Flowers ; l.f.

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Narra Luis

Me encuentro sentado en la sala de espera del hospital en donde Renata ha estado encerrada por más de 3 meses. En verdad yo me volvería loco estando acostado sin poder hacer nada, sin poder bailar o tan siquiera comunicarme con las personas. Sería algo frustrante, creerte un estorbo, un ser inútil que no puede hacer nada, literalmente. Por eso, me he dado la tarea de venir a dejarle cada día una flor a Renata, para que ella misma pueda salir de esta, para que se sienta fuerte y con ganas de poder salir de esta cosa que la tiene atada. Algunas veces dicen que la mejor curación es dejar que el tiempo fluya, me imagino que con las enfermedades también así que, todo a su tiempo, sé que Renata es una chica muy fuerte y podrá salir de esta. Me parte el alma verla ahí, saber por todo lo que pasó y sin poder saber que era y ahora la veo en una camilla de hospital, sin saber si volverá a ser la misma persona de antes.

Todo comenzó en invierno, las épocas de frío. Renata se sentía débil, sentía un ligero cosquilleo en las piernas y estaba un poco fría, su familia y yo creíamos que era por el frío, tal vez estaba débil porque su cuerpo no podía aguantar tanta temperatura y estaba fría por el mismo hecho de ser época de invierno. Ese día falte a clases también, solo por cuidarla y estar ahí para lo que se le fuera a ofrecer, ella me regaño diciéndome mil cosas pero me acuerdo especialmente de una:

"Si tus papás te regañan y tienes baja calificación, no es mi culpa. Tú te ofreciste."

A lo cual yo respondí:

"No importa, es mejor estar aquí contigo que en esa aburrida escuela."

Su sistema nervioso se fue debilitando poco a poco. Algunas veces era muy torpe, se le caían cosas a menudo y siempre se disculpaba, yo le decía que eso no era normal, que mejor fuéramos con un médico para que la revisará, pero ella de necia solo dijo:

"No, solo me estoy descuidando un poco de mis acciones. Sé que después estaré bien de nuevo."

Llego un momento en el que se tambaleaba al caminar y perdía la movilidad de sus piernas por algunos minutos, pero después volvían a su estado normal. Hasta que un día, Renata despertó sin poder mover ni un solo músculo, recuerdo que su mamá le marcó a mi mamá contándole lo ocurrido, mi mamá me dijo muy angustiada lo que había pasado y yo sin pensarla dos veces fui con ella, necesitaba mi apoyo. Ella gritaba, estaba muy frustrada. No podía mover ni un solo músculo, era evidente que tuviera esas ganas de gritar y llorar hasta más no poder. Yo lentamente la fui levantando de la cama y la recosté contra mi pecho, la calme un poco hasta que se quedo dormida. Su mamá y yo fuimos al hospital, para ahora sí ponerle cita con un médico. Renata en la valoración de cómo estaba su cuerpo, no decía ni una palabra, estaba más tranquila de lo inusual. Por suerte, era sábado y las clases no partían, así que me quede todo el día con Renata. El médico le dijo que se tendría que quedar internada ahí, por cualquier síntoma nuevo tener todo lo necesario y no llegue a mayores. Recuerdo que estaba Renata recostada en la camilla y yo estaba sentado en el sofá cama que se encontraba ahí, ella me había dicho:

"Gracias por estar siempre conmigo, te lo agradezco tanto Luis."

Fui hasta donde estaba y con mucho cuidado me senté junto a ella, la abrace como si mi vida dependiera de ello. Ella sollozando dijo:

"En serio, gracias Luis. Me has dado más de lo que yo te puedo dar."

Cada palabra que decía, cada gesto que hacía, cada todo. Me daba algo, ese algo inexplicable, ese nudo en la garganta. Esa sensación de que algo estaba mal en el mundo, y ese algo era Renata. La persona más alegre, humilde y carismática que conocía ahora está condenada a estar en una camilla de hospital por sabe cuánto tiempo. Poco a poco fue perdiendo el sentido del habla, y ahora solo está ella y su pequeño cuerpo.

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Este es el primer capítulo de la historia, espero y les esté gustando.

-bluesxx.