Epílogo

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Rosa se despertó ese día con un fuerte dolor de cabeza, su padre le dijo que era mejor que se recostara y que no fuera a la escuela, pero ella no podía perderse ese día, por fin conocería a su escritor anónimo. Tenía miedo de encontrarse a Angie detrás de todo eso y que le dijera que siempre fue una estúpida broma. Pero también quería creer que de verdad había alguien que se había tomado la molestia de escribirle todo los días notas de amor y que por una sola vez sería ella la escogida para vivir una de esas típicas historias de amor que su madre años atrás le había leído.
Escogió un vestido blanco, hace años que no usaba vestidos blancos, ya que le recordaba todas las burlas que había vivido, pero hoy se sentía más fuerte, dispuesta a darle segundas oportunidades a todos.
Las clases le pasaron lentas pero nunca borró la sonrisa que llevaba tatuada en la cara.
Nerviosa caminó hacia las gradas y entonces vio un corazón hecho de pétalos rojos y en el centro una nota bien doblada, al abrirla reconoció la caligrafía que durante semanas había leído.
"Querida Rosa,
Sé que no te gustan las rosas rojas pero pensé que si me dabas una segunda oportunidad a mi, también se la podrías dar a las rosas.
Y si no, piensa que para quitarle los pétalos tuve que romperlas.
Siempre tuyo, J."
Sonrió al leer la última parte de la nota y en ese momento sintió unas manos tapándole los ojos.
—Hola.
Esa voz, estaba segura de haberla escuchado antes.
Se volteó y sus ojos cafés se conectaron con los color caramelo de Julián.
—¿Eres tu?
—No suenas ni sorprendida ni desilusionada, ¿Ya lo sabías?
—Claro que no pero estoy impactada.
—¿Y eso es bueno o malo?
Rosa vio como Julián la observaba con ojos vulnerables, temiendo un rechazo inminente. Recordó todas las veces que lo había visto sentarse en la mesa de los jugadores de fútbol pero no participaba en sus conversaciones idiotas.
Cuando uno de sus amigos molestaba a alguien, él siempre era quien decía basta y luego se aseguraba de que el afectado se encontrara bien.
Pocas veces molestaba a alguien pero también eran pocas las veces que defendía a alguien. Pero aún así siempre intentaba mantener la serenidad en los momentos de caos.
No era el chico más popular de la escuela, ni tampoco el más guapo. Pero con esos ojos color caramelo Rosa sintió que era perfecto.
—Es bueno, muy bueno.
Luego tímidamente abrazo a Julián y se permitió cerrar los ojos y descansar junto a su pecho.
Todo se sentía correcto.
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Todo se terminó, dentro de mi, dentro de mi.
Y se acabó....
¿Ya se pasaron por mis nuevas novelas "¿Te llevo?" Y " Sebastian Turner"? ¿No? ¿Y qué estas esperando?
-Fin Spam-

Rosas RojasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora