Hace unos meses atrás, los doctores dedujeron que mi mujer padecía amnesia, luego me confirmaron que poseía una extraña enfermedad sin nombre, y que era el primer caso en nuestro país y quizás también en el mundo.
La enfermedad consistía en olvidar todo, absolutamente todo, cada día. A la vez que el cerebro se hacia cada vez más pequeño, incapacitando a la persona en todo sentido. La persona perjudicada se veía obligada a ir en decadencia, a tal punto de solo llegar a una única cosa... la muerte.
~
Llegó la mañana y la observé, ella aún dormía plácidamente, con su mano derecha debajo de su mejilla, la cual quedaba ligeramente aplastada debido a la almohada. Mientras que la mano restante reposaba en la sabana blanca que siempre compartíamos.
Me levanté silenciosamente, con cuidado de no despertarla, caminé a la cocina y preparé el desayuno con mucho amor, para que ella pudiera disfrutarlo.
Puse lo anteriormente nombrado en una pequeña bandeja blanca, adornada con detalles delicados y finos en los bordes. Tomé una rosa roja, las cuales eran sus favoritas, y la coloqué a un lado.
Sonreí inconscientemente. Caminé al cuarto, y al momento de abrir la puerta, un rostro adormilado me contemplaba desde la cama.
Un leve sonrojo se asomó por sus mejillas. Acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja lentamente sin dejar de mirarme.
Remojó sus labios y habló;— Nosotros... — comenzó — ¿Somos algo?...
Siempre era así, estos 15 días después del diagnóstico han sido así, y a pesar que ella tenía los días contados, yo me negaba a tomarlos en cuenta, tratando de vivir el momento al máximo.
Sonreí.
— Si, cariño, estamos casados hace tres años. — confirmé.
Ella amaba que la apodarán 'cariño', siempre sonreía cuando la llamaba así. Y, estando en lo cierto, sonrió, lo más que pudo, al mismo tiempo que el tono carmesí se apoderaba de sus mejillas, una vez más.
— Eso es... — la hice callar con un pequeño pero dulce beso en su mejilla. —
— Impresionante, emocionante, perfecto, lo sé — contesté acariciando su cabello —.
Contemplé su rostro angelical, sus hermosos ojos cafés y su cabello del mismo tono. Unas pestañas alargadas y renegridas, cejas hermosas; no tan pobladas. Labios de un grosor perfecto, y una nariz pequeña pero tierna.
Su rostro denotaba confusión. Pero a la vez alegría.
— Amor... — susurró llamándome de esa manera, porque no recordaba mi nombre. Le sonreí para que prosiguiera. — puedes... ¿Contarme como nos conocimos? Se que ya lo hemos vivido y que... — comenzó para pasar desapercibida, porque tanto ella como yo, sabíamos que no lo recordaba. La interrumpí con un pequeño y casto beso en los labios.
Me miro con los ojos bien abiertos y sonrojada.
— Siempre es bueno recordar... — susurré cerca de su rostro —
Seguidamente tomé aire, esto iba a ser largo...
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→ Empty Memories ←
Short Story«Y al final... Recuerdos vacíos fueron los que permanecieron en mi entorno; Recuerdos porque fue lo único que quedó. Y vacíos. Porque yo me quedé sin ella.»