Capitulo 1 | Ojos de hielo.

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Capitulo 1: Ojos de hielo.

Bip, bip, bip...

Me despertó el instante sonido del despertador. Tanteé en mi mesita de noche y al encontrar el aparato que emitía el tan molesto sonido lo azoté con fuerza contra el piso. Dejó de sonar.

Con esfuerzo me levante de mi cómoda cama y me dirigí al baño de mi habitación, una vez dentro me mire en el espejo y casi grito miedo. Mi cabello, si así se le podía llamar, parecía un nido, mis ojos estaban irritados y ¿qué es eso?, ¿un poco de baba?.

Dejé de mirar mi desastre y me dirigí a la ducha e hice mi rutina.

(...)

– ¡Qué te pasa maldita!, ¡me abandonaste todo el fin de semana! – gritó con un tono afeminado mi mejor y único amigo, Keith.

– Lo siento, ya sabes que había examen y estaba...

– Estudiando, si lo sé – me interrumpió – deberíamos de salir a fiestas, o drogarnos o algo que hagan los adolescente normales – dijo con sorna.

– Puedes prostituirte – sugerí de la misma manera.

– Tienes razón, me haría millonario, es decir, mírame, soy todo un adonis – dijo egocéntricamente por lo que reí.

– Bien, tenemos que ir a clase, no quiero llegar tarde – dije jalándolo del brazo para que caminara.

Keith es mi único amigo aquí, es un chico muy divertido y alegre, casi nunca lo había visto triste, me hace reír siempre y me apoya en cualquier situación y no miente al decir que es un adonis, es muy atractivo, tal vez si no fuera su amiga y si no fuera gay me atraería.

– ¡Sky! – me sacó de mis pensamientos Keith.

– ¿Qué?

– Te decía que mañana iremos a una fiesta que organizan los más populares y como yo soy súper ardiente me invitaron, y también me dijeron que podía llevar a alguien menos ardiente... ósea tu – dijo con su modo diva encendido.

– Gracias por recordarme que jamás en mi vida he tenido algo cercano a una relación – dije con sarcasmo por lo que él rió.

– Es mentira enana, sabes que te quiero – dijo para después darme un beso en la cabeza.

– Bien, vamos adentro.

Entramos al salón y comenzamos con la clase.

(...)

– ¡Mira!, ahí está el sexy de Ashton Miller – me susurró al oído Keith.

– Ve con él – lo alenté.

– No lo sé...

– Vamos, tú puedes.

– Está bien, ahí voy – dijo para después comenzar a caminar hacia él.

Aunque Keith actuaba con mucha seguridad, cuando se trataba de acercarse a alguien que le gustara era muy inseguro.

Para no interrumpir empecé a caminar hacia la cafetería. Comencé a pensar en todos los trabajos que tenía por hacer, era demasiada presión...

Todo se esfumó cuando sentí que chocaba con algo muy duro, por lo que caí al piso al igual que todas mis cosas. Miré hacia arriba y me encontré con unos intimidantes y fríos ojos grises que me observaban con enojo. Mi aliento se corto al ver al chico frente a mí, su tez era ligeramente bronceada, su cabello castaño pasando al rubio estaba corto por los lados y largo de la parte de arriba cayendo hacia un lado de su rostro, sus cejas tupidas y mandíbula fuerte, pero sobre todo sus labios rosados y un poco gruesos me tenía hipnotizada. Este chico era súper ardiente.

– Fíjate por dónde vas niñata – dijo con el enojo tiñendo su ronca voz.

Y... la magia se rompió, ¿cómo puede ser tan imbécil?, me pregunté para mis adentros mientras recogía mis cosas.

– ¿Cómo me llamaste? – me preguntó mientas se acercaba a mi amenazante.

Oh no... debo de aprender a no hablar mientras pienso.

– Si que debes – me contestó.

Rayos.

– Y-yo...

– ¿Tú? – me preguntó con sorna mientras arqueaba su tupida ceja.

– Dije que eres un imbécil – contesté de repente en un arranque de ira.

¿Cómo se atrevía a burlarse de mí en mi cara?. Al parecer no se esperaba ese insulto de mi parte pues por un momento su rostro reflejó sorpresa pero inmediatamente regresó a su pose de molestia. Se acercó aún más a mi aún con su intimidante semblante.

– Escucha bien niñata, mas te vale que sea la última jodida vez que me insultas si no quieres que nada malo te pase, ¿entendido? – dijo con esa profunda voz por lo que me estremecí.

Sin aún haber obtenido mi respuesta, comenzó a caminar en dirección al estacionamiento del colegio.

Mi respiración regreso a la normalidad y yo traté de calmar mi acelerado corazón. Maldición. Algo me decía que esto me metería en serios problemas.

Tatoos®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora