Sus pasos eran rápidos y en ocasiones parecía que empezaba a correr mientras giraba por diferentes pasillos hasta llegar a los jardines de la parte de atrás de la universidad, en dónde al fin se dio el tiempo de respirar con libertad y suspiró sabiendo que ahí no lo encontraría, no era que odiase a aquella persona pero desde que su mamá se la presentó como la hija de una amiga, parecía que el mundo lo odiaba porque la chica en cada ocasión que lo veía quería hablar con él, lo curioso era que nunca antes la había visto y después de que su mamá la presentó parecía que ella tenía un radar para encontrarlo.
Volvió a suspirar al momento en que dejó caer su mochila en el césped, parecía una muy buena idea perder la clase que tenía en ese momento si eso le evitaba encontrarse con la chica, se sentó y luego dejó caer su espalda en el césped colocando su antebrazo sobre sus ojos para que los pocos rayos de sol no le molestaran y tan sólo en ese momento fue capaz de oír que no se encontraba solo en la zona, se sentó inmediatamente buscando los sollozos que acaba de escuchar, teniendo que detener sus movimientos para poder concentrarse en el lugar del que provenían.
Tan sólo dejándose guiar y por lógica es que empezó a moverse sigiloso hasta el otro lado del pequeño arbusto central del jardín en donde pudo ver a un chico de cabellos castaños claros abrazándose las piernas y con la cabeza metida entre ellas, siendo más audibles los sollozos que llamaron su atención, y no hizo falta que se esfuerce por saber de quién se trata porque ya lo sabía, van en la misma facultad aunque son de diferentes escuelas, y por lo poco que sabe el chico está dos semestres menos que él, lo sabe porque su amigo es amigo del amigo de él, un poco confuso pero sí, así era, sus amigos eran amigos.
Él lo observó sin hacer absolutamente nada porque no sabe si sería conveniente acercarse. Jamás había visto al chico así y le era demasiado extraño hacerlo porque él siempre lo había visto sonriendo junto a su amigo y nunca afectado, y él sabía que no debería querer meterse en su vida, pero su nombre había sido dicho tanto por su amigo que le hacía creer que ya lo conocía o al menos eso es lo que sentía cuando lo veía aunque nunca hayan cruzado palabras.
Regresó hasta el lugar en que está su mochila y buscó en ella algunos títeres de dedos que había comprado para hacer un cortometraje en el cual el decidió usar títeres de dedos porque era algo poco común al menos para lo que él quería representar, algo infantil pero no con muñecos que parecían realistas, porque él quería marcar la diferencia y lo había logrado, sin embargo los protagonistas de su obra habían quedado sepultados en su mochila porque siempre se olvidaba de sacarlos de ella cuando estaba en casa y los terminaba llevando consigo siempre.
Miró la rana detenidamente mientras se la colocaba en su dedo y después al cocodrilo, situándolo en la mano contraria, tenía que pensar rápido en algo porque los sollozos sólo continúan y parecían incrementar con el paso de los minutos y a él lo estaban desesperando sin dejarlo pensar en algo que podría decir y sólo se acercó con la idea de decir lo primero que se le viniera a la mente, sabiendo que el chico ni atención le estaba prestando porque cuando se colocó a su lado ni se inmutó, parecía su llanto tener toda su concentración o tal vez su dolor.
—Te dije que no me sigas —fingió su voz para hacer la voz perteneciente a la rana en su dedo —no me podrás comer y si lo haces la señora cocodrilo se enojará contigo.
Pero parecía que todo aquel diálogo que estaba improvisando no había llamado la atención del chico porque no le prestó atención y continuó sollozando.
—Verás que no es así —fingió nuevamente su voz ésta vez para hacer la del cocodrilo, pero aún así no había llamado la atención y parecía entrar en desesperación al momento que ya no sabía que decir, porque su mente se quedó en blanco al ver que no funcionaba.
ESTÁS LEYENDO
Together to you.
FanfictionEnamorarte no siempre significa que serás correspondido. Encontrar a la persona correcta no siempre significa felicidad. Y la felicidad no siempre significa eternidad.