El comienzo del final

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Mis ojos se han vuelto vidriosos, las bolsas bajo mis ojos son más notorias y el cansancio que se apodera de mi cuerpo cada día, es insufrible...

Quisiera no haber despertado aquella mañana... O solo con el hecho de haber despertado un poco más tarde, mi vida no se hubiera convertido en una pesadilla...

Los chirridos de la madera desgastada bajo mis pies, creaban eco en mi cabeza y cada paso se convertía en un dolor infernal...

Conforme me acercaba a la ventana más retumbaban las risas de aquellos niños inocentes en mi cabeza. Pero aquel niño, oh, aquel niño no era inocente.

Podías verlo en sus ojos negros y opacos, incluso a la luz del sol, si escuchabas su risa, podías notar cuanta falta de sentimiento demostraba esta; él no se sentía a gusto, este no era su mundo... Y yo sería la primera en descubrirlo.

Recuerdo el día en que aquel niño - si es que era un niño- se me acercó por primera vez...

Había salido a regar las plantas y junto a mí llegó rodando un balón de colores muy llamativos, me volví para mirar a los niños, pero me llamó la atención cómo el pequeño de ojos negros se acercaba susurrando palabras, como si estuviera debatiendo algún tema muy importante con él mismo...

El extraño chico cruzó miradas conmigo durante un par de segundos, pero había algo diferente en él, pude sentir un envolvente calor en todo mi cuerpo, junto a un escalofrío que recorrió mi columna mientras me vi envuelto en aquellos grandes, oscuros y profundos ojos negros...

El niño caminó despacio y se plantó frente a mí; luego de unos segundos me dijo que los disculpara, yo le aclaré que no había ningún problema y él bajo su cabeza, susurró algo y luego fue por su balón. Mi cabeza había quedado en blanco y extrañamente, sentía temor...

Mis manos temblaban por lo que había ocurrido... En aquel momento el niño solo tomó el colorido balón, se disculpó nuevamente y se dirigió hasta el pequeño y viejo parque frente a mi casa, donde estaban los otros chicos observando atentamente en su dirección...

Ese mismo día debía volver al trabajo, el hospital psiquiátrico, quedaba a media hora de casa, así que terminé con las plantas y entré a casa para prepararme...

Cada día aquel viejo suelo rechinaba más; me inquietaba oír cada pisada... Mientras me lavaba la cara, oí un desgarrador grito proveniente de afuera, era uno de los niños que jugaba en el parque, quien para mi sorpresa tenía un gran trozo de madera grotescamente clavado en su ojo.

Bajé corriendo, y atravesé la puerta de la entrada, crucé la calle solo concentrada en lo que sucedía en el parque; de las arrastradas palabras que alcancé a escuchar, entendí que había tropezado, clavándose una estaca que sobresalía del sube y baja...

Miré a mí alrededor... Para mi sorpresa aquel extraño niño se encontraba aparte jugando con su balón, parecía siquiera haber notado el incidente; casi ignorando lo ocurrido, dejé mi vista embelesada en esa perturbadora sonrisa de satisfacción que permanecía imborrable en la cara de aquel extraño muchacho, quien, al percatarse de mi presencia rápidamente tomó su balón en brazos y caminó lentamente.

Se acercó hasta mi lado y lo miró detenidamente sin ninguna expresión en su rostro, el niño estaba siendo atendido por sus padres mientras llegaba la ambulancia y el chico de ojos oscuros junto a mí, balbuceaba cosas inentendibles, mirando al chico tirado sobre el suelo cubierto de césped seco del parque. Del ojo le brotaba sangre a montones, no paraba de gritar y sus padres de llorar, era realmente la imagen más espeluznante que mis ojos habían presenciado. Mi atención captó la pequeña carcajada sin gracia que brotó de los labios del pequeño de ojos negros, él lo notó y me miró mientras movía su boca, como si se encontrara hablándome, pero no salía palabra alguna de su boca...

*****

Había sido un largo día en el trabajo, un poco más pesado y extraño de lo normal pues, uno de los más inquietos pacientes, el señor Hayes, había intentado matar a su enfermera cuando ésta llevaba sus medicamentos a su habitación, otra vez, al llegar a casa estacioné mi auto en el garaje de mi humilde casa... Al salir de mi auto extrañamente estaba mi vecino, el señor Skye, quien dijo:

"Doctora Kralice ¿puedo hacerle una cuantas preguntas?" - sentí como si se tratara de un policía o algo parecido, pero la duda no detuvo mi curiosidad "claro, por supuesto"- el señor se acercó a mí hasta estar frente a frente y me miró a los ojos, unos ojos grises llenos de angustia y dolor - "Mi hijo River, se ha estado comportando de manera... extraña" - Rápidamente a mi mente apareció la imagen de aquel pequeño niño de ojos negros - "Continúe por favor" - le dije. En mi mente resonaba una y otra vez esa carcajada sin gracia...

Cada vez lo noto más distante, como si ya no fuera el mismo, no tiene amigos solo se la pasa hablando con un tal aiden, dice que es su amigo imaginario, pero también dice que él le pide hacer cosas malas; que todo el tiempo susurra cosas, cosas extrañas, cosas que ningún niño debería escuchar... Doctora Kralice suplico su ayuda... No sé si lo aprende en la televisión o si algo realmente lo influencia... Pero estoy empezando a temer su locura o la mía...

Yo lo miré por un momento en silencio, tratando conectar sus palabras con las pocas acciones extrañas que había visto de su hijo y la piel se me puso de gallina "No puedo darle un diagnóstico con tan solo esto, pero si le parece, podría llevarlo a mi consultorio, para hablar con él. Así se me haría más sencillo ayudarlo". El señor asintió...

******

Los ojos cristalinos de aquel pobre hombre, su voz temblorosa se escuchaba cada vez más fuerte implorando ayuda en mi mente que, inquieta por la situación, decidió jugarme una mala pasada. Habían pasado varias horas de insomnio, por tantas cosas aún atrapadas en mi mente que habían sucedido los últimos meses, esas horribles tragedias no consiguen la salida de mí, aún puedo ver esas imágenes horridas cada vez que cierro los ojos...

Miré el reloj junto a mi cama, sobre la mesita de luz y quedé perpleja al ver la hora, marcaba las tres de la mañana con treinta minutos. Me senté sobre la cama y tallé mis ojos; tenía la garganta seca, y aquellos relatos que me brindo el señor Skye sobre su hijo, me habían dejado más atemorizada que los seis años que llevaba conviviendo con la demencia de mis pacientes...

Me levanté a buscar un poco de agua, caminé lentamente en la oscuridad tratando de no tropezar con algún mueble, hasta llegar al switch de la lámpara que iluminaba todo el pasillo hasta la cocina, caminé bajo la tenue luz, que apenas alcanzaba para ver mis pisadas, caminé frente aquella vieja ventana de madera cuando algo llamó mi atención; era aquel pequeño niño de ojos negros que miraba desde su ventana, parecía buscar algo con su profunda mirada en algún lugar del horizonte, al parecer sin notar mi presencia, cuando de un segundo a otro comenzó a dibujarse esa macabra sonrisa en su rostro, volteó bruscamente hacia mí, lo cual me hizo dar un salto hacia atrás con la intención de que no me viera... Fallé.

Corrí hacia la cocina, encendí todas las luces mientras el miedo me invadía. Luego de unos momentos logré calmarme lo suficiente como para pensar en algo, rápidamente tomé la antigua escopeta de cacería de mi padre que, al morir, me había dejado como única herencia. Recordé las lecciones de disparo que me había dado en la infancia, corrí hacia mi habitación, me envolví en sabanas e hice guardia hasta que el sueño me venció...

A la mañana el sol me dio directo a los ojos y un estruendo me despertó alarmada, pues, solo me hizo recordar al pequeño en la ventana, busqué el arma, pero no la encontré...

Estuve unos segundos jadeando para liberarme de las sabanas, corrí a lo largo del pasillo, noté que la lámpara ya no estaba encendida, al salir encontré el arma tirada en el suelo empapada de la espesa y oscura sangre que emanaba de la sien de una pobre mujer de edad avanzada, oí sirenas y vi luces rojas y azules...

Llevé mi mano directamente a mi boca y sollocé, di unos tres pasos atrás hasta que choqué con la pared de la entrada, no podía apartar la vista del cadáver y de repente, el nudo en mi garganta explotó en lágrimas ¿Qué era lo que había sucedido?...

Ojos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora