Prólogo

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—Alice, cariño levántate. —Le decía su madre moviéndola despacio para que despertarla. —Vamos cariño, o llegarás tarde al instituto.

—Mm... Tengo tuto. —Se quejó ella volteandose.

—Lo sé cariño, pero hoy tienes examen. —Le volvió hablar su madre con voz suave y dulce.

—Bien. —Se sentó en la cama y bostezó. —¿Que hora es? —Preguntó levantándose.

—Son las siete veinte, cielo. —Le contestó su madre saliendo de la habitación. —Vistete por mientras, yo le diré a Amanda que te traiga el desayuno. —Le avisó antes de salir.

—Gracias mamá. —Respondió dulcemente. Su madre salió de la habitación, bajo las escaleras y fue a la cocina y le dijo a Amanda, la ama de llaves, que le llevara el desayuno a Alice.

Alice se metió al baño de su cuarto y se dió una ducha con agua tibia y se vistió con unos jeans ajustados negros y algo rasgados, una blusa con tirantes blanca, una claqueta de mezclilla y sus infaltables Converse negras. 

De repente tocan la puerta.

—Señorita, soy Amanda, le traigo el desayuno. —Dicen del otro lado de la puerta.

—Pasa Amanda. —Dice mientras  entra al baño nuevamente para maquillarse.

—Le dejaré el desayuno ensima del escritorio.

—Gracias Amanda. Avísale a Max que en quince minutos bajo para que me espere con el auto listo. —Ordenó la joven desde el baño.

—Por supuesto señorita, yo le digo. —La sirvienta sale de la habitación dejando a la joven sola.

Alice sale del baño con un poco de rímel en sus pestañas y brillo en sus labios. Come su desayuno, arregla su bolso y baja a la primera planta encontrándose con su padre.

—Buenos días hija. ¿Como amaneciste? —Pregunto el hombre dándole un beso en la frente.

—Bien gracias papá ¿y tú? —Pregunta ella dándole un beso en la mejilla.

—Excelente. Estás preciosa. —La observa con cariño y le acaricia con el dorso de la mano su cara. —Bueno, me tengo que ir cielo, nos vemos más tarde.

—Adiós papi. —Se despiden. Su padre sale de la casa y ella se dirige al estacionamiento, sin antes despedirse de su madre.

Un auto negro la espera para llevarla donde ella desee.

—Buenos días señorita. —La saluda Max, el chófer, que le tiene la puerta trasera del vehículo abierta.

—Buenos días Max. —Le devuelve el saludo y entra al auto. Max cierra la puerta y rodea el auto para subirse en el lado del conductor. —Pasaremos a buscar a María y luego iremos al instituto. —Le informa la chica.

—Por supuesto señorita, como usted diga. —Arranca el auto y se van a su primer destino.

Llegan a la casa de María, quién la está esperando a las afueras de su hogar.

—Sube luego María, o llegaremos tarde. —Le dice sonriente Alice a su amiga.

—Bien, bien. Ya voy. —Le responde con flojera su amiga, como es de costumbre.

—Tenemos examen. —Le informa Alice emocionada.

—¿¡QUEEE!?

—No estudiaste ¿verdad? —María niega con la cabeza apenada. —Bien te ayudaré a repasar en los recesos. —María le da un fuerte abrazo a su amiga y se van al instituto conversando animosamente de temas irrelevantes.

Al llegar al instituto, todos las saludan en los pasillos hasta llegar a su salón donde se encuentra Zoe sentada en la mesa de su pupitre.

—Hola Zoe. —Le saluda María.

—Hola chicas ¿como están?

—Hola Zoe. Bien ¿y tú? —Responde Alice.

—Bien cariño. —Las recién llegadas se sientan en sus respectivos puestos, una al lado de la otra. —Chicas ¿Escucharon el nuevo rumor? —Pregunta Zoe acercándose más a ellas.

—Zoe, no seas chismosa mujer. —La reprende Alice.

—Ts. No le hagas caso, yo sí quiero saber lo que se rumorea. —le dice divertida María.

—Pues. Llega un chico nuevo a nuestra clase. —Le comenta emocionada. Zoe es de las personas que siempre está atenta a los chismes y se preocupa bastante por su apariencia.

—¿En serio? —Pregunta María. Alice niega con la cabeza divertida ante la escena de sus amigas. —¿Será bonito?

—No lo sé, espero que sí. ¿Tu qué opinas Alice?

—Espero que sea simpático. —Responde distraída mirando la ventana. Las tres amigas siguieron conversando hasta que sonó la campana y todos los alumnos entraron los salones y se ubicaron en sus asientos a conversar mientras llega la maestra.

La maestra de literatura entra al salón y todos quedan en silencio.

—Buenos días alumnos. —Habla con su imponente voz acercándose a su escritorio. Deja sus útiles en la mesa y se para frente a la clase. —Muy bien clase. Hoy se les une un nuevo compañero. —Mueve su mirada hacia la puerta. —Adelante señor Smith, puedes entrar. —Todas las miradas se dirigen al nuevo alumno.

Las chicas por poco comienzan a hiperventilar y los chicos se preguntan entre sí, si el nuevo sabe jugar fútbol.

—Ubiquece al lado de la señorita Tyler. —El chico mira a todos lados y luego a la profesora.

—Maestra, me disculpo, pero no sé quién es la señorita Tyler. 

—Oh, me disculpo yo. —El pelinegro le sonríe a la maestra y las alumnas en el salón casi se desmayan. —Señorita Tyler.

—Aquí maestra. —Habla Alice y levanta su mano.

—Su nuevo compañero se sentará al lado suyo.

—Muy bien maestra. —No es hasta ese momento que las miradas de ambos jóvenes se encuentran y no es necesario las palabras para saber que no se llevarán bien.

"Perfecto, alguien como yo...
Seguramente nos llevaremos muy bien..."—Pensó Alice y sonrió para sus adentros.

"Tengo la sensación de que me divertiré en este instituto de ricos... —Pensó Damián.

Todo Es Culpa TuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora