cajitas de silencio y muerte por amor

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    Recuerdo que mi hijo Joe estaba muy enamorado de una chica que conoció en primer año en la universidad de Florida, su nombre era Rita.  Estuvieron hablando mucho tiempo, se conocieron y llegaron a ser muy buenos amigos.  Recuerdo muy claramente que mi hijo llegaba cada día a casa me daba un beso a su llegada, comía a veces y rápido de retiraba a su cuarto.  Yo notaba que todos los días traía una cajita de regalo, como las que se utilizan para guardar brazaletes o sortijas, pero cuando mi hijo se estaba bañando, recuerdo que buscaba la cajita y las cajitas y las abría, pero no tenían nada adentro, algo que me pareció curioso.  Culmina el semestre, y llegaron las vacaciones de navidad.  Pero mi hijo seguía comprando las cajitas vacías, cosa que comenzó a extrañarme.  Me le acerque una noche a mi hijo, le di un beso en la frente y le pregunte:
-          Hijo, ¿qué son todas esas cajas que veo que traes todos los días, pero que no sé lo que contienen ni donde las guardas?
-          Mamá, no puedo decirte por ahora, pero créeme que tarde o temprano te vas a enterar, por el momento no te apresures... y permítanme decirles que no se equivocó.

Me quedé tranquila y me retiré a mi cuarto para descansar un poco en lo que mi otro hijo, John, regresaba de la casa de su novia Samantha.  Un día mi hijo me comento que había una chica que lo traía loco, pero que no encontraba como decirle que la amaba por miedo de que al él hacerle esa confesión se perdiera la amistad.  Yo le recomendé que tomara las cosas con calma y que no se apresurara a los hechos y que si algo debía de ocurrir, y estaba para él, pasaría.  Un día Rita vino a mi casa y me pregunto por Joe, yo le dije que el se estaba bañando, pero que por favor pasara y lo esperara adentro.  Ella pasó y se sentó, le invité algo de tomar y ella no se negó.  En ese momento bajó mi hijo Joe, y note como sus ojos adquirieron un inmenso brillo, sus mejillas se tornaron rosadas y su voz le temblaba, fue ahí cuando entendí que era ella la que lo traía locamente enamorado.  Él preguntó qué hacia ella en su casa y ella le contesto que quería saber si él la podía ayudar a resolver un problema de física que le estaba haciendo difícil el material, y mi hijo se ofreció sin pensarlo, los deje solos, y en la cocina escuchaba yo las risas de ambos, como me alegre de que me hijo se estaba divirtiendo y se estaba olvidando de su tumor cerebral.  Durante esa semana mi hijo no comió nada, era martes y me estaba preocupando por su salud, yo lo notaba un poco fatigado,  pero él, orgulloso al fin como su padre, nunca decía nada.  Pero yo sabia que algo andaba mal.  Eran las 4:00am y el toca a la puerta de mí recamara, yo preocupada le abro la puerta y él me dice:
-          Mamá, mañana le voy a decir que la amo.

Yo me sonreí, le di un beso en la frente y le dije ya duérmete, te espera un día largo mañana.  Mi hijo fue a la universidad, creo que fue el día más feliz de su vida, llego a la clase de física, y se sentó junto a Rita.  Cuando terminó la clase él se fue a parar de su pupitre y ahí mismo cayo tendido en el suelo.  Eran las 2:16pm cuando el teléfono de mi oficina suena, para darme la noticia de que mi hijo había muerto.  Luego del velorio, funeral y todo el ajetreo que esto conlleva, deje pasar una semana y luego me dispuse a recoger todas las cosas del cuarto de Joe y a ponerlas en cajas.  Pero cuando abro su guardarropa veo una caja llena de las pequeñas cajitas vacías sobre las que le había preguntado alguna vez.  Sobre todas las cajitas encontré dos notas, una de ellas decía:
-          Cada vez que no me atreva a decirle a Rita lo que por ella siento comprare una cajita y la mantendré cerrada como símbolo de lo que nunca me atreví a decir.  Llorando sin consuelo, me puse a contar las cajitas que estaban en la gran caja trasparente, habían alrededor de 189 cajitas vacías, pero al final de la caja había una cajita con una rosa natural en su interior, la saque y la apoye sobre mi pecho, de la cajita cayo una carta, y cuando la abrí para leerla, era una carta de amor, que decía todo lo que el sentía por Rita y que nunca se atrevió a decirle, pero ya era demasiado tarde, el había muerto y ya nunca pudo decirle cuanto la amaba.  Por eso con la mano en el corazón les digo que si sienten algo díganlo, porque quizás mañana será demasiado tarde.


Martha C. W- Perdió su hijo cuando esta tenia 38 años.  Actualmente vive en la misma ciudad.  En la Universidad donde estudiaba su hijo se fundo un premio a nombre de su hijo y se otorga el mismo día en el que su hijo cumple aniversarios de muerte, se le otorga a jóvenes que ayudan a los demás y se mantienen en el anonimato.

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