La colcha

Parte única

Todos la tenemos, es parte de nosotros, y convivimos con ella a diario

Comienza a ser bordada desde nuestro mismo inicio, por unas manos invisibles,

Y antes de que queramos darnos cuenta tenemos una capa a nuestros hombros.

A ella se le van añadiendo adornos, parches y encajes que significan aquellos momentos

En los que personas especiales añadieron algo nuevo a la vida que tenemos cosida.

Pero no siempre nos añaden, también pueden tirar de ella para resquebrajarla

Y causar el caos, o para descoserla de distintas maneras

Y llevarse un pedacito de ella. No es agradable verlo, notar como te la arrebatan de los hombros. Tú la aprietas contra tu pecho y vas asiéndola para protegerla.

No siempre consigues que quede intacta pero el peor de los casos es no tenerla.

Jamás desearas algo así a otro ser, porque un ser humano sin su historia no es nada.

Una cáscara vacía de gestos repetidos cual robot...

Yo sufrí la total rotura de la misma pero he tenido la suerte de que, poco a poco he podido recomponer los pocos trocitos que pude salvar.

Otros han cosido lugares que yo no notaba su falta y, al mismo tiempo, me han robado los parches que ponía para salvaguardarla.

Deje trozos abandonados en aquella tragedia y ahora uno de ellos ha caído sobre mí, cubriéndome por entera.

Me atrapa y me hace experimentar el doloroso pasado que creía dormido en lo profundo de mí ser.

Y atrevidamente me reclama ser bordado de nuevo, ocupando un nuevo lugar en mi espacio, viene con aires nuevos y cree estar cambiado, pero en el fondo es lo mismo.

Un trozo de tela de un oscuro color que tiñe a las de su alrededor, les influye y las trastoca.

Intuye el esfuerzo en mi reconstrucción y aun así no deja en su empeño.

El hilo y la aguja están en mi regazo, al igual que las tijeras.