Enero del 2016.
Lo primero que observó Eric antes de que el auto detuviera su lenta y tortuosa marcha por las solitarias calles un sábado por la noche fue una larga hilera de autos en espera para entrar al estacionamiento del inmaculado edificio. Axel había pasado a recogerlo más temprano de lo acordado, y haciendo malabares, el chico había conseguido estar listo en menos de lo que canta un gallo. El auto del frente avanzó y con ello su auto también. La voz del locutor de la emisora que llenaba el crudo silencio entre él y su amigo Axel se despidió prometiendo volver a sincronizarlos el próximo sábado. Otro deslizamiento de los neumáticos sobre la allanada grava, el tic nervioso apresó a Eric.
Para cuando se internaron en el solitario y estrecho pasillo del cuarto piso Eric quiso dar media vuelta y huir, pero sintió la penetrante mirada de su mejor amigo clavada en su espalda que finalmente, y a duras penas, consiguió ahuyentar su cobardía. Sus zancadas eran lentas, pausadas, con un deje de temor a diferencia de las de su amigo mientras desfilaba hacia la gloria. Las luces del pasillo parpadearon fugazmente, tornando tenue la luz a medida que se acercaban a las pulcras dobles puertas, el circular pomo centellaba débilmente de un color dorado. A lado, abierto de par en par una caja de cartón envuelto en papel celofán almacenaba pequeños envoltorios grises. Axel distraído tomó uno, miró a Eric guardando el cuadrito en el bolsillo delantero de su camisa de cuadros roja. Pero Eric desistió ante su silenciosa indicación coger dos o más para empezar la diversión.
La melodía de un desconocido, porque ni siquiera lo había oído antes, vibraba en las paredes. Una mano le tendió un vaso, la oscuridad no permitía ver el color del líquido que nadaba en el envase, y dudoso lo tomó. A Eric no le gustaba beber y menos en una fiesta, pero ahí estaba. Esperó a que el hombre, a pesar del poco claror acertó en que su altura gigantona y manos calludas daban referencia a uno, se hubiera inmiscuido y dejó de nuevo el vaso, sobre un borde de la pared.
Rezongó al percatarse de la ausencia de Axel. Su minucioso amigo tenía la extraordinaria habilidad de desaparecer frente a sus narices que hasta que él no volteara no caería en la cuenta de su abandono.
Colocados en los laterales de las paredes y pareciendo siniestras sombras, habían parlantes puestos encima de un trípode. La falta de luminosidad hacía imposible reconocer algún conocido para pasar el rato, o eso pensó Eric. Quieto e incómodo, se quedó esperando a poder reconocer a alguien en ese inmenso lugar. Sin darse cuenta de que él era la presa visual de una chica al otro lado del salón.
Después de quince minutos inmóvil Eric se vio atraído hacia una conversación que, aunque nunca los había visto en su vida, gustoso (y recontra alegre) participó activamente. Pero eso fue solo unos minutos antes de que su atención fuese obstaculizada por una chica de ojos increíblemente verdes enfundada en un vestido corto y ondeante que lo sacó a bailar. Quien se acercó descaradamente. Tan linda y arrebatadora lo guió hasta el centro de la pista de baile que era justamente el salón del inmenso apartamento. El lugar estaba en su punto, cualquiera bailaba con quien sea sin importarles, y entre ese grupito encabezaba el compañero de Eric que traveseaba sus mejores cartas a una morena. Ella le respondía con furor y él ni se diga. Eric comenzó a recobrar confianzas y, sin quitarle la mirada de encima, movió su cuerpo al son de la melodía manteniendo una distancia prudencial que ella cortaba con cada caderazo. Prontamente la multitud creció y sin más remedio sus cuerpos se pegaron, a penas separados por unos milímetros entre sus bocas, rozándose. Él no la escuchó por la atronadora música pero la chica gimió.
– ¿¡Como se la están pasando!?–gritó alguien que le había pedido prestado el micrófono al Dj.– Espero que bien porque todo esto es gracias a nuestra queridísima Bella, ¡Feliz cumpleaños Bella!
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La Maldición del Olimpo
FantasyEn el Olimpo las cosas no cambian con facilidad, y todo lo que diga Zeus se hace. Pero esto cambiará cuando este pide la unión de su hermosa y perfecta hija Afrodita con el joven hijo de su hermano Hades; Heros, ambos no congenian y siempre crean un...