1. La huida de Kassadin.

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Kassadin agachó la cabeza logrando así evadir los incesantes proyectiles que disparaban sus perseguidores. Las ondas de vacío impactaron contra la pared que le hacía de escudo dejando una brecha que aprovechó para analizar la situación.
Tres soldados armados con fusiles de vacío no suponían ningún problema para el lider de la resistencia humana.  Kassadin desenvainó su espada y lanzó la vaina hacia la izquierda causando así una distracción que aprovechó para acabar con el soldado que tenía más cerca por la derecha. En apenas dos segundos ya se había hecho con su fusil y comenzado a disparar a los otros dos compañeros del ya primer cadáver. Kassadin acabó con ellos y huyó de aquel escenario.

Según le había informado el jefe de inteligencia, Zilean aparecería a un par de kilómetros de allí.
No dudaba de aquella información ni de la capacidad del mago de viajar a través del tiempo. Lo que inquietaba a Kassadin era la disposición que tendría Zilean a ayudarles.
-¿Por que debería importarle está época?
Kassadin viajaba sólo  como decidió dos semanas atrás, el día que dejó el refugio en el que vivían los últimos rebeldes y a veces echaba en falta hablar con alguien que no deseará matarle. Tras acabar de limpiar el filo de su espada, partió al encuentro del mago.

-Te ayudaré - la voz de Zilean, profunda y desprovista de emociones, retumbó por toda la estancia superior de la torre.
-No te he...
-Lo harás - cortó el mago - me he negado y me has atravesado con esa espada tuya.
Zilean examino el rostro de su visitante
-No lo entiendes ¿verdad? Es sencillo, si no te ayudo, me matas. Si te ayudo... un simple humano como tú no podrá hacer nada.
-Tengo que intentarlo.
-Ya ya... el rollo de siempre... salvar el futuro bla bla. He vivido está conversación mil veces y de hecho, ya te he enviado al pasado antes.
-¿Que?
-Mueres, siempre. Todas las veces que has viajado, acabas muerto. Te lo he dicho, un simple humano no puede hacer nada. Eh, no te desanimes. Hay quien cree en la individualidad de cada uno, puede que tu lo consigas - Zilean se acercó al ventanal - de hecho, eres el único que puede.
El súbito cambio en el tono de voz del mago alertó a Kassadin, de repente, toda esa arrogancia de había evaporado y dejando tan sólo emoción en su voz.
-¿Pasa algo?
-Nuestro plan ha funcionado.
-¿Que plan? - Oye viejo, ¿que está pasando?
-Esta aquí.
La puerta explotó en una nube púrpura, tres tentáculos unidos en un gigantesco ojo morado que observaba con curiosidad el lugar. Vel'koz, el ojo del vacío.
Vel'koz junto sus tres tentáculos y un rayo salió despedido hacia Kassadin.
Todo se detuvo, no hubo impacto ni explosión.
-Escuchame - Zilean agarró de los hombros a Kassadin, impaciente - dentro de quince segundos el tiempo retomará su curso y ese rayo que te tendría que haber matado impactará contra la pared porque tu te habrás ido a otro tiempo, ¿entiendes? Bien, coomo he dicho un humano no puede hacer nada así que para tener posibilidades de éxito tienes que confiar en mí. Él te lo explicara todo.
-¿Él?
-Cinco segundos - Zilean agarró el brazo de Kassadin y lo estampó contra el rayo de vacío de Vel'koz.
Entre gritos, el lider de la resistencia humana vio como aquella espada que había usado para asesinar soldados ahora se le había pegado al brazo. Sintió la inmensa intensidad del vacío esparcirse por todo su ser.
-Que tengas suerte, viejo amigo.

Aún con el eco de la voz de Zilean despidiéndose, Kassadin abrió los ojos en un páramo desolado. Comprobó que su brazo derecho terminaba en un filo morado de energía pura. De repente, le asaltó un dolor de cabeza como nunca antes había creído capaz.
Pasos. Constantes y cercanos. Aproximándose lentamente hacia el cráter que había dejado Kassadin al llegar.
-Vaya - exclamó la figura que se asomaba por el borde - el plan ha funcionado.
Bajó deslizándose hacia el centro, donde Kassadin aún no había logrado ponerse en pie.
-Vamos, tengo muchas cosas que explicarte.
El extraño le tendió la mano y cuando Kassadin levanto la vista hacia él, vio su propio rostro y reconoció su propia voz.
-¿Quien eres?
La voz sonó metálica, grave y con un profundo eco.
El extraño saco una carta y se presentó.
-Soy otro Kassadin.

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⏰ Última actualización: Sep 17, 2016 ⏰

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