El fruto del amor, que solo ella sintió.

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"¡No sabes cómo me pesa, en verdad no sé por qué lo hice

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"¡No sabes cómo me pesa, en verdad no sé por qué lo hice.

Por favor, mi amor perdóname!"


Así rezaba parte de la carta que la mujer, empapada por la lluvia de invierno. Sucia, desgreñada y malvestida, además de esmirriada pese a su abultado vientre, llevaba entre sus ropas, la noche en que fue encontrada y recogida en la puerta del orfanato de Wood, aquel 31 de diciembre.

Merope, fea y desagraciada, era despreciada por su padre y su hermano a causa de su supuesta condición de Squib.

Sin embargo, a escondidas de su familia, ella había descubierto que su verdadero potencial no estaba en los hechizos, sino en las pociones.

Cada vez que podía, se escapaba al callejón Diagon y adquiría los ingredientes que con el poco dinero que lograba sustraer de los bolsillos de su hermano; un brujo ratero y apostador, lograba conseguir.

Un día , al regresar a su casa (una vivienda derruida y escondida detrás de un jardín abandonado y plagado de malas hierbas, que ninguno de los habitantes se interesaba en arrancar), descubrió que su padre se encontraba ya de regreso.

Merope que sabía que lo pasaría muy mal si Marvolo se enteraba de que abandonaba la casa a escondidas, rodeó el terreno con la esperanza de encontrar algún pasaje entre los matorrales para entrar por la puerta trasera sin ser descubierta.

Fue entonces, al llegar a esa parte de la propiedad, que nunca antes había notado, que descubrió a lo lejos, una casa de muy buen ver, con varios pisos y de construcción exquisita.

Una típica vivienda muggle, con los cuales jamás había tratado, pues desde su cuna había crecido, con la idea equivocada de que eran seres inferiores y que una dama como ella, hechicera de sangre limpia, jamás debía voltear a verlos.

Sin embargo esa tarde, obligada a treparse por el muro de arbustos espinosos, tuvo ante ella a imagen más impactante que hubiera imaginado.

Un magnífico perro de raza y con mejor aspecto que ella misma, se le abalanzó, derribó y atacó a dentelladas, hasta que una voz detrás del feroz animal, ordenó que la soltara. Y una vez que el animal obedeció un joven, algunos años mayor que ella, se le acercó y preguntó si se encontraba bien.

-Solo son algunos rasguños -mintió, aunque las heridas sangraban bastante -No se preocupe por mi -

El mozo la miró con pena y luego de ayudarla a incorporarse, se ofreció a acompañarla hasta el dispensario del lugar, para que recibiera atención médica, pues conocía perfectamente el poder de la mandíbula de su pastor alemán.

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⏰ Last updated: Sep 06, 2016 ⏰

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¡Por favor, mi amor! ¡Perdóname!Where stories live. Discover now