Antrophobia.

1.

Antrophobia.

Capítulo I: El coche.

El olor de alcohol entró en mis fosas nasales al salir del automóvil de Gabriel, mi mejor amigo. Sabía que el haber venido aquí no había sido buena idea, me deje influir por él, pero sentía ese cosquilleo en los huesos que por alguna extraña razón, siempre tenía ante una situación peligrosa.

—Tú puedes, Anie.

Dijo el dándome ánimos e persuadiendome a entrar a esa fiesta vana y sin sentido de probablemente una de miles chicas populares de la escuela.

Gabriel era demasiado opuesto a mi, no sé como eramos los mejores amigos; antes él era como yo, pero desde que conoció a su actual novia, se volvió un chico "malo", no es que en verdad lo fuera pero sí lo era frente a su novia, era un poco falso pero no decía nada pues tardó mil años en conquistarla, antes de que digan algo, yo le dije que era malo fingir algo que no eres pero pues... chicos, quién los entiende.

—No puedo... No puedo hacerlo. Vámonos.

En ese instante abro la puerta del coche muy rápido, entro lo más veloz que puedo y me siento. En eso Gabriel se para enfrente de la puerta impidiendo que pueda cerrarla.

—No nos vamos a ir a ningún lugar. Dijo el psicólogo que tu antrofobia no es tan grave. Que es sólo un ligero acercamiento y que incluso puedes dejar de padecerla.

—Los psicólogos mienten. La mayoría lo hace. -Dije haciendo una mueca, mirando las lámparas encendidas de la calle a través del parabrisas.

—Ana, puedes superarla. Yo sé que puedes... porque estaré a tu lado todo el tiempo, superándola juntos. -Rodeé los ojos, su novia manipuladora se me vino a la mente.

—Gabriel, yo te quiero mucho. Pero, si te digo que no puedo ¡Es porque no puedo!

—¡Bullshit! Es que ni siquiera lo intentas. Todo el tiempo trato y trato de hacer algo por tu bien y te resignas.
Habrá gente que no lo soporte y ¿sabes qué harán? Se olvidarán de ti, se hartarán y por último estarás sola...

Dio unos pasos hacia atrás y de un portazo cerró la puerta, me quedé muda. Se fue hacia el capó y se sentó sobre el durante unos segundos, en su cara se podía ver lo enfadado que estaba. Entró en el coche y puso la llave en la entrada, pero antes de que arrancara dije:

—Para.

—¿Qué dices?

—No arranques el coche. Iremos a esa fiesta y nos divertiremos como nunca...

foto: Pinterest

(https://pin.it/3zyy3jjrqtuch3)