamo se reúnen un conjunto de sustancias químicas responsables de determinadas emociones que experimenta el ser humano.
Siendo el hipotálamo parte del cerebro, es quien nos acelera el corazón y provoca mariposas. Quien nos ayuda a identificar cuando amamos u odiamos, cuando somos felices o estamos tristes. Pero todo esto ocurre gracias a sustancias químicas; ¿Sabiendo eso que le queda al corazón? ¿No era el quien nos alertaba de un proceso llamado amor?
Según los libros que diferencian a los animales con los humanos es por su inteligencia y razón, siendo nosotros capaces de sentirnos cómodos con reglas y normas, a diferencia de los anteriormente mencionados que actúan por instinto, también se le atribuye a otro aspecto a diferenciar algo llamado alma. Qué por libros antiguos solamente nos pertenece a la raza humana.
¿Pero que es eso? ¿Nos hace humanos? ¿Y si solo es una ilusión producto de un batido de sustancias químicas?
El de cabellos marrones no dejaba de preguntarse observando la hoja vacía, tenia aproximadamente tres meses para pensar en una tesis de psicología; sus compañeros eligieron temas sociales, como los síndromes, los estados de los niños en los colegios. Pero él quería investigar acerca del alma, de la humanidad.
Mordió la punta de su portaminas observando como todos se movían de un lado a otro, chicas corriendo hacia sus salas de clases, chicos en grupos hablando como follaron y engulleron alcohol en la fiesta pasada. Todo le parecía un desperdicio de palabras y pensamientos simplemente porque no tenía ideas seguras para su tesis.
-Hey, Rib-san. -Una voz conocida lo llamó, aunque esa misma voz se sentó en frente de él observando el papel en blanco y los libros que lo rodeaban.
-Hola, Soraru-san-Lo saludó por educación recibiendo el mismo gesto por parte del otro. -¿Necesitas algo o...?
-Bueno ¿Una pequeña ayudita?-Sonrió al ver que su amigo de universidad lo había descubierto. Aunque no era porque lo utilizara o le hablara cuando sólo necesitara su ayuda, si no que, el de cabellos castaños le había pedido un poco de soledad para los siguientes tres meses.
-Ese chico de nuevo...-Fue interrumpido.
-No, no es eso, es para mi clase de ética. -Cortó rápidamente el primer tema, no quería hablar de esa persona y menos cuando sus pensamientos se estaban alineando por fin en dirección correcta.
El de cabellos castaños rió por la actitud del otro. -Así que... ¿Ya no es necesaria mi consulta para ese tema?-Bromeó.
-Es que encontré un mejor psicólogo-soltó con malicia. -si, se llama consciencia. ¿Quieres su numero o...?
-Ya entendí el sarcasmo, ¿Que necesitas?-Terminó el tema de las bromas porque sabia que el no ganaría y menos contra alguien como el de cabellos índigos.
-Si estuvieras en un tren...
-dónde el conductor se desmaya, pero, a unos kilómetros hay una desviación donde hay trabajando cuatro obreros, pero tu llevas un tren sin conductor con cien personas y tienes la oportunidad de desviar el tren y matar a las cuatro personas para salvar a cien o ¿Matas a cien pero salvas a cuatro?-Terminó la pregunta esperando la respuesta del otro.
-¿Desviar? ¿No?-Se preguntaba, con aquel problema se sentía entre la espada y la pared.
-No deberías hacer nada, Soraru-san.
-¿Y dejarlos morir?
-¿Y quien eres tú para decidir quien debe morir y quien no? ¿Dejarías a cuatro familias sin padre y cargarías con la culpa de que tú los mataste? o, ¿Matas a cien personas y de paso mueres tú pero tienes la consciencia limpia porque salvaste a cuatro personas?-Arremetió con preguntas, pero con un tono tranquilo y apacible.
-Eso es cierto pero... -El de cabellos índigos aun no se sentía conforme con la respuesta.
-Realmente no hay solución correcta, porque, los accidentes ocurren todos los días y a cada minuto y si la ocasión se presenta sólo queda aceptarla, porque, ¿Aceptarías una carga emocional como esa donde sólo tienes minutos para pensar?
-Me siento como una cita de un psicólogo.
-Soy un psicólogo.
-Si y ese papel será tu titulo si no terminas. -Le respondió, simplemente porque no se sentía conforme con la respuesta, no la aceptaba, era algo simple pero a la vez dificil. ¿Moral o no moral?
-Bueno, si quieres, puedes seguir preguntándole a tu psicólogo llamado consciencia si quieres. -Respondió de la misma manera que podría considerarse infantil.
-Ah, recuerdo aquel día. ¿Cómo era? ¿Nya? ¿Perdón, muralla? -Comenzó a reírse siniestramente.
-¿Quieres ir a comer comida picante después de las clases? Sé que te encanta. -Le sonrió de la misma manera, no entendía como habían terminado en aquella pequeña discusión, pero sólo era un juego de recuerdos. -También puedes pedir cerveza, yo pagaré de todos modos. -Agregó.
El de cabellos índigos se levantó y caminó en dirección hacia sus clases, alguien se había ganado su odio momentáneo.
Rib sólo sonrió levantándose, guardando los libros y papeles, sus clases habían terminado hace semanas, sólo había ido a la universidad por libros de la biblioteca que no podía costear. Aunque su tesis y el tiempo no lo esperaban.
[¿Capitulo prólogo? Donde MafuMafu y Kashitarou son solo desconocidos, pero ya saldrán :^) Gracias por leer. ]
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La ciencia de la humanidad. | KashiRib |
FanfictionEl trabajo de los psicólogos es tratar a las personas, diagnosticarlas de locura o normalidad. Seleccionarlas como útil o inútiles, obreros o cargas. Ese, es el verdadero trabajo de los psicólogos. Rib, un estudiante de psicología, que en su ultim...