Dedicado a Arturo porque gracias a él la novela existe y por sus ideas, <3.
Esta historia comienza en un pequeño pueblo donde la economía dependía de la agricultura. Los avances tecnológicos no eran muchos, apenas había cobertura y las televisiones recibían solamente la señal de las cadenas más importantes del estado.
Las viviendas tenían un jardín trasero donde estaba situado los cobertizos que aguardaban las herramientas de trabajo de los agricultores. Todas ellas tenían un parecido idéntico. Casas de dos pisos construidas con madera. Un pequeño porche y un garaje pintado de blanco al igual que la fachada de los edificios.
Desde la calle se podía ver las diferentes escenas cotidianas tras los cristales. Se podía ver a familias ante la mesa rezando la oración del día antes de cenar, a los hijos de un matrimonio cristiano pelarse en el salón por quién elegiría juego. Todos ellos parecían ser felices tras el cristal pero solamente era una fachada más. Un ejemplo de ello era el hijo de uno de los agricultores más importantes.
Kevin era un joven de 21 años que acababa de venir de la ciudad para ayudar a su anciano padre y a sus 3 hermanos en el campo. Estaba en el salón, ante la mesa, hablando con sus hermanos sobre el trabajo que mañana desempeñarían. Asentía a todo. Sonreía. Parecía ilusionado. Repetía una y otra vez que era su sueño, que por fin era feliz. Pero al igual que la felicidad de los habitantes del pueblo simplemente era una fachada. Kevin no estaba ilusionado con ello, él quería estudiar derecho, ser alguien importante y no un simple campesino que no sería recordado una vez llegara su muerte. Quería defender a aquellos que el estado había arrebatado sus derechos, quería ayudar a las personas, quería ser recordado.
Siempre había estado a la sombra de sus hermanos. Había querido recibir la enhorabuena de su padre y no una simple mirada cuando se fue a estudiar a la ciudad. Le habría gustado ser otra persona.
Tras la cena acompañó a sus hermanos al porche y sentados sobre el antiguo columpio donde jugaban a indios y vaqueros comenzaron a fumar y a beber mientras recordaban sus primeros años de vida. Los cuentos que su madre se inventaba para hacerles desvanecer de la enfermedad que ella padecía. Las discusiones de sus padres, los gritos de éste, los objetos arrojados contra la pared para controlar su furia. Las vacaciones en la playa, las visitas a los diferentes pueblos del estado. Las horas en la sala de espera del hospital. Las nuevas novias de su padre tras la muerte de su madre. No había tenido una infancia feliz pero tampoco guardaban rencor por haberles arrebatado una parte fundamental de su vida.
Adam- el hermano mayor y el ojo derecho de su padre- continuó bebiendo aunque el alcohol no le sentaba bien. En estado ebrio solía perder el control y comportarse de la misma forma que su padre cuando volvía borracho del bar.
-Deberías dejar de beber, Adam, no quieras convertirte en papá. Recuerda como lo pasábamos- dijo Kevin. No quería volver a experimentar esas emociones-.
-Mira quién fue a hablar- intervino Adam- La mano derecha de mamá, el que lloraba todas las noches porque no le podía arropar más. Vuélvete a la ciudad, a aburguesarte. Déjanos tranquilos, estábamos mejor sin ti. Solo eres un crío que sigue sin decir la verdad por miedo a que su mami se enfade. Das pena. Lárgate.
Kevin miró a Liam, su hermano mediano, esperando que éste saliera a su defensa. Pero nada, un silencio que solo fue roto con el graznido de los cuervos que volaban por encima de la casa y de campo. No recordaba que hubiera tantos cuervos cuando habitaba en la casa.
Con los ojos húmedos por las lágrimas decidió irse a dar una vuelta por el campo. Refrescaba pero no quería volver a por una chaqueta y tener que ver a sus hermanos. Los maldecía. Los odiaba. Solo quería evadirse, desaparecer.
Se percató de que se estaba alejando demasiado, ya iba por el campo de trigo, por lo que dio la vuelta. El número de cuervos había aumentado, el sonido producido por el graznido era insoportable. Empezó a correr mientras se tapa los oídos. No sabía que ocurría. Ese sonido se le estaba metiendo en la cabeza causando un dolor terrible. Seguía corriendo, no quería parar.
Se tropezó cayendo de cara contra el suelo. No sabía con qué podía haberse caído cuando vio que el trigo estaba colocado al igual que una cuerda en tensión. El pantalón estaba ensangrentado. Kevin se encontraba desorientado, no sabía que ocurría cuando lo vio. Una bandada de cuervos iba contra él. Un "no" fue lo último que se lo oyó decir. El sueño de desparecer se había cumplido, ahora estaba muerto sobre el campo con los ojos sacados.
-Buen trabajo- dijo uno de los cuervos dirigiéndose al trigo-. Van a empezar a darse cuenta de las consecuencias de asesinarnos y torturarnos durante siglos.
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La revolución de los animales.
General FictionAnimales cansados de ser torturados, explotados, asesinados, deciden comenzar una revolución contra el reinado humano. Primero son pequeños hechos, como el asesinato de un joven campesino o la huida de un matadero, pero poco a poco irá siendo un pro...