Parte única: La confesión en el callejón

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Yukine

Yato siempre me había parecido una persona genial.

Solo bastaba verlo en la universidad o en el taller de mecánicos arreglando motocicletas, el mejor en todo.

Las chicas morían por el guapo chico alto de ojos celestes; las chicas y yo.

¡Sí, maldita sea! Estaba enamorado de Yato.

De ese despistado y perfecto idiota. Me gustaba acompañarlo al taller, solo para ver como la camisa blanca llena de grasa se le pegaba al pecho por el sudor, ver sus jadeos cuando el trabajo era pesado y observar el oberol colarse en su trasero.

Jesucristo redentor, dile a tu padre que hizo un buen trabajo creando a este hombre.

---¿En qué tanto piensas?---preguntó Yato limpiándose las manos en un trapo sucio.

No dije nada, total, él ya estaba mugre.

---En nada---dije sonriendo de medio lado,---¿Hoy terminarás tarde?---observé el reloj, más de las siete de la noche.

Yato hizo una mueca y asintió.---Me dejaron un montón de trabajo, puedes irte primero, no quiero que regreses tarde, tu mamá va a matarme---rió.

---Va a matarte si dejas que me vaya solo, idiota---rodé los ojos.

---Eso no es cierto---bufó---Solo te da miedo irte solo---enrrolló el trapo y lo tiró hacia mí con tremendo latigazo. 

--¡Ahh...!---me quejé sobando mi brazo---Dolió.

Pero no dijo nada, solo levanto ambas cejas con una sonrisa y volvió a meterse en su trabajo.

Había intentado mucho para confesarle mis sentimientos, pero él realmente no entiende las indirectas...tal vez solo deba ser directo.

Aunque no losé, tal vez le de asco, creo que es cien por ciento hetero.

Y una mierda.

---Yato, me voy---dije sin mucha gana.

Él desatendió aquella motocicleta y me miró confundido.---¿Solo? No me parece buena idea, estaba bromeando, Yukine, sé que podría pasarte algo, espérame porfavor.

Ese era el tipo de cosas que hacían que mis ilusiones crezcan.

---¡No hagas eso si no te gusto, solo me confundes!---abrí los ojos avergonzado, había sido un pensamiento en voz alta---Olvídalo, me largo---no lo miré, empuñé las manos y me fuí con paso firme, aún con la mirada perpleja y cara sonrojada de Yato en mi cabeza.

No dijo nada.

Es porque no siente nada.

Mierda, mierda, ahora todo será incómodo.

''¡Los hombres no lloran!" Me reprendí mentalmente limpiando mis mejillas con el dorso de la mangalarga.

Vaya porquería. En medio de mi rabieta, no noté cuando me había alejado del taller...en dirección equivocada.

La calle estabab vacía, las luces de las casas apagadas y yo no tenía ni idea de dónde me encontraba. Caminé de regreso, pero perdí la orientación que nunca tuve y olvidé por cuál callejón había llegado a parar ahí.

De nuevo, no se supone que debería llorar, pero bueno, estaba solo.

Cuando oí una motocicleta creí que era Yato y me sentí tremendamente aliviado, pero resultó ser un pandillero y por detrás venían sus amigos.

Ahora sí estaba muy asustado, pegado a una pared me escondí en un callejón oscuro, caminé hacia dentro al oir pasos aproximándose.

¿Qué se supone que haga si quieren asaltarme? ¿Si me golpean?

Solo Necesitas Un Callejón (ONESHOT YAOI YAKINE) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora