— De ninguna guisa. Estamos condenadas a esto — Shaira tenía el corazón destrozado, sentía valer sólo para intimar con los indecentes hombres que solicitaban sus servicios. Sintió que ese era su mundo ahora y, que por más intentos en balde, era su destino. Tantas palizas y asquerosas situaciones estaban haciendo de ella una demente. Cada golpe, físico o no, la debilitaba más. Lágrimas rodaron por sus mejillas, ya no creía en el amor.— Me siento como la mierda que soy Adán.—No permitiré que continúes en esto, no eres ninguna mierda — dijo Adán atrapando su cara cárdena entre sus enormes manos. — Voy a sacarte de aquí, aunque sea lo último que haga.
Adán acariciaba su rostro con delicadeza. Pasó sus dedos por sus violáceas marcas y postró un beso en cada una de ellas. La hermosa chica por primera vez en mucho tiempo, se ruborizó. Sus besos la hechizaban, la hacían volar y partir de ese infierno, se relajó. Secó sus lágrimas y besó sus carnosos labios vehementemente.
«Esto jamás nena, jamás lo merecerías. » pensaba Adán. No podía ver a Shaira así, la amaba locamente.Shaira no consentiría que su querido saliese mal parado de aquella demoledora andanza, tampoco sabía muy bien si confiar en sus propios sentimientos, o si estos la traicionarían nuevamente.
Además era muy peligroso, no soportaría que le hiciesen el más insignificante de los menoscabos.
Esa gente no se andaba con necedades. Ya se cercioraron con los corruptos policías tiempo atrás. Shaira y Kenia recordarían ese día por el resto sus fatigosas vidas:
Ojearon a su alrededor al salir por esa puerta en un descuido de los vigilantes, que estaban atiborrándose de donuts y café en la garita. Los incesantes berreos del estómago de Kenia casi las delataba a ambas escapando por la mugrienta entrada. La chica llevada toda una semana sin llevarse nada a la boca, nada que fuese comida claro.
El rugir de su vientre pudo oírse a diez metros de distancia. Por supuesto, además de explotarlas sexualmente, ellas debían buscarse la vida para comer y pagar por su cuenta cualquier tipo de consumo que allí produjeran. Las obligaban a obtener dinero de donde pudieran, ya que el parné de los clientes se los llevaban el jefe y los encargados del burdel, nunca vieron un centavo proveniente de los servicios que realizaban.
A hurtadillas lograron escapar aquel día. Corrieron y corrieron sin parar por el bosque que allí las rodeaba. Ya no temían al vudú.—Salgamos a la carretera, alguien podrá ayudarnos — dijo Kenia entre sofocos.
—No hablan nuestro idioma, esto es Rusia cariño — Shaira observó el afligido semblante de su mejor amiga y añadió:— No preocupes hermana, nos harán caso.
Shaira y Kenia no eran hermanas, pero se querían como si lo fuesen.
Cuando pisaron la orilla de aquella autovía se les iluminó la cara. Los honrados oficiales que por aquella carretera transitaban las acogieron en su coche con amplia sonrisa. A Shaira le pareció todo demasiado bello para ser cierto. Pero confió en la palabra de los señores, los que sorprendentemente manejaban su idioma gustosamente.
Shaira observó por la ventana del automóvil como tornaban al punto de partida, a aquel lupanar. Deseosa abrió la puerta para saltar. Uno de los oficiales la agarró violentamente del cabello y apretó su pistola contra la sien de Shaira.
«Muerta antes que humillada.» pensaba ella. Kenia la miraba asustada entre sollozos, parecía leerle la mente.—Ahora aprenderéis a obedecer — dijo un oficial ya dentro del prostíbulo, sin la obligación de pagar el servicio, arrancando la parva vestimenta que envolvía el cuerpo de Shaira.
Aunque aquel suceso pertenecía al pasado, el presente seguía siendo como escapar del burdel antes de que cambiaran su paradero nuevamente. Shaira y Kenia no querían que las separaran de sus amados y debían actuar rápido ya que, de un momento a otro, las enviarían a otro burdel o las venderían para seguir prostituyéndolas en cualquier lugar.
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PERDIDAS
RandomLas mejores amigas. Les encantan los relevantes riesgos por la África independiente. Shaira y Kenia viven distantes de toda suspicacia en lo más profundo de Lagos (Nigeria), recorriendo kilómetros y kilómetros, indagando juntas en cada rincón afrodi...