El cuento de Sara.

105 1 0
                                    

Este cuento comienza con una chica, esa chica soy yo. Me llamo Sara.

Dejen que me presente y podrán conocerme mejor, pero para ello tendremos que remontarnos a cuando yo tenía 10 años.

Yo era una niña como cualquier otra a esa edad. Tenía el pelo como el de ricitos de oro: rubio y rizado, largo... Muy largo. De hecho tan largo, que siempre tenía que llevarlo amarrado en una coleta o una trenza. Mis ojos eran azules, y por ello mi abuelita siempre los comparaba con el cielo. Decía que mis ojos eran estrellados e infinitos como la galaxia, pues hasta allí llegaban mis ganas de vivir, de aprender y de jugar.

Mi familia no era muy grande, pero estábamos muy unidos. Mi papá trabajaba en el campo y mi mamá era profesora. A mí me molestaba bastante ver a mi madre en el colegio, eso suponía que no me la quitaba nunca de encima. A veces, cuando salía de casa antes para ir a clase con mis amigos, ella en medio del salón me daba de su bocadillo y decía: "Sara, has vuelto a olvidar tu comida, cielo" Y eso me sacaba de quicio. Mis compañeros empezaban a reírse y ella a besarme y jalarme las mejillas.
Mi padre era un hombre muy trabajador. Siempre estaba en movimiento, se mantenía en buena forma, y su piel estaba bastante morena por el sol.

Mi abuela vivía con nosotros y era mi mejor amiga. Cada día a eso de las siete de la tarde nos sentábamos juntas a ver la puesta de sol. Y ella me hablaba de tantas cosas: me hablaba del cielo; era tan lista, tan culta, tan inteligente. Me contaba cosas sobre las estrellas, de las galaxias, sobre los planetas, por ejemplo. Me hablaba de lo que hay más allá, de lo que no se puede ver. Del mundo que existe fuera del nuestro propio.

Y finalmente estaba mi mejor amigo, mi perro: "Cookie", un pastor muy juguetón y travieso. Él llegó a casa cuando yo tenía cuatro años y para mí era como mi compañero de viaje. Todas mis travesías habían sido con él. Mis excursiones al bosque habían sido con Cookie, todos mis ataques de risa hasta que me doliera el estómago habían sido con Cookie, todo había sido con Cookie.

Todas las noches mi familia y yo nos sentábamos a la mesa. Cenábamos de todo, puesto que mi padre se ganaba bien la vida trabajando en el campo. De postre comíamos pan con chocolate, a mi madre le encantaba.

A la hora de dormir, venía mi padre a darme un beso de buenas noches, mi abuela a leerme un cuento sobre el sol o la luna, y mi perro a acurrucarse a mi lado y abrazarme durante mis pesadillas.

Todo era feliz. Teníamos una vida normal, una familia normal y unos amigos normales.

Mi madre se quedó preñada y yo no podía estar más contenta. Siempre había querido tener un hermano o una hermana, me daba igual. Lo que tuviera que salir de ahí.

Yo sólo quería compartir el mundo que yo conocía con alguien más pequeño, alguien vacío de ideas. Quería enseñarle la infinidad del universo, quería enseñarle la pureza de las flores, quería enseñarle la energía del bosque, quería enseñarle mi mundo en general.

Pero... Por alguna razón a mis padres ya no les gustaba tanto mi mundo. Yo era muy joven, no podía entender lo que pasaba. Oía palabras sueltas, y para mi "yo" de ese entonces era como un idioma totalmente diferente; "Crisis", "sequía", "hambre". Sí, quizás no comprendía lo que pasaba, pero lo que sí que estaba entendiendo era que mis padres no eran felices. De pronto tener un hermanito ya no era una buena noticia, mis padres me miraban con pena y preocupación pero nadie quería explicarme nada. Sentí que me metían, que me engañaban, sentía que el mundo me miraba con pena porque yo iba a ser la más perjudicada de ello, y ni si quiera sabía que estaba pasando.
Crisis, sequía, hambre... Crisis, sequía, hambre... Crisis, sequía, hambre... Y «guerra».

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 19, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El cuento de Sara.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora