—Deberías simplemente hablarle. —bufó Kyungsoo, mirando la ridícula posición de Baekhyun. Si no fuese porque eran amigos de infancia, dudaba enormemente que encajaran en ese momento.
—No puedo, me da vergüenza, lo sabes.
—Al menos deja de mirarlo, que como éste se de cuenta de que lo miras puede que se desmaye.
Baekhyun se giró un poco para golpearle en el hombro, pero eso no pareció ni siquiera dolerle al contrario.
—¡No digas estupideces! Esto es serio, Soo.
—No son estupideces. Ayer casi se ahoga con su jugo cuando pasaste por su lado y creyó que ibas a hablarle.
—No seas malo. Yo creo que es lindo. —Kyungsoo rodó los ojos con molestia.
—Por supuesto que crees que es lindo, te gusta.
Baekhyun le ignoró y volvió a su principal posición. Él sabía que lucía ridículo, pero si de esa manera podía evitar que el alto le descubriese, entonces podría obligar a sus rodillas un poco más.
—Tiene las piernas chuecas. —Soltó de repente, incluso escuchó a Kyungsoo reírse a su espalda.
—Estás enfermo. Nunca pensé que tuvieses fetiche por las piernas chuecas.
—¡No te burles, idiota! A ti nadie te dice nada cuando andas mirándole las piernas a Jongin en los ensayos.
—No me importa, al menos yo soy capaz de admitirlo.
Baekhyun se sentó en un movimiento rápido al lado de su amigo, mirando de reojo en dirección al alto.
—Creo que su amigo me vio, ¿Crees que le diga?
—No sé, pero ojalá.
Baekhyun abultó sus labios en un puchero infantil para después chocar su rostro contra la mesa, casi tirando su comida.
—Baekhyun. —el nombrado hizo un sonido a modo de respuesta, parecía cansado. —, ¿Estás bien?
—Sí.
—No te creo.
El castaño levantó su cabeza, su frente aún un poco roja debido a la fricción con la mesa.
—Kyungsoo.
—¿Creíste que no lo notaría? Llevas dormitando más de lo hablas y eso es más o menos bastante.
—¿Y qué?
—¿Cuántas veces debo decírtelo? No fue tú culpa, Baek. —Kyungsoo habló suave, sabía lo delicado que era el tema y lo mucho que le afectaba a su amigo. Acarició su cabello y todo rastro de humor desapareció con el viento.
—Por favor no, no quiero hablar de eso.
—Pero debes hacerlo, no cargues con esto tú solo. Han pasado 5 años, Baekhyun. ¿Cuándo lo entenderás?
El castaño se negó a hablar, incluso con las lágrimas amenazando con salir en cualquier momento. Le ofreció una sonrisa vacía a su amigo y le informó que se saltaría las siguientes clases. El contrario asintió y no preguntó, como de costumbre.
En cuanto llegó a su casa, comenzó a llorar. No corría riesgo en que alguien le viera, no habría nadie hasta muy de noche. Le faltarían dedos de las manos para contar las veces en las cuales su madre y Kyungsoo le decían que no era su culpa. Pero él no lo sentía así, era un dolor tan grande que su pecho parecía no querer soportarlo.Todo comenzó cuando era un poco más pequeño, porque tampoco había crecido en demasía. Cuando su familia aún podía llamarsele como tal. Constaba de su hermano mayor, padre y madre. Todo era perfecto. Las noches de cine, las salidas espontáneas los domingos y los inventos de su padre en la cocina, que aunque no solían salir como lo planeaba, todos lo comían con una sonrisa en su rostro. Baekhyun había heredado su buen humor de su padre, y en las noches su habitación se sentía fría porque le extrañaba.