Espejo

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Sus fuertes brazos trigueños rodearon la cadera del morocho. Sentía el cuerpo del otro pegado al suyo, no quería separarse nunca. Jamás sintió la necesidad de poseer a alguien con tanta intensidad como la que recorría por su cuerpo en ese momento. El solo tacto con la piel del azabache lo estaba encendiendo. Su mirada estaba clavada en el cuello pálido, era delicado, emanaba un aroma embriagador. Sintió la necesidad de probarlo. Acercó su boca hasta aquella zona y con la punta de la lengua rozó la piel. Sintió como los cabellos del cuerpo contrario se erizaban. Levantó la mirada y a través del espejo vio algo que lo llevó a otro nivel. Los ojos oscuros lo miraban con un brillo particular, no le costó mucho deducir que era un brillo de excitación, lujuria y se atrevía a decir que esa persona estaba impaciente. Recorrió toda la fisonomía de la cara, su boca estaba entre abierta, sus cabellos pegados a su frente y sus mejillas se teñían de un color carmín muy suave. Hubo algo que le estaba haciendo perder la cordura. Sentía como el cuerpo contrario se estaba moviendo entre sus brazos. Los glúteos del morocho rozaban su hombría y se movían en forma circular, hacia arriba y hacia abajo. No podía controlarse. La sangre le estaba hirviendo. Ya no podía pensar. No pudo evitar largar algunos suspiros. Esos movimientos lo estaban excitando de sobremanera.

-No juegues con fuego.- Logró decir con una voz ronca, casi inaudible y llena de deseo.

Aquella persona no respondió. La mirada que se reflejaba en el espejo le hablaba por si sola. Aquella persona no estaba jugando. Quería susurrarle su nombre, pero no lo sabía.

En el momento que iba a articular una pregunta el sonido de la puerta lo interrumpió. Rápidamente y contra su voluntad se separó del morocho, se miraron por última vez y se dirigió a uno de los sanitarios. No podía dejar de pensar en lo que estaba haciendo hace apenas unos minutos atrás. Ese morocho lo había encendido como nunca nadie lo hizo. Jamás sintió tanto deseo hacia un hombre, pero allí estaba, empalmado por solo unos roces con un chico de su misma edad.

Una vez que su respiración y su cuerpo se regularon salió del sanitario. El azabache ya no estaba. Mientras se lavaba las manos y se miraba a través del espejo las imágenes de aquel morocho con los ojos mirándolo fijamente y la boca entre abierta aparecían en su cabeza como una película, una y otra vez. Debía calmarse, él estaba en ese sitio con otra persona.

Mientras se dirigía a su lugar, buscaba por los alrededores la mesa donde estaba el morocho. El restaurante era bastante grande, había demasiadas mesas y sillones, el azabache podría estar en cualquier lado. En una mirada rápida pudo divisar una cabellera color negra y unos ojos oscuros como la noche que lo miraban fijamente. Desvió la mirada y siguió caminando hacia su mesa. La chica lo estaba esperando con una pequeña sonrisa. Se disculpó por la demora y la cena continuó su curso. No podía dejar de mirar hacia el sector donde se encontraba el morocho con quienes parecían ser su familia. Se miraban mutuamente, el sonido de fondo y la música de la banda irrumpían los pensamientos de cada uno, se dejaban llevar por el momento que habían vivido con anterioridad. Ya estaba instalado en él sin saber siquiera quien era, no podría saber su nombre. De repente la familia del morocho se levanta y se dirigen hacia la puerta de salida. Esto lo toma por sorpresa. El rubio se excusa con su cita diciendo que iría al baño nuevamente y sale corriendo tras de ellos. Al llegar a la puerta y buscar por los alrededores ve un auto avanzando rápidamente en la oscura noche.

Nunca sabría su nombre, nunca sabría siquiera quien es. Esto lo entristece. Toma una bocanada de aire y la expulsa lentamente. Cierra los ojos unos segundos recordando el tacto de la suave piel de aquel azabache rozando con su lengua y de su exquisito sabor. Dando una última mirada a la calle por la cual se fue el auto da media vuelta y vuelve con su cita.

No podía dejar de pensar en aquel chico. Miraba hacia la mesa donde apenas unos minutos estaba él. Sus pensamientos eran un enredo.

-Naruto, estas distraído. - La suave voz de la chica lo sobresalta.

-Lo siento Hinata, es solo que estoy algo cansado.

No sabía qué hacer, la chica no tenía la culpa de nada. Solo aceptó salir con ella porque no sabía decir que no.

Una vez terminada la cena, acompañó a Hinata a su casa. Se despidió con un simple adiós y fue a su departamento. Su habitación era un desastre, estaba completamente distraído que no veía por donde andaba y se tropezó varias veces con sus cosas. Recostado en la cama mirando al techo no podía sacarse de la cabeza la imagen de aquel chico, lo estaba carcomiendo por dentro. Tenía que saber dónde poder encontrarlo nuevamente, necesitaba volver a verlo.

El sol salió y Naruto se levantó como alma que lleva el diablo. Se durmió pensando en cómo conseguir un nombre, quería saber quién era él. Desayunó algo rápido y se sentó en la computadora comenzando con su búsqueda. Sabía que no iba a ser nada fácil, no tenía ningún dato suyo. Solo que era morocho, con ojos negros y de aproximadamente diecisiete o dieciocho años.

Se la pasó buscando todo el domingo pero no había ningún dato, ninguna foto. Tenía que irse a dormir porque al día siguiente tendría clases. Apagó el ordenador, comió algo y se preparó para acostarse luego de darse una relajada ducha.

Soñó con él. Revivió el momento que se vieron por primera vez. El rubio estaba con su cita, Hinata era su amiga y compañera de escuela. El viernes a la salida se habían encontrado y ella le confeso que le gustaba. Al principio estaba un poco en shock, él jamás había pensado en Hinata como algo más. Ellos se conocían hacía ya tres años, nunca pensó el poder gustarle a su amiga. Se sintió mal porque él no sentía nada por ella que no sea una fuerte amistad. Hinata lo había invitado a cenar, Naruto tiene un problema con el tema de la palabra no. Le cuesta muchísimo poder decirla así que simplemente acepto la invitación de la joven y se encontraron el sábado en uno de los mejores restaurantes de Konoha. Llegó un momento donde el rubio sintió la necesidad de ir al baño. Al entrar al sanitario, se encontraba un joven azabache que en el momento que lo miró quedó paralizado. No podía moverse, su mirada era tan profunda y sus rasgos tan hermosos. No sabe por cuánto tiempo se miraron. El joven rompió el silencio preguntándole si podía ayudarle a poner un collar que al parecer le estaba causando problemas. Naruto saliendo de su transe se acercó a él, se plantó detrás, corrió sus cabellos y comenzó a abrochar el collar. En un momento sintió como el azabache se pegaba a su cuerpo. Eso lo desconcentró. No sabía cómo reaccionar. Por primera vez Naruto se sintió nervioso ante una situación así. No sabe cómo, no sabe en qué momento, no sabe por qué pero sus brazos rodearon la cadera del azabache para a traerlo más a su cuerpo. Todo lo demás pasó demasiado rápido para su gusto.

Se despertó a la madrugada, completamente excitado. Ese moreno lo estaba volviendo loco. Tuvo que darse una ducha fría para poder calmar su cuerpo. Una vez que logro controlarse volvió a dormir.

A la mañana siguiente en la escuela todos estaban hablando sobre los partidos que se acercaban. Naruto era el capitán del equipo de básquet. La escuela principal de Konoha, la secundaria Senju, era donde asistía éste rubio y ellos fueron los ganadores de dos partidos que tuvieron hace pocas semanas atrás. El tercer partido seria contra la segunda secundaria más importante de esta pequeña ciudad. El partido contra la escuela Suna es el más esperado ya que el que resulte ganador pasará a las finales y jugaran contra la escuela que es invicta hace ya dos años. Naruto está en el equipo de básquet solo hace un año, por eso este sería su primer torneo. El año pasado la secundaria Senju le ganó a Suna por pocos puntos pero en la final la secundaria Akatsuki le duplicó los tantos. El rubio estaba ansioso, quería ver él mismo quienes eran esos jugadores de esta secundaría que el año pasado le ganó a su equipo. 

A través del espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora