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La joven camina de un lado a otro de la habitación. Respirando agitadamente. Se está agobiando...

-¿Y si dice que no? -Pregunta mordiéndose las uñas. Dando vueltas por su cuarto.

-Pues pasas página -Su acompañante se encoje de hombros, intentando restarle importancia.

-¿Y si dice que sí? -Vuelve a preguntar, pudiéndose ver una pizca de esperanza en sus ojos azules.

-Le besas -responde nuevamente su amiga, esta vez con obviedad.

Marinette la fulmina con la mirada.

-Vale, vale. Sólo bromeaba -se defiende la morena de gafas poniendo una mueca de diversión ante esta...no tan peculiar situación.

-No es gracioso, Alya -susurra la peliazul-. Tengo miedo... -murmura con la voz rota.

-Como para no tenerlo amiga... -bufa, frotándose el ceño con paciencia infinita.

La peliazul suspira, sentándose en su silla giratoria, provocando que esta de un par de vueltas.

-Además, ¿qué es lo peor que puede ocurrir?

Marinette suelta un chillido de exasperación. Sabe que tiene más posibilidades de ser rechazada, que de ser correspondida.

-No quiero hacerlo... -su mirada se queda fija en el suelo durante unos instantes.

-No, Marinette. No vale echarse atrás ahora. Siempre das un paso a un lado cuando es el momento de la verdad. Esta vez, lo vas a hacer. ¡Deja de ser una quejica y ponle un poco de valor al asunto! -Su amiga se levanta y la señala con el dedo. Marinette estaba acostumbrada a esa actitud de su mejor amiga, pero eso no quitaba que ella fuera tímida.

-¡Pero no puedo ser valiente! -exclama nuevamente en un susurro casi imposible de oír.

-¡Sé Ladybug! -Exclama su mejor amiga, provocando que a la portadora del kwami le de un pequeño parón en su frágil corazón.

-¿La...Ladybug?

-Sí -responde alargando la sílaba, como si estuviera hablando con alguien que no sabe sumar dos y dos-, la superheroína de París. Ya sabes, esa talentosa y valiente chica. Lo que tu no serás, es decir, eres talentosa, Marinette. Pero...admirámoslo, eres bastante cobarde y tímida.

El alma de la futura diseñadora no sabía si esconderse debajo del escritorio debido a la vergüenza, o sentir celos de su alterego.

-Alya...

-Lo sé, lo sé. Vamos, Marinette. Hazlo por mi, ya verás como después de que te le declares al "amor de tu vida" -dice haciendo comillas-, te será correspondido y serás...libre.

-Primero, no digas "amor de mi vida" como si fuera algo pasajero. Tú más que nadie sabes que estoy muy enamorada de Adrien... -el rostro de la joven comenzó a tornarse rojizo y agachó la cabeza para intentar ocultarlo-. Si mi declaración recibe un rechazo, no sé lo que haré...

La de gafas suspira, al verla tomar de nuevo esa actitud.

-Vale, haz lo que quieras. Pero te aseguro, que sea cual sea la respuesta de tu Adrien, estaré aquí para cuidar de ti. Porque te quiero -habla poniéndole las manos en los hombros, demostrando su apoyo incondicional hacia la peliazul.

-Yo también a ti, Alya -responde regalándole una sonrisa un tanto tímida, colocando su mano derecha sobre la izquierda de la morena.

-Entonces..., ¿te veo mañana en clases? -Pregunta caminando lentamente hacia la puerta de la habitación, curiosamente situada en el suelo.

-Cuenta con ello -esta vez sonríe, y la sonrisa es sincera. Por lo que su amiga no tarda en corresponderla.

-Descansa.

-Igual tú.

La puerta se cierra con un sonido sordo. A lo lejos se puede escuchar como sus padres se despiden de la mejor amiga de su hija. No pasan muchos segundos para que Tikki salga de su escondite.

-¿Piensas declararte? -la peliazul asiente con cansancio, casi como si fuera un castigo impuesto-, estás asustada de que no te corresponda...

-No Tikki, estoy aterrada.

Don't Let Me DownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora