Kei

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El pequeño de seis años caminaba sobre la larga y casi solitaria calle. A pesar de que el sol estaba en su esplendor, agradeció el clima refrescante. Tarareaba mientras daba pequeños saltos, haciendo ritmo con la canción que emitía su garganta y observando de vez en cuando la luz que se colaba entre las hojas de algunos árboles. Una suave brisa sopló, revolviendo su cabello dorado.

De un momento a otro, detuvo su caminar y volteó hacia un felino que lo observaba con curiosidad. Sus ojos se iluminaron ante el minino. Con cuidado se acercó al animal y se sentó en el suelo para quedar a su altura.

—Hola —Saludó con una sonrisa —¿Cómo te llamas? —El felino dio un maullido —Mucho gusto, Señor Bigotes —Acarició su cabeza —Yo me llamo Kei —El gato emitió un ronroneo ante el afecto y se talló en el brazo del menor —Oh, así que estás tomando un descanso. Bueno, yo disfruto de un lindo paseo antes de comprar un regalo.

Comenzó a hablar con el gato sobre el día que le esperaba hasta que una sensación en su nariz le indicó que había llegado a su límite —¡Achú! —Estornudo con todas sus fuerzas. El gato dio un brinco del susto —Lo siento, Señor Bigotes —Se cubrió la nariz y soltó otro estornudo —Pero soy alérgico a los gatos —Volvió a estornudar y sus lentes resbalaron por el puente de su nariz —Creo que ¡Achú! mejor ¡Achú! me voy ¡Achú! —Se levantó y comenzó a caminar decepcionado al tener que alejarse del felino.

El pequeño caminaba mientras los estornudos seguían. Después de un rato el malestar desapareció, siendo sustituido por otro típico síntoma de su alergia. Una ligera sensación de hormigueo invadió su brazo.

—Oh, oh —Observó su brazo donde el gato se había tallado y chasqueó la lengua al notar pequeños puntos rojizos que adornaban su blanca piel —Papá se preocupará si lo ve.

—Kei —Escuchó su nombre y volteó.

—¡Hola! —Sonrió ante los adultos que estaban cerca de él —Buenos días Daichi-san, Suga-san —Realizó una reverencia —Hola Yue-chan —Saludó con la mano a la pequeña que era sostenida por uno de ellos. La niña de dos años le devolvió el saludo.

—¿Estás solo? —Preguntó el de cabello cenizo con preocupación.

—No —Negó con la cabeza y señaló el cielo —Nunca estoy solo.

—Tienes razón —Sonrió —Lo olvidé.

—¿Y qué haces aquí? —Se agachó Daichi hasta quedar a su altura.

—Estoy dando un paseo —Se acomodó sus lentes.

—¿Y tu papá?

—Se está preparando —Unió sus manos y comenzó a jugar con sus dedos —Hoy es ese día.

—Entiendo —Se incorporó y revolvió la rubia cabellera del pequeño —No tardes en volver o se preocupará.

—Descuide —Sonrió —Todavía tengo tiempo. Además —De la bolsa de su pantalón corto sacó un pequeño monedero en forma de gato —Tengo que comprar un regalo antes.

—Ya veo. Ah, Kei —Daichi observó su rostro por un momento —¿Estás resfriado?

—¿Eh?

—Cierto. Tienes la nariz roja —Respondió Sugawara.

—Ah —Colocó una mano en su nuca y comenzó a reír nervioso —No, yo...

—Kei —Suspiró al notar su brazo —Recuerda que no debes acercarte a los gatos.

—Ya lo sé, pero no puedo evitarlo —Guardó silencio unos segundos y decidió cambiar de tema —Ustedes —Desvió la mirada un poco avergonzado —¿Han ido... a verlo? —Preguntó indeciso.

KeiWhere stories live. Discover now