Cada noche era lo mismo, ella nunca se acordaba de mi.
Todas las mañanas de los cinco años que llevábamos juntos, se despertaba a mi lado desorientada, sorprendida y pensando el porque de mi estadía en donde ella se hospedaba. Por la tarde siempre había uno que otro beso y alguna que otra historia sobre nosotros... Contadas y actuadas por mi, claro está. A fin de que ella pudiese revivir esos momentos de los que siempre se olvidaba.
Pero cuando el sol se ocultaba, dando paso así a la noche, donde la mayoría de veces el cielo estaba repleto de pequeños pero poderosos luceros, todo aquello que habíamos vivido en el día, y todo lo que le había relatado, desaparecía de la nada, convirtiéndose simplemente, en recuerdos vacíos...
Por suerte contaba con esa maravillosa y duradera confianza que ella aún tenía en mi.
Era difícil de creer, pero aunque nunca recordará algún dato de mi, solía creerme en todo, aún si le dijera que la primera vez que la conocí yo era como un Brad Pitt montado en un pony de colores, con una armadura lujosa dispuesto a luchar con un dragón negro de escamas brillantes para poder sacarla de la torre donde se encontraba encerrada.
Su inocencia perduraba tal cual amor que surgía de la nada. Y yo estaba bien con ello. Es decir, el amor básicamente se basa en confianza. Y su seguridad y esperanza en mi persona, me fortalecía día a día, para poder conquistarla una y otra vez.
Porque si hay confianza, hay amor. Y yo la amaba a ella. Y estoy seguro que ella también a mi.
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→ Empty Memories ←
Short Story«Y al final... Recuerdos vacíos fueron los que permanecieron en mi entorno; Recuerdos porque fue lo único que quedó. Y vacíos. Porque yo me quedé sin ella.»