Los días pasaban lentamente. Naruto no aguantaba más, tenía que saber algún dato de aquel joven. Ya estaba volviéndose otra persona, no salía de casa si no era para ir a la escuela, se lo pasaba buscando alguna pista en fotos o redes sociales, pero no había nada. El rubio estaba completamente obsesionado, ya no sabe cuántas veces creyó haber visto al azabache en algún lugar caminando, comprando, cruzando la calle, viajando en algún autobús. El rubio volvió a ir a ese restaurante con la mínima esperanza de volver a verlo pero él no estaba ahí. Lo buscaba en otros sitios, en tiendas, en lugares de videojuegos en alguna zapatería y hasta en lugares donde vendían collares. Las ideas se le estaban agotando, no sabía dónde más poder buscarlo. La imagen del morocho estaba siempre en su cabeza, lo veía en todos lados. Naruto era bueno dibujando así que decidió hacer algo como un retrato para no olvidar nunca su cara. El retrato reposaba en un cuadro al lado de su ordenador. El rubio soñaba con el azabache todas las noches, quería poseerlo, quería hacerlo suyo. No podía aguantar el no tenerlo aunque sea una vez. El aroma que emanaba su piel se había impregnado en su cerebro, la suavidad de su cuello y su gusto estaban en su lengua, nada podía sacarle eso, el recuerdo que le quedó de él.
El partido contra la escuela de Suna ya estaba muy próximo, solo faltaban apenas dos días. El sábado seria el encuentro que decidiría que secundaria tendría el honor de jugar contra Akatsuki.
Los dos días restantes Naruto junto con su equipo se la pasaban entrenando, no querían perder la oportunidad de poder salir campeones en el básquet masculino de ese año. El rubio estaba muy emocionado, amaba ese deporte desde que tenía solo diez años. En la escuela donde él iba no había esos torneos así que esa sería su primer y última experiencia en la secundaria y quería ganarlo. Estaban muy concentrados en todas las jugadas, los tiros tenían que ser impecables, no se podían permitir algún error. Les habían dicho que la secundaria Akatsuki era demasiado fuerte, que en todos los errores que cometían sus contrincantes ellos lograban encestar. No se podían dar el lujo de perder alguna pelota, algún tiro o alguna jugada. Todo tenía que salir bien. Pero antes del partido contra Akatsuki, estaba el que tenían contra Suna, si no lograban ganar el primer partido todas las metas de ganar el torneo se irían por el drenaje. Tenían que entrenar para el primer obstáculo, no hay que subestimar a los enemigos, si ellos llegaron hasta donde están es porque en verdad son buenos.
Los entrenamientos no duraron mucho tiempo ya que no podían permitir que alguno se lesione o se agoten para el encuentro del sábado.
Sábado. Ese día se cumpliría una semana desde que conoció a aquel morocho.
Las horas pasaban muy lentas, el viernes en la escuela ya estaba acabando, a la salida tendrían que entrenar unas jugadas y así poder descansar para el partido. El rubio estaba yendo a la cancha cuando en una calle vio una cabellera negra cruzar con rapidez. Naruto se desconcentró, quedo paralizado por unos segundos hasta que se dio cuenta que la cabellera estaba alejándose mientras corría. Salió de su transe y fue corriendo hacia donde el azabache aquel iba. Estando solo a unos metros logro tocar su hombro, el chico frente a él se detuvo y cuando se dio vuelta para ver quien lo había tocado, Naruto vio su rostro. Su mundo se derrumbó, no era él, era muy parecido por su cabello pero no era. El rubio salió de sus pensamientos cuando ese azabache le pregunto si necesitaba algo. Naruto solamente se disculpó, dijo que se había equivocado y simplemente se fue a donde sus compañeros lo estaban esperando.
El partido llegó. Naruto fue a la cancha donde habían sido citados para jugar contra Suna. Sus compañeros de equipo lo estaban esperando, era el único que faltaba para poder entrar en calor. Se sacó su campera y cambio sus pantalones por el short del equipo.
No iba a negarlo, era un juego muy complicado, estaban ganando pero por pocos tantos. No podían volver a perder la pelota porque Suna iba a poder remontar en cualquier momento. No podían estar confiados, tenían que darlo todo. Hasta que no sonase el timbre final ellos no habían ganado. Si se confiaban estaban perdidos, Suna todavía no se había rendido. Faltaba un cuarto y los tantos no cambiaban, iban ganando por solo tres puntos. Los últimos diez minutos no fueron para nada fácil. El partido termino con la victoria de Senju. Naruto y sus compañeros estaban completamente cansados, agotados, pero estaban felices, podrían jugar contra Akatsuki.
El partido final sería dentro de un mes. Tendrían que entrenar todos los días, no habría descanso. Si les costó ganarle a Suna, que para su entrenador no era ni la mitad de lo que es Akatsuki, si no entrenaban iban a tenerla complicada.
Naruto estaba nervioso, él era el capitán y tenía que dirigir y ayudar a sus compañeros de la mejor manera posible. Si ganaban serian campeones pero si perdían la autoestima de sus compañeros iba a estar muy mal. Ese es el momento donde los capitanes tienen que apoyar al resto del equipo.
El rubio estaba practicando sus triples ya que no eran su fuerte. Para ganar a un equipo difícil hay que tratar de sumar la mayor cantidad posible de tiros de tres. No tiene que haber errores, tienen que ser encestados. El resto del equipo estaba descansando ya que hacía mucho entrenaban pero el rubio no se permitía descansar.
Pasaron algunos días y mientras Naruto estaba en la casa aprovechaba a buscar algo de aquel morocho. Todavía tenía la mínima esperanza de poder saber algo de él, no se rendía ni lo iba a hacer.
Estaban a solo una semana del partido final. Ya nadie del equipo podía ocultar los nervios. Se les notaba porque cometían errores que nunca cometieron. Naruto ya no sabía cómo calmarlos, estaba nervioso pero como capitán tenía que controlar a sus compañeros. Decidieron que ese día no entrenarían porque estaban consumidos en nervios y así no podían hacer nada bueno.
Salieron de la cancha y fueron a tomar algo fresco a un parque, necesitaban relajarse por solo un día. La presión que sentían era muy grande, querían ganar pero sabían que la escuela con la que jugarían era la mejor del torneo.
La semana siguió su rumbo, estaban más tranquilos y podían concentrarse. Los nervios ya no los inundaban ni tampoco los controlaban. Las jugadas eran claras y los tiros mejoraron en su totalidad. Solo faltaban un par de horas para salir a jugar. Naruto y su equipo estaban en una plaza cerca de la cancha hablando y tratando de calmar un poco la ansiedad. Cuando vieron que ya era casi la hora decidieron empezar a caminar hacia donde sería el partido final.
Era un club distinto, nunca había estado allí. Era un lugar enorme, tenía sillas alrededor de la cancha y bancos. Estaban las gradas que tenían más de cinco metros de altura, definitivamente era la cancha más grande que había visto. Con la vista recorrió todo el lugar. El piso era de parqué y los aros estaban nuevos. Su mirada se centró en el marcador, era profesional. Caminó junto a sus compañeros al vestuario. Entre palabras de aliento y risas todos se cambiaron la ropa de escuela con el uniforme del equipo. Naruto se estaba terminando de poner las zapatillas cuando sus compañeros lo apuraron a que salga porque ya casi estaba por empezar el partido. El rubio salió con una gran sonrisa que se esfumo en solo un segundo.
El azabache que inundaba sus pensamientos estaba ahí. Vestido del equipo de Akatsuki.
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A través del espejo.
FanfictionSu pelo, sus ojos, su boca y su piel. El reflejo en ese espejo era lo más excitante que pudo haber visto en toda su vida.