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Parecía tigre enjaulado de un lado a otro en ell pequeño espacio que tenían en el departamento, con el movimiento oscilante del va y ven de sus pies, el pequeño ruido era hueco ya que estaba descalzo, caminando encima de esas tablas de maderas viejas como de principio del siglo noventa, adornadas con una pequeña alfombra, a veces ese sonido hueco era interrumpido por el hojeo del periódico matutino de Londres y al mismo tiempo a veces unos pequeños ojos le seguían el vicioso recorrido. Unos minutos mas y el compañero de ese tigre inquieto bajo el periódico bruscamente y reclamó con tono de fastidio.

-¡Vamos Sherlock! Te acabaras el piso- puso el periódico a su lado y seguía viendo el recorrido repetitivo de su compañero, cuando este de pronto se detuvo en seco.

- ¡Debería ir a la comisaría! Lestrade...- Watson interrumpió.

- ¡NO! Puedes reco...- su compañero vestido con esa bata de color azul oscuro y líneas en sus pantalones se detuvo a mirarlo irritado.

- ¡Por el amor de Dios! La señora Hudson es nuestra ama de llaves- esas ultimas palabras resonaron por todo el edificio mientras señalaba con su brazo extendido la parte baja de este.

- NO, NO LO SOY- la señora de cabellos plateados respondió con un tono de amabilidad y de recordatorio a la vez; el Doctor escondió su cabeza en su mano recargada sobre el antebrazo del sof. 

- ¿Qué te parece?...Si vamos a dar una caminata al parque, puede que encontremos algo de utilidad que te sirva de distracción mientras tu celular suena con un mensaje o llamada de Mycroft o de Lastrade- la respuesta inmediata del ojiazul fue una mueca de fastidio.

- ¿Es en serio? una caminata ¿así ocupas tu cerebro? distrayéndolo con cosas superfluas como el observar los movimientos psicomotrices de la gente caminando, su habilidad de socializar...- mientras el detective le daba un discurso a Watson, este se paro del sofá, tomó su chaqueta negra con una bufanda y guantes, camino hacia el umbral de la puerta, miró su compañero y se limito a decir.

- ¿Vienes?- se le quedó viendo.

- A-B-U-R-R-I-D-O!....¡aggh!bien- Sherlock se quitó la bata de encima y se puso su gabardina negra, bufanda azul y sus guantes de cuero, camino hacia donde estaba Watson y salieron de su departamento en la calle Baker Street 221B.

Ese medio día en Londres era muy tranquilo, caminaron a través del York Bridge para localizar a un vendedor de donas y de café, estaba ahí justo a la mitad del puente, necesitaban algo para mitigar el frío y seguir con su caminata, el educado de Watson se ofreció a ir por unos cafés mientras el curioso de Sherlock examinaba a una de sujetos discutiendo del otro lado del puente.

- Sherlock, iré por los cafés...- Holmes metió su mano en el bolsillo y le dio un billete a su compañero.

- Dos cucharadas de azúcar- Watson tomo el billete mientras asentía con fastidio y obviedad, la audiencia para ser miércoles (un día laboral saturado) en el Regent's Park era mas de lo normal, aunque teniendo en cuentael colegio, las canchas de tenis, tenía sentido. Watson llegó al carrito despachador, quien se le quedó viendo a tal peculiar vestimenta de Holmes, se limito a sonreír e hizo la orden y espero a que el señor que atendía le diera los vasos; se dirijo hasta Sherlock que parecía perrito buscando con que jugar, le dio su café y caminaron bastante antes de llegar a una pequeña banca en los jardines circulares del parque.

- Dime Watson ¿cómo vas con Janne?- el doctor dejo de sorber café, se quedó en silencio, mirando hacia el frente.

- Bien.., altas, bajas- toció.

- Sexo, falta de sexo, eso es- Watson volteo a mirarlo asombrado, le dio un sorbo a su café.

- Ella...- Sherlock volteo a verloigual.

La hora de téDonde viven las historias. Descúbrelo ahora